Pedro Uruñuela es, además del consejero de Educación de La Rioja, uno de los mayores expertos en convivencia de todo el país. Prueba de ello es el nuevo Decreto de Convivencia que hasta el 12 de julio pasará el trámite de consulta pública para recibir las aportaciones de la comunidad educativa.
Se centra en la prevención, la gestión del aula, la convivencia positiva así como en la restauración y los valores éticos y deja a un lado, aunque no olvida, la tipología de las faltas y los castigos correspondientes en función de su gravedad.
El consejero asegura que ya existen algunas normativas que contemplan aspectos similares, pero que este decreto es el más abierto en este sentido. En cualquier caso, afirma, «es muy diferente al anterior, de 2007», centrado en la disciplina, las faltas, sanciones y expedientes. Ahora han querido «organizarlo en función de la convivencia positiva» en los centros educativos.
El Decerto supone de esta manera una vuelta a la tortilla en relación a cómo suele entenderse la convivencia en los centros educativos. Entre otras cosa porque no permitirá, por ejemplo, la expulsión del alumnado del centro, a excepción de casos muy graves.
Para que esta forma de mirar cale lo más profunda y rápidamente posible, el Decreto establece un plan a cinco años vista para que, en ese tiempo, y gracias a un equipo de 12 personas, todos los centros educativos de la Comunidad, sean públicos o concertados, reciban la formación necesaria para ponerlo en marcha. Asegura Pedro Uruñuela, además, que se ha establecido un presupuesto específico para llevarlo a cabo.
Además de esta formación, que se centraría en los aspectos que más interesasen a los centros en función de sus necesidades, el decreto también establece que en cada uno habrá una persona encargada de la coordinación de convivencia y que para facilitar su labor contará con una liberación horaria de entre 3 y 9 horas en función del tamaño del centro en el que se encuentra.
El Decreto se organiza en siete títulos diferentes que van desgranando los pasos que la normativa quiere seguir. En el primero se describe la convivencia positiva y cómo esta se centra en ser proactiva, en la prevención de los posibles problemas de convivnecia y no tanto en la reacción o el control del alumnado.
El segundo hace un análisis de los posibles conflictos, su importancia y cómo abordarlos como, por ejemplo, un sistema de mediación en los centros o la enumeración de una serie de prácticas restaurativas. A continuación, en el título tercero se fija en la violencias en la escuela, y se centra en el acoso, el ciberacoso, la violencia de género y la disrupción en el aula. Se establecen tres niveles de actuación en cada uno de los casos: prevención, actuación ante un caso de violencia y el enfoque restaurativo ante la situación.
El título cuarto establece las normas, la corrección de lo que ocurra y la gestión del aula. Las normas se basarán no tanto en describir qué puede y qué no puede hacer el alumnado, sino que tendrá un enfoque positivo centrado en dar autonomía y ejercitar el autocontrol por parte del alumnado. Las correcciones de comportamiento pondrán el foco, a su vez, en la reparación, la restauración y la prevención. También, claro, en la sanción de los casos de violencia o acoso que puedan darse así como establece una escala. Es aquí donde la expulsión del alumnado se verá reglamentada para casos extremos dado que la idea es «recuperar al alumno dando sentido», dice el consejero, a lo que se hace, reintegrándolo. Por último están las medidas de gestión del aula, que se centran en ver si el centro es inclusivo, se se trabaja en equipo, si hay colaboración.
El siguiente título, el quinto, se centra en la necesidad de participación del alumnado en la organización de los centros, con figuras como el alumno ayudante, puesto que el Decreto entiende que la convivencia tiene una de sus patas más importantes en la participación de la comunidad en la vida de los centros y las aulas. El título sexto se centra en las competencias para la convivencia y, en este sentido, explica Uruñuela, se basa en los argumentos de Manuel Segurar y habla de los estilos de pensamiento que desarrolla el alumnado y que hay que trabajar, como el pensamiento empático; también la inteligencia emocional, la regulación frente a la reacción; también el trabajo en habilidades sociales, fundamentadas en la comunicación y, por supuesto, el trabajo en relación a los valores éticos necesarios para la convivencia como la aceptación de las diferencias o el respeto.
El último de los títulos, el séptimo, es el que desarrolla el plan de desarrollo a cinco años. El Decreto también espera poder reactivar la actividad del Observatorio de la Convivencia de la Comunidad con el objetivo fundamental de realizar estudios que puedan ir dando cuenta de los avances que se consiguen en convivencia gracias a este nuevo Decreto.
Si todo va en orden, el consejero espera que en las próximas semanas pase los trámites de información pública, los jurídicos y el visto bueno también del Consejo Escolar de La Rioja. De esta manera, en el mes de septiembre podría comenzar a dar sus primeros pasos.