Cada inicio de curso académico puede convertirse en una experiencia fascinante o en un instrumento de tortura, y el matiz por estar a un lado u otro puede ser muy pequeño a veces. Para los estudiantes de secundaria puede ser un cóctel explosivo: cambio de escuela, nuevos amigos, nuevos acosadores, comida, ropa, profesores, hablar en público, trabajos en grupo, exámenes, deberes, familia, falta de espacio o cambios en el cuerpo son algunos de los temas que deben lidiar los jóvenes preadolescentes y adolescentes… aquí y en todas partes.
Raina Telgemeier es una autora estadounidense de novelas gráficas infantiles y juveniles, que ha conectado con estos jóvenes explicando su experiencia personal en diversas obras (bueno, en realidad, ha conectado con los jóvenes y los no tan jóvenes). En Coraje (Guts, 2019), publicada en castellano por Ediciones Maeva, obra ganadora entre otros de dos premios Eisner (a la mejor publicación infantil y juvenil y al mejor escritor e ilustrador), la autora explica su experiencia real con la ansiedad, provocada inicialmente por su emitofobia (miedo desproporcionado a vomitar, una emoción desencadenada a partir de una intoxicación alimentaria que tuvo a los nueve años), y que se acabó agravando con ataques de pánico por todo el estrés acumulado en la escuela.
Como si se pudiera evitar el estrés, como le recomendó en su día su pediatra para evitar los dolores de estómago. Telgemeier nos muestra su parte más íntima (ella misma reconoce en las entrevistas que no sabía cómo dibujar sus “estancias” en el inodoro o el miedo a sus propias ventosidades, por la vergüenza que le suponía reconocerlo y plasmarlo en el papel), con un estilo que facilita que el lector empatice con el personaje, se sienta identificado en su caso, y acompañe a la protagonista (la misma autora), en su devenir cotidiano entre el hogar, el instituto, los médicos y las visitas al psicólogo. Comprendemos los pensamientos que la atormentan (la pregunta típica: «¿Y sí…?»), y simpatizamos cuando el personaje protagonista es honesta en la descripción de su día a día y, especialmente, cuando descubre que, a su alrededor, sus amigos y compañeros de clase también están viviendo su propia odisea particular, cada uno a su manera y por distintos motivos.
Hablar de forma tan abierta, real y reflexiva sobre la salud mental contribuye a eliminar el estigma que pueda suponer y da un instrumento muy valioso para el lector, la familia, los profesores y los terapeutas. La obra Coraje es un claro ejemplo del potencial pedagógico de las novelas gráficas y una palanca para que los lectores puedan verse reflejados y animarles a que expresen sus inquietudes también dibujando, algo que la autora ha trabajado en los últimos lustros a partir de las peticiones que les hacían llegar los jóvenes lectores. Esta tarea se concretó en un libro publicado el mismo año que Coraje y que es una invitación a realizar tu propio diario personal dibujado. Se trata de la obra Dibuja y ¡Sonríe! (Share your Smile, 2019), en el que explica su proceso de trabajo, cómo hacer el guión, los esbozos, los dibujos en lápices, etc., animando a la vez a potenciar el interés por la experimentación al estilo (no ocurre nada si no sabes dibujar), y promoviendo la cultura en general y la lectura en particular. Ella misma reconoce la influencia de los cómics en su infancia en la formación del carácter y la identidad personal.
Coraje es en realidad su quinta novela gráfica basada o inspirada en su propia vida. El fenómeno de ventas empezó con la obra ¡Sonríe! (Smile, 2010), que le dio al año siguiente su primer premio Eisner a la mejor publicación infantil, uno de los más prestigiosos en el ámbito internacional en el sector (desde entonces, la autora se ha convertido en una auténtica acaparadora de reconocimientos a escala internacional). ¡Sonríe! es la historia de las tribulaciones que supuso a la autora la rotura de dos dientes frontales superiores en una fortuita caída en la calle en su preadolescencia, e incluye el relato de los procedimientos dentales que soportó y todos los desafíos sociales que le comportó su «nuevo» aspecto (sí, los compañeros del instituto y los supuestos amigos pueden ