En Gambito de Dama, la exitosa miniserie de Netflix que ha vuelto a poner de moda el ajedrez, una niña de 11 años descubre su habilidad para el juego y enseguida empieza a ganar partidas hasta llegar en pocos años a la élite mundial. La velocidad de las partidas de la serie es mucho más alta de lo habitual, y prácticamente ninguno termina en tablas, cuando en la vida real esto ocurre con frecuencia, pero la serie tiene la virtud de romper algunos clichés sobre el ajedrez, como la idea de que se trata de un deporte de hombres o exclusivo para personas muy inteligentes. Contra estos estereotipos también luchan hace años los promotores del ajedrez educativo, es decir, quienes defienden el uso de este juego como herramienta de enseñanza de contenidos y competencias que forman parte del currículo, y no sólo como una actividad extraescolar.
«En la serie sólo vemos el ajedrez competitivo, y mucha gente cuando habla de ajedrez escolar piensa en la enseñanza del juego, pero eso no es ajedrez educativo aunque se haga en la escuela», explica Jordi Prió, profesor de matemáticas en el Instituto Ciutat de Balaguer e impulsor del proyecto Educachess, que desde el año 2000 trabaja para la difusión del ajedrez como herramienta pedagógica. Lo hace tanto a través de materiales que se pueden descargar gratuitamente, como de libros que edita a través de la Editorial Balagium, y que en el caso de las escuelas se venden a precio de coste. Educachess tiene un proyecto para ampliar esta oferta de material con contenido multimedia, «pero para desarrollarlo necesitamos encontrar mecenazgo», dice Prió.
«El ajedrez educativo te permite trabajar los contenidos y adquirir las competencias de la escuela, desde infantil a secundaria. Si cogemos el ajedrez como centro de interés, que toca todas las ramas, se pueden trabajar todas las competencias que queramos», considera Jordi Prió.
Manuel Azuaga, coordinador regional del programa Aula de Jaque de la Junta de Andalucía, está de acuerdo con esta afirmación. En su Comunidad, existe una plataforma viva de recursos gestionada por algo más de 20 personas que hacen las veces de tutores de los 377 centros educativos de su territorio que participan de una u otra manera. Su trabajo consiste en subir contenido, siempre relacionado o trabajado mediante el ajedrez, que puede ir desde la enseñanza de alguna materia concreta a contenidos más transversales.
El programa
Con esta mirada educativa, el curso 2012/13 el Departament d’Educació (entonces, Ensenyament) y la Federación Catalana de Ajedrez pusieron en marcha el proyecto Escacs a l’Escola, para introducir el ajedrez en horario lectivo como herramienta transversal de aprendizaje. El programa ofrece al profesorado varias formaciones, orientadas sobre todo a los ciclos iniciales, medio y superior de primaria, pero que son adaptables también a infantil y secundaria. Su responsable, Marta Amigó, tiene una pierna en ambos tableros: pertenece a la junta de la Federación y es maestra de la Escuela Martí Poch de la Espluga de Francolí, si bien con dedicación de media jornada, porque dispone de la otra media para coordinar el proyecto en el ámbito catalán. Según explica, durante todos estos cursos se han formado ya más de un millar de maestros, a través del plan de formación que ofrecen los diferentes CRP, y hay más de 400 centros donde el ajedrez forma parte del proyecto educativo. «En la mayor parte de estos centros se dedica una hora lectiva semanal a trabajar contenidos curriculares (de mates, lengua, medio, valores…) a través del juego del ajedrez, y tenemos un retorno muy positivo tanto de los profesores como de los alumnos y las familias», comenta Amigó.
La formación es necesaria también para los docentes que conocen el juego. «El simple hecho de saber jugar al ajedrez no quiere decir que lo sepas usar como herramienta educativa», subraya Amigó. «Por ejemplo -continúa-, con los más pequeños no empezamos jugando con todas las piezas, sino que podemos jugar a capturar letras del tablero usando el movimiento de una torre o de un caballo, y gana quien forma la palabra más larga, de esta manera están trabajando la lengua y están aprendiendo a observar antes de mover». Por eso, lo que les gustaría es que «las facultades de Educación ofrecieran esta formación a los estudiantes de magisterio, aunque fuera como optativa, y así saldrían muchos más maestros que ya sabrían cómo aplicar el ajedrez en las escuelas».
Para Prió, incluso se puede hacer la distinción entre ajedreces transversales, que serían «los que cogen una o dos materias curriculares y mezclan sus contenidos con el ajedrez», y el ajedrez propiamente educativo, que sería «el que contribuye a la educación integral del niño a partir del trabajo de las capacidades intelectuales, los contenidos y las competencias».
Algo parecido ocurre en Andalucía. El programa Aula de Jaque se encuentra, este curso, en su cuarta edición. Cada inicio de curso se plantea a los centros participantes que elaboren un plan de actuación, explica Azuaga, en el que detallen qué quieren hacer a través del ajedrez ese curso. Durante los meses, cada persona del equipo de coordinación está encargada de tutorizar a una serie de colegios e institutos, unos 20 por persona.
Durante ese tiempo se van revisando los objetivos y las actividades realizadas para evaluar su funcionamiento para, una vez terminado, poder realzar una evaluación final y una memoria final. Además, desde Aulas de Jaque también se realizan acciones de formación para el profesorado. Azuaga insiste en que no es necesario que el profesorado tenga ninguna experiencia previa con el ajedrez. No es necesario, siquiera, que sepan jugar para ponerse manos a la obra.
Mejora en los aprendizajes y ninguna diferencia entre niños y niñas
Paralelamente al programa Escacs a l’Escola, se creó el Observatorio Ajedrez y Educación en la Universidad de Girona (UdG), con la participación de expertos de diversas disciplinas. Durante estos años el observatorio ha hecho de puente de comunicación entre los cientos de docentes que participan, organizando un encuentro anual, y con las experiencias que se llevan a cabo en otras comunidades autónomas, en especial en Aragón, Andalucía y las Islas Canarias. Su directora, la profesora de Estadística, Carmen Saurina, explica que estos encuentros no sólo no se han dejado de hacer debido a la pandemia, sino que el hecho de hacerlas virtuales (se hicieron dos en octubre y se harán dos más en febrero) les ha permitido llegar a mucha más gente que antes. Aparte de la UdG, la Universidad de Lleida (UdL) y más recientemente la Universidad Rovira i Virgili (URV), también se han sumado al programa Ajedrez en la Escuela. De hecho, en la UdL se ha creado una cátedra sobre ajedrez y educación.
Hace unos años, el Observatorio hizo una evaluación del programa durante dos cursos, a partir de unos cuestionarios a los alumnos de 1º de primaria de 40 centros, de los que 25 seguían el programa y 15 no, si bien tenían una composición socioeconómica similar. A pesar de las limitaciones del estudio, la primera conclusión fue que se observaba una mejora significativa en los aprendizajes de los alumnos que hacían el ajedrez educativo, tanto en el ámbito matemático (capacidad de pensamiento lógico-matemático, dominio numérico y operativo, capacidad métrica, mejora en la orientación espacial y en la resolución de problemas) como en el lingüístico (comprensión literal y relacional, comprensión y percepción visual y en la comprensión organizativa e interpretativa). La segunda conclusión es que no se observaba ninguna diferencia entre niñas y niños, ni en los centros del programa ni en los de la muestra de control.
En cuanto a la opinión de los maestros, la encuesta confirmaba la sensación de que los aprendizajes habían mejorado, pero además destacaba que se habían observado otras mejoras, en cuanto a la motivación, la capacidad de concentración, el disfrute en el aprendizaje a través del juego, el aumento de la reflexión o el incremento del respeto a los compañeros. «Nuestros estudios sólo confirmaron lo que ya nos decía la búsqueda internacional. Y en estos momentos, el interés se centra en saber hasta qué punto el ajedrez ayuda a mejorar las funciones ejecutivas (memoria de trabajo, flexibilidad, planificación, adaptabilidad, etc.), nosotros también estamos investigando en esta línea y esperamos poder presentar los resultados de un estudio que estamos haciendo a finales de curso», añade Saurina.
Herramientas para la vida y beneficios sociales
Observo, pienso y juego es el lema del programa Escacs a l’Escola. «El hecho de tener que analizar las jugadas posibles y sus consecuencias antes de decidir, frenar la impulsividad, esperar el turno, tener paciencia, respetar al otro, saber ganar y saber perder, aceptar los propios errores… todo ello son aprendizajes que podemos transferir a la vida real, y por eso el ajedrez se está introduciendo en los sistemas educativos de muchos países», comenta Amigó. Jordi Prió coincide: «Tienes que analizar la situación como si hicieras un DAFO y tomar decisiones, algunas serán acertadas y otras no, por eso el ajedrez es también un entrenamiento para el futuro profesional».
«Es una simulación de la vida», comenta Azuaga. Se trabajan elementos como la memoria a corto y largo plazo, la anticipación, el reconocimiento del error («sobre el tablero es fácil valorar cuál fue el error que se cometió») y, destaca el experto, la toma de decisiones.
El ajedrez educativo no es incompatible con el deportivo. «En el ajedrez educativo el aprendizaje del juego es una consecuencia, pero no un fin, por eso, si alguien quiere aprender más siempre puede ir a un club», dice Prió, el cual es también árbitro de la federación catalana y durante años presidió el Club de Ajedrez de Balaguer. Para este docente, el ajedrez deportivo es «una actividad mental que se adapta al nivel de cada uno, al igual que hay gente que juega al fútbol con los amigos y otros que lo hacen en competiciones profesionales». «No estamos en contra de la competición, y a veces hay escuelas que hacen pequeños torneos; si la competición está bien enfocada puede ser positiva, porque también es una manera de aprender, independientemente del resultado de las partidas; de hecho el campeón del mundo Capablanca decía que podías aprender más de una derrota que de cien victorias», comenta Marta Amigó, para la que hay que romper con la idea/barrera según la cual «para jugar al ajedrez tienes que ser muy inteligente».
Más allá de eso, Amigó y Prió aseguran que el ajedrez, en especial en su formato educativo, tienen también unos evidentes beneficios sociales. «Fomentan la igualdad de género porque hombres y mujeres tienen las mismas oportunidades, combaten el racismo porque el éxito no depende del color de la piel, y favorecen la relación intergeneracional porque es un deporte donde pueden competir jóvenes contra grandes», dice Prió. En cuanto a las escuelas, añade, también fomentan la integración del alumnado recién llegado y del que presenta algún trastorno o discapacidad como el autismo o el TDAH. «Se han hecho estudios con alumnos con TDAH -añade Marta Amigó- a algunos se les ha podido reducir la medicación gracias a que se les ha recetado jugar al ajedrez; esto puede parecer extraño, porque el ajedrez puede parecer aburrido, y hay padres que no entienden cómo su hijo, que no para quieto, puede estarlo durante bastante rato ante un tablero, pero es que el cerebro de este chico o chica está constantemente en movimiento».
Azuaga trabaja, mediante el ajedrez, con chavales en riesgo de exclusión social (aunque no solo) y lo hace desde posiciones muy diversas. Una de ellas pasa por el análisis de los errores cometidos durante el juego como «elemento clave del aprendizaje». «No existe la partida perfecta. No pretendemos crear campeones del mundo» pero sí es importante «estar alerta a esos errores incluso cuando ganamos las partidas». Habla de la importancia del «análisis postmortem» en relación a cómo se han desarrollado los movimientos para observar cuáles fueron nuestros errores y aciertos. Volviendo al simil de la serie Gambito de Dama, algo que se ve constantemente a lo largo de sus capítulos.
También insiste en la vertiente «social y educativa» del ajedrez. Cuando se encuentra con los chicos y chicas en una clase de compensación educativa hace el ejercicio de preguntar quién cree que ha tenido mala suerte en su vida. Se asombra de la cantidad de manos levantadas entre chavales de 12 o 13 años. Gracias al ajedrez, al análisis de las partidas, al trabajo sobre herramientas como la anticipación, les demuestra que, más allá de la influencia de la suerte, también pesan en los resultados que se obtienen variables como la toma de decisiones. Controlar los impulsos que les llevarían a una jugada poco meditada puede suponer un antes y un después. Dentro y fuera del tablero. «Es casi terapéutico», asegura.
En las Islas Baleares también pusieron en marcha un programa con el mismo nombre (Ajedrez y Escuela) el curso 2018-19 como proyecto piloto. En este curso ya participan 28 centros: 22 de Mallorca, 2 de Menorca, 3 de Ibiza y 1 de Formentera. También concebido como herramienta educativa dentro del horario lectivo, la Conselleria de Educación de las Islas asegura que a la vez busca mejorar «la atención, la concentración, la memoria, la resolución de problemas, la comprensión lectora, la toma de decisiones… y potenciar, la sociabilidad, la ayuda entre compañeros, el respeto entre iguales, la igualdad de género, la gestión de las emociones. Y el fomento de los valores de la deportividad, el esfuerzo, la superación y la constancia».