Eduardo Galeano escribió “La utopía está en el horizonte. Camino dos pasos, ella se aleja dos pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá. ¿Entonces para qué sirve la utopía? Para eso, sirve para caminar”. Estoy de acuerdo en que necesitamos una línea de horizonte que nos ayude a caminar, pero a veces tengo la impresión de que no nos movemos, que nos encontramos en un croma. En el caso de la escuela, en un set cinematográfico por el que pasan leyes, decretos, recomendaciones, innovaciones, prescripciones (¡todo el mundo sabe lo que se tiene que hacer!), artefactos tecnológicos…. Pero en las dimensiones “reales” del contexto todo sigue prácticamente igual.
En la presentación del voluminoso informe, al que se han dedicado considerables recursos, el presidente del Gobierno afirmó que “España es un país con hambre de futuro”. Pero por lo que me rodea, para mí es más un país con “hambre de presente”. Porque, como argumentaba Desmond Tutu en el discurso de aceptación del Doctorado Honoris Causa de la Universidad Pompeu Fabra: “El ayer es historia; el mañana es misterio, sólo el hoy es un regalo, y por eso se llama presente”.
A mí me parece fundamental pensar, discutir, consensuar, hacia dónde queremos ir, en qué tipo de mundo queremos habitar porque, si no, nos pasará como a Alicia en el País de las Maravillas, que al preguntar: “¿Me podrías indicar, por favor, hacia dónde tengo que ir desde aquí?”, el gato de Cheshire nos responderá: “Eso depende de a dónde quieras llegar”. Sí, es importante pensar y repensar hacia dónde queremos ir (incluso mejor, hacia dónde NO queremos llegar). Pero que no siempre sea mañana, en el futuro, sino hoy porque solo tenemos presente.
Las personas de mi edad hemos leído muchos informes sobre los retos del futuro de la educación. Pero ¿cuántos pasos significativos hemos dado para conseguirlos para todos, y no solo para unos pocos?
En 1994, un informe de la OCDE coordinado por Jacques Delors basaba la educación a lo largo de la vida en cuatro pilares: aprender a conocer, aprender a hacer, aprender a vivir juntos, aprender a ser. La pregunta es ¿los hemos construido?
El marco europeo ET 2020 decía perseguir cuatro objetivos comunes de la UE: (a) hacer del aprendizaje permanente y de la movilidad una realidad; (b) mejorar la calidad y eficacia de la educación y la formación; (c) fomentar la igualdad, la cohesión social y la ciudadanía activa; (d) incrementar la creatividad y la innovación, incluido el emprendimiento, en todos los niveles de la educación y la formación. ¿Se han alcanzado? ¿Puede la UE “pasar de curso”?
Y vamos hacia 2030. El 25 de septiembre de 2015, 193 países se comprometieron con los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas y su cumplimiento para el año 2030. El número 4 se centraba en la Educación de calidad. Se pretendía asegurar: (a) que todas las niñas y niños terminen la enseñanza primaria y secundaria, gratuita, equitativa y de calidad; (b) que todas las niñas y niños tengan acceso a servicios de atención y desarrollo en la primera infancia y educación preescolar de calidad; (c) el acceso igualitario de todas las personas a una formación técnica, profesional y superior de calidad; (d) aumentar considerablemente el número de jóvenes y adultos con las competencias necesarias para acceder al empleo, el trabajo decente y el emprendimiento; (e) eliminar las disparidades de género en la educación y asegurar el acceso igualitario a todos los niveles de la enseñanza y la formación profesional; (f) que todos los jóvenes y una proporción considerable de los adultos estén alfabetizados y tengan nociones elementales de aritmética; (g) que todos los alumnos adquieran los conocimientos teóricos y prácticos necesarios para promover el desarrollo sostenible; (h) construir y adecuar las instalaciones educativas teniendo en cuenta las necesidades de todo el alumnado; (i) aumentar considerablemente a nivel mundial el número de becas para la educación superior; (j) aumentar considerablemente la oferta de docentes cualificados.
Seis años han pasado y, según mi experiencia profesional en diferentes lugares, la mayoría de estos 193 países “no progresan adecuadamente”.
Y llegamos a los 50 objetivos y nueve grandes desafíos para alcanzar en España de aquí a 2050. El segundo desafío es: conquistar la vanguardia educativa. Y aquí los expertos (11 en el caso de la educación) nos dicen lo que “debe hacerse”: (a) reducir el porcentaje del alumnado que, con 15 años, ha repetido al menos una vez. (b) Disminuir la tasa de abandono escolar. (c) Conseguir que el 93% de la población entre 25 y 34 años tenga una educación superior a la ESO. (d) Mejorar la equidad del sistema, elevando de manera especial las oportunidades de quienes sufren mayores desventajas de origen. (e) Mejorar los resultados nacionales de aprendizaje (en evaluaciones como PISA u otras de carácter diagnóstico). (f) Duplicar la actual proporción de estudiantes de 15 años con rendimiento alto en dichas evaluaciones. (g) Incrementar progresivamente el gasto público en educación hasta cotas del 5,5% del PIB a mediados de siglo, garantizando una mejora similar en el gasto por estudiante. Este incremento de la financiación debe venir acompañado de mejoras significativas en la eficiencia y composición del gasto.
También señalan algunos frentes: a) Rediseñar el currículum. b) Avanzar hacia una mayor profesionalización de la carrera docente. c) Mejorar la gobernanza del sistema educativo. d) Impulsar un sistema de evaluación eficaz, apoyado por una cultura de la transparencia y la asunción de responsabilidades. e) Mejorar la financiación. F) Ampliar y diversificar las opciones formativas postobligatorias
De acuerdo, señores y señoras del Gobierno y expertos (104 en total, si no he contado mal) que nos dicen lo que “hay que hacer” y los “frentes” que mejorar. (Aunque se podrían considerar otras visiones sobre el significado de la calidad educativa). Pero una vez más nos falta el cómo. No encontramos en el informe ninguna indicación de cómo, dónde, cuándo, con qué medios y mediante qué recursos humanos y materiales vamos a comenzar esta andadura. Porque los niños y jóvenes de hoy tendrán entre 30 y 40 y tantos años en 2050 y la única experiencia educativa que conocen es la que están viviendo cada día.
Este tipo de informe hace pensar en la aparente incapacidad que tenemos para vivir y transformar el presente. En si no estamos sometidos a un permanente efecto NOQEA (no quiero estar aquí) que nos proyecta al futuro porque no nos gusta el presenta. En si seguimos presa de ese pensamiento infantil de que, si cerramos los ojos y pensamos en algo con intensidad, al final sucederá. Pero lo único que sucede son nuestras acciones u omisiones y la consecuencia de estas.
De ahí, señores y señoras gobernantes y expertos, no dejen el informe en el cajón y se vayan de vacaciones. Ayúdenos a confiar en que su acción ha valido la pena comenzando los primeros pasos, porque hoy ya es mañana. Si nada pasa hoy, nada transformará ni el presente 2021 ni el futuro 2050. O sí, pero quizás (más bien seguramente) no en el sentido propuesto en el informe.