El respeto hacia los otros estuvo en el centro de la vocación educativa de Pedro, inseparable de su vocación artística. El respeto marcó sus quehaceres como profesor de música, como director de la Escuela de Música de Talavera, como presidente de la Asociación de Escuelas de Música y como teórico de la educación musical. Y el respeto fue, desde luego, la guía de su trabajo como impulsor del proyecto al que dedicó, con imbatible tenacidad, además de mucho tiempo y esfuerzo, su talento organizativo y su capacidad para entusiasmarse y entusiasmar: LÓVA -La Ópera, un Vehículo de Aprendizaje-. Proyecto que constituye, a mi juicio, uno de los más interesantes y fecundos que se han desarrollado en las últimas décadas en la educación española.
Otros mejor que yo pueden describir el método de LÓVA y contar su exitosa historia. Como modesto colaborador que he sido del mismo, gracias a una invitación de Pedro que nunca le agradeceré bastante, sí me atrevo a decir que, antes que nada, LÓVA es una escuela de libertad y responsabilidad. Su fórmula es tan sencilla como ambiciosa: una clase se constituye en compañía, de modo que las y los escolares, acompañados -que no dirigidos- por sus docentes, llevan adelante, en horario lectivo, una producción operística. Para lo cual, ellos mismos, tras elegir el tema de la obra, se organizan en equipos que se hacen responsables de la escritura del libreto, de la composición de la música, del diseño y de la realización de escenografía, vestuario e iluminación, de la dirección, de la interpretación y de la regiduría, durante todo el curso y hasta el día del estreno.
Hoy podemos decir que LÓVA ha sido un proyecto enormemente fértil. Sabemos que muchos de los cuatrocientos docentes que han ayudado a alguna de las clases-compañías expresan que su encuentro con LÓVA ha sido decisivo en su camino profesional. Y conocemos que muchos de los jóvenes creadores de las más de quinientas óperas estrenadas recuerdan su participación en ellas como una experiencia inolvidable, no solo porque entraron en contacto íntimo con la creación musical y con los secretos de las artes escénicas y hallaron un espacio para examinar este mundo e imaginar otros mundos, sino también, y sobre todo, porque aprendieron a tomar decisiones junto a sus compañeros, y comprendieron que el éxito del trabajo de estos dependía del compromiso con que ellos realizasen el suyo.
A mi juicio, LÓVA es una aventura educativa ejemplar, de hondo valor moral y político. Porque una sociedad cuya escuela tiene en su centro proyectos de esa naturaleza está más preparada contra la docilidad y el autoritarismo, y es más capaz de resistir.
Por su sabiduría, talante y generosidad, Pedro Sarmiento era el mejor líder posible para esta aventura, y lo ha sido hasta el final. De ahí que, sabiendo que le quedaba poco tiempo de vida, dedicase buena parte de este a asegurar el futuro de LÓVA. No habría mejor homenaje a su figura y su empeño -además de gozar de sus creaciones como compositor e instrumentista en el Boston Art Quartet o en Iberia, en la base de las cuales siempre estuvieron su pasión por la música y su respeto por cada oyente- que hacer lo posible para la extensión y el ahondamiento del proyecto que Pedro impulsó con la visión de quien fue un auténtico maestro.
Pedro ha sido, sí, un maestro, esto es, alguien consciente de que había de ser ejemplar en cada una de sus acciones. Y nunca lo ha sido tanto como en los últimos meses, en que nos ha entregado una inolvidable lección. Apoyado por su esposa, Cuqui y por sus hijas Ana y Laura -a las que, por cierto, dedicó composiciones musicales llenas de amor y de belleza-, convirtió días durísimos en un tiempo de celebración de la vida; un tiempo para la dignidad, la amistad y la alegría.
Los que hemos tenido la suerte de que la vida nos acercase a Pedro y de haber gozado de su sonrisa, de su inteligencia, de su rico conversar y de su buen callar, nos sabemos en deuda hacia él. Pero también le son deudores muchos que no lo conocieron y que, sin embargo, gracias a Pedro Sarmiento han vivido en una sociedad más bella, más fuerte, más libre. Estoy seguro de que su influencia va a ser duradera y creciente. Gracias, Pedro, por todo lo que nos has dado. Gracias, Pedro, por todo lo que vas a darnos.