Una de las estrategias que ayudan a verificar la importancia de la transformación en educación es sacar las buenas prácticas de la invisibilidad de las aulas, exponerlas en público, asistir a encuentros donde profesorado muestre aquello que hace; escuchar a expertos que aportan argumentos para interpretar; empresas que enseñan nuevos productos con posibles soluciones que ayudan al aprendizaje. Y todo en un ambiente de diálogo, de interactividad para la creación de nuevas sinergias, para ayudarnos a abrir los ojos hacia el futuro. También se ha de imponer el filtraje y la valoración de las propuestas escuchadas en relación con las realidades de cada centro educativo. Por muy interesante que parezca todo, los contextos de cada claustro y de cada docente son unos y no toda la tecnología cabe en todas partes.
Pretextos
El último pretexto fue el congreso sobre las TIC y la educación titulado La Tecnologia educativa al servei de l’aprenentatge (La Tecnología educativa al servicio del aprendizaje), organizado por EduTechcluster y celebrado el 27 y 28 de abril en Barcelona. Actos como este representan una recarga de las baterías del conocimiento en ámbitos diversos. Expertos internacionales como Marc Prensky (creador de la calificación nativos digitales i inmigrantes digitales, ahora con el concepto de empoderar al alumnado y empoderarnos con nuevas ideas; el alumnado tiene grandes ideas para compartirnos, no son cerebros vacíos a los cuales solo hay que enseñar; tecnologías que empoderen a la educación y al alumnado para que puedan realizar proyectos que impacten realmente en la sociedad) o Geoff Petty (aprendizaje basado en evidencias; no se ha de innovar por innovar pero sí escoger una tecnología innovadora basada en evidencias y priorizar la formación del profesorado) fueron unos referentes internaciones, tan importantes como el resto de las muestras del conocimiento surgidas de las aulas o de las empresas, con profesionales entusiasmados por resultados conseguidos fruto de la inversión de muchas horas.
Se presentaron ejemplos de evidencias muy significativas, como la del instituto Las Musas (Madrid) que preparan el lanzamiento de un nanosatèlite de un millón de euros, centros educativos que aprovechan y adaptan dispositivos para efectuar electrocardiogramas (SEK Catalunya en La Garriga, Barcelona), el análisis profundo de los datos de los centros educativos para generar evidencias en la institución y mejoras (Institució Cultural CIC de Barcelona), el valor de la interacción en el aula y la participación de otras personas, el liderazgo de la innovación y de la estrategia digital de centro, la digitalización que conduce a la personalización de la educación y no a la individualización, resaltando la importancia de los valores del ecosistema educativo.
También, una parte importante del público descubrió presencialmente en el espacio del congreso. La huella digital en Twitter y en otras redes sociales se complementó con el reconocimiento físico y la proximidad personal en las distancias cortas. En cualquier espacio público siempre es una agradable sorpresa encontrarse después de tanto tiempo de confinamientos y presencias solo digitales.
Presentes
El ponente Marià Cano, catedrático de matemáticas, preguntó al público con qué objeto personal y próximo identificaban la IA. Pocas respuestas coincidieron con su propuesta: las Apps de nuestros teléfonos móviles. Las Apps son las que más impacto tienen hoy en la IA. Con consentimientos de instalación y uso sin leer las condiciones y sin adivinar las consecuencias, porque cuanto más cómodos son estos regalos, quizá más inseguros son y más nos comprometen.
Tal como la prensa Se ha hecho eco estos días, se debería comenzar a tratar en las aulas las capacidades de control, de espionaje, recogida de datos, rastreo y observación de lo que hacemos en todo momento. Quizá el poder de las Apps de nuestro móvil no nos espanta tanto como las últimas noticias relacionadas con programes espías israelíes tipo Pegasus, en manos de a saber quién, incluidos gobiernos. Pegasus como un ladrón más que entra en casa de quien sea (es decir, en su móvil), coge la información que puede, intenta borrar las huellas pero siempre queda alguna, entra sin avisar, con opciones de autodestrucción, implementadas de manera nativa y funciona con técnicas antiforenses. Una herramienta bastante sofisticada y, por lo que parece, muy extendida.
En el ámbito de la investigación policial, el alumnado también tendría que saber que la telefonía móvil ya es imprescindible para llegar a la detención de personas presuntamente han podido cometer delitos. El rastro del posicionamiento de las personas, la geolocalización de los aparatos y la triangulación de las conexiones a las antenas son claves para saber dónde estamos. Por otro lado, hay países que publican el lugar donde se sitúan las personas que han cometido delitos sexuales, identificados en webs en abierto, por ejemplo el Departamento de Justicia de EEUU. ¿Falta de respeto a su privacidad o alertas para tener en cuenta para la protección de quienes estén en ese entorno? Nuestros estudiantes deberían estar formados para prever situaciones, saber que la tecnología del móvil no es un juego y que la mencionada comodidad actual con estos aparatos, con las Apps y con Internet no es gratis.
IA
Según Antoni Hernández-Fernández, de la Escola d’Art i Disseny de Terrassa, y Marta Garcia-Matos, responsable de la línea de matemáticas y computación de Educaixa, la IA es un sistema de software y hardware diseñado por humanos que, ante un problema concreto, actúa físicamente en cinco pasos: adquiere datos del entono, interpreta los datos para crear un modelo, procesa la información y razona, decide y presenta una solución y, por último, analiza el resultado y se adapta (¿aprende?).
