La atención temprana es una práctica dirigida a proporcionar la calidad de vida del niño en las diferentes dimensiones de su desarrollo mejorando el bienestar físico, emocional, interpersonal, cognitivo y social. Entre la cantidad variada de principios para una intervención óptima, se podrían definir los siguientes:
- Conseguir un desarrollo global, normalizado y armónico.
- Potenciar las habilidades intelectuales/cognitivas, sociales y personales.
- Alcanzar el mayor nivel de integración socio-educativa.
- Favorecer la creación de vínculos de apego.
- Garantizar la autocompetencia en el cuidado y atención a las necesidades del niño.
La globalidad, la normalización y la inclusión son conceptos que conforman el servicio de atención temprana. Los cambios sociales y la influencia de factores biológicos, así como psicológicos, han generado una forma diferente de actuar con el niño en su primera etapa de vida. Esta etapa es la más importante porque se asientan las bases del desarrollo (físico, psicológico y emocional), las habilidades para comunicarse y las destrezas personales para vivir
en sociedad.
Este sistema fue cogiendo forma por primera vez en la década de 1990-2000 donde se plantearon los problemas y necesidades que se encontraban en los menores. A partir de ahí, se formaron las primeras tesis sobre la estimulación temprana. Como consecuencia de estas actividades y de los acuerdos tomados por profesionales del Grupo de Atención Temprana (GAT) se creó El libro blanco de Atención Temprana. Este define el servicio como «el conjunto de intervenciones, dirigidas a la población infantil de 0-6 años, a la familia y al entorno, que tienen por objetivo dar respuesta lo más pronto posible a las necesidades transitorias o permanentes que presentan los niños con trastornos en su desarrollo o que tienen el riesgo de padecerlos. Estas intervenciones, que deben considerar la globalidad del niño, han de ser planificadas por un equipo de profesionales de orientación interdisciplinar o transdisciplinar».
Este libro trazó las líneas metodológicas y el conjunto de acciones que se orientan para trabajar la prevención y la intervención asistencial de los niños, definiendo los principios, organización y funciones y proyectar el diseño de actuaciones de manera eficaz hacia la infancia y las familias.
La atención temprana tiene como objetivo principal el de atender a niños con perfiles variados y con características tan diversas que precisan de profesionales especializados en algunas patologías. Podemos encontrar, como muestra, algunos retrasos evolutivos en dos o más áreas; retraso o trastorno del desarrollo motor; trastorno sensorial visual y auditivo. En este grupo se incluyen el déficit visual y auditivo de diferente grado. En ocasiones, según diferentes estudios de investigación, un trastorno del desarrollo sensorial no compensado con las estrategias
educativas adecuadas, puede ser causa de discapacidad intelectual. También se incluyen trastornos en el desarrollo cognitivo, del espectro autista, en la comunicación y lenguaje, entre otros. Destacar también que hay factores externos que influyen en el desarrollo del menor como son los biológicos de riesgo perinatales, los factores biológicos de riesgo postnatales y los sociales.
En los últimos años, se han generado proyectos de transformación para la mejora del servicio y la realización de su práctica en modelos centrados en la familia. Por ello, los centros han creado documentos que especifican los objetivos funcionales acordados con la familia, así como el criterio acordado de su nivel y tiempo de consecución. Se clasifican algunos elementos que tener en cuenta en la atención centrada en la familia:
- Ayudar en la colaboración familia-profesional.
- Respetar la diversidad.
- Reconocer los puntos fuertes y la individualidad de la familia.
- Compartir información diariamente.
- Facilitar el apoyo y la formación de las redes de apoyo entre las familias.
- Responder a las necesidades de desarrollo del niño y de la familia.
- Adoptar políticas y prácticas que proporcionen apoyo emocional.
- Diseñar asistencia flexible, competente y sensible a las necesidades familiares.
Este modelo de intervención en el sector infantil, no debe ser visto únicamente desde la rehabilitación. La combinación del ámbito clínico y del educativo es esencial en el desarrollo multidimensional e integral del menor. La intervención en rutinas, en este caso del aula escolar, permite que el niño tenga la oportunidad de alcanzar objetivos individuales que se incluyen dentro de una actividad significativa. Esto permite que dichos objetivos se mantengan cuando el profesional no esté presente de modo que el niño sea capaz de ponerlos en práctica de manera autónoma y con leve apoyo del adulto. Es muy importante y necesario que se aproveche la riqueza del entorno del niño favoreciendo la inclusión en el aula infantil. La educación basada en la igualdad y la inclusión debe ser una estrategia básica en la intervención con el menor.
El desarrollo integral de la persona es el principal foco de actuación de la estimulación temprana. Tales intervenciones tienen que considerar la globalidad del niño, siendo planificadas por un equipo de profesionales de orientación interdisciplinar y transdisciplinar.
«Educar no es otra cosa que garantizar el desarrollo emocional pleno de nuestros niños y niñas». Pepa Horno.