El Ministerio de Educación y FP lleva meses trabajando en la mayor de las discreciones sobre el cambio curricular que trae bajo el brazo la Lomloe. Un nuevo currículo que, como se ha repetido hasta la saciedad, será menos enciclopédico y memorístico y apostará por las competencias clave como su base fundamental. Verá la luz, si todo sigue su curso esperado, en el curso 2022-2023.
Dese la LOE de 2006 ya se incorporaron, con mayor o menor acierto, las competencias clave (básicas en aquel momento) a los textos legislativos. La Lomce también habló de ellas pero, parece, será con la Lomloe con la que habrá una apuesta más decidida en relación a su puesta en marcha.
Estas competencias clave son el sustrato que dirigirá el aprendizaje a lo largo de la educación básica y, de alguna manera, tendrá dos hitos importantes, encarnados en los perfiles de salida que se han determinado para la educación primaria y al finalizar la secundaria obligatoria.
Las competencias clave serán: la comunicación lingüística; plurilingüe; matemática y científica y tecnológica, digital; personal, social y de aprender a aprender; ciudadana; emprendedora, y en conciencia y expresión culturales. Según el borrador de uno de los documentos que hace un par de días el Ministerio envió a las comunidades autónomas y al que ha tenido acceso este periódico, estas ocho competencias no estarán jerarquizadas por importancia, no serán contenedores estancos independientes y no corresponderán «directa y unívocamente con una única área, ámbito o materia». El objetivo es que supongan «modificaciones importantes en el proceso de enseñanza-aprendizaje, que debe adoptar una perspectiva globalizadora».
Cada una de ellas encierra, asegura el documento, tres dimensiones: la cognitiva/conocimientos; la instrumental/destrezas, y la actitudinal/actitudes. Todas ellas estarán recogidas en el perfil de salida de la educación básica así como en los descriptores de las competencias clave.
Perfil de salida
Este perfil de salida de la educación básica no ha aparecido de la nada. Sus fundamentos se basan en la Recomendación del Consejo de Europa del 22 de mayo de 2018.
En el documento de trabajo del Ministerio, en el perfil aparecen las diferentes competencias clave, someramente explicadas para, después, describir los dos perfiles de salida, el de primaria y el de la educación básica (tras la secundaria). Se trata de extensa tabla en la que se enumeran y explican los descriptores operativos que dan sentido a cada una de las competencias clave.
Por ejemplo, en la competencia en comunicación lingüística, al completar la educación primaria se establecen cinco descriptores, como pudiera ser: «Comprende, interpreta y valora de manera guiada los textos orales, escritos y audiovisuales sencillos del ámbito personal, social y educativo para participar activamente en contextos cotidianos y para construir conocimiento». Este mismo descriptor también se utiliza para el perfil de salida tras la educación secundaria, aunque con ligeras modificaciones: «Comprende, interpreta y valora con actitud crítica textos orales, escritos y audiovisuales del ámbito personal, social, educativo y profesional para participar en diferentes contextos de manera activa e informada y para construir conocimiento».
De esta manera, cada una de las ocho competencias se divide en un número diferente de descriptores, entre tres y cinco, que serán las guías que definirán los conocimientos que debe tener cualquier alumno al terminar la ESO. En palabras del Ministerio: «Señala los desafíos que todo ciudadano debe poder afrontar y las competencias clave que requiere para ello».