No tiene sentido entrenar los jóvenes para desarrollar trabajos que pueden realizar máquinas. Lo que nos depara el futuro, sea el que sea, será con la inteligencia artificial, son citas del experto Alfons Cornella, extraídos del libro Educar Humanos en un mundo de máquinas inteligentes (Profit Editorial) y mostradas en las jornadas. Hasta se decía que en el futuro las máquinas serán mucho mejores interpretando nuestras emociones.
Sobre la IA como protagonista también en los centros educativos, nos deparan tres aprendizajes: 1. Aprender con la IA, integrando tecnologías en las clases para mejorar el aprendizaje de los estudiantes y su instrucción; 2. Aprender para la IA, adquirir nuevas habilidades requeridas para la vida y el trabajo modelado por ella, desarrollar la creatividad del alumnado, trabajar la parte emocional de las personas, hacerlo para un entorno donde tendrá gran impacto; 3. Aprender IA para aplicarla y construir de forma efectiva nuevas herramientas y tecnologías que la utilicen. Por tanto, transformación, tecnología y aprendizaje.
¿Ejemplos de uso en las aulas? El profesor Jorge Calvo, director de Tecnología e Innovación del Colegio Europeo de Madrid, la utilizó en su aplicación al cuadro de La Gioconda, de Leonardo da Vinci.
¿Convertir los algoritmos que nos rodean en materia de aprendizaje en las aulas para conocer los criterios que usan y que nos dominan? La educación y la alfabetización digitales conociendo cómo nos recomienda las películas en Netflix, de acuerdo con la actividad explicada por el profesor Calvo. Nos remite al sentido lógico-matemático para entender sistemas de recomendación.
En otro contexto, días después estudiantes de otro centro abundaban en el tema y se preguntaban en público cómo conocía Netflix sus gustos. Cuando otros les respondían que era por la intervención de la inteligencia artificial, no les encajaban estas dos palabras y les sugerían pensar en voz alta sobre si una persona se supone que inteligente podía fabricar la llamada Artificial, si podría superar a la natural y, al final, cuál de las dos será más inteligente. En todo caso, expertos como Ramón López de Mántaras ayudan a entenderlo en sus manifestaciones en este artículo: La inteligencia artificial nunca será como la humana. Por eso son importantes proyectos y evidencias como las del profesor Jorge Calvo.
Usos y éticas
En el campo de la IA, Antoni Hernández y Marta García planteaban dos interrogantes básicos: ¿qué deben aprender los estudiantes en la era de la IA? ¿Cómo la IA transforma la educación? Organismos como la UNESCO la consideran muy importante en todos los procesos de la educación, con palabras que podía suscribir cualquier docente. ¿Cómo ayuda la IA en las aulas y en la gestión de los centros?: por ejemplo, en la evaluación formativa, predicciones, detección precoz de variables importantes para actuar después, en el desarrollo de actividades más personalizadas o en posteriores recomendaciones que se adapten a las necesidades del alumnado. También con planteamientos que obliguen a cambiar o adaptar las dinámicas tradicionales de las clases. Ejemplos: la aplicación Photomath, que utiliza la Realidad Aumentada para encontrar soluciones numéricas a expresiones algebraicas.
Permite resolver o revisar si se han hecho correctamente los ejercicios. En este caso, ¿se introduce en las aulas o no? ¿Cambiarían las dinámicas y metodologías de las clases de matemáticas? O el motor de conocimiento computacional Wolfram Alpha, que responde a consultes calculando la respuesta a partir de datos de origen externo. Son algunas propuestas de recursos que pueden ayudar a abrir nuevas vías en la transformación de la educación y para atreverse con los cambios. O no.
En el campo de las redes sociales, por ejemplo en la red comprada por Elon Musk, Twitter (ágora de difusión, de influencia, de impacto y de polémicas varias sobre la opinión mundial y cualquier temática que se plantee), los algoritmos son capaces de moderar o quizá censurar determinadas informaciones, palabras o a las personas que las publican. Es el Shadow banning, o supresión disimulada, bloqueo o restricciones concretes de acuerdo con motivos determinados. Ahora se anuncia que esta red social promoverá la libertad de expresión. Quizá no existía antes. Redes sociales como Tik Tok y sus potentes algoritmos de captación de usuarios y de conducir el cerebro y el comportamiento para ver vídeos. Una red que causa furor entre adolescentes, jóvenes y grandes.
Una interesante propuesta, con buenas reflexiones para trabajar en las clases, es recomendar el último libro de Carissa Véliz, profesora de Filosofía y Ética de la Universidad de Oxford, titulado Privacidad es poder: datos, vigilancia y libertas en la era digital (editorial Debate), que se complementa con el que Antoni Hernández y Marta García aconsejaron también, escrito por Cecilio Angulo y de nuevo Carissa Vélix, Inteligencia artificial y tecnoética, donde plantean serios dilemas éticos y Morales y los conflictos que suscita que la IA suscita en aspectos de nuestra cotidianeidad (de acceso abierto, descarga pública y gratuita -en catalán-).
Hemos de aprender primero sobra la IA. Después, pensar en el uso de los algoritmos, de la IA y del análisis de datos en la educación. No solo para mejorar o prever los procesos sino también para gestionarlos mejor y para preparar al alumnado ya desde las aulas en temes que están influyendo mucho en sus decisiones vitales. Todos juntos ya vivimos rodeados por la IA.
Tal como Antoni Hernández y Marta García citaron y recordaron: la inteligencia artificial sin los humanos está vacía. Los humanos sin la IA están ciegos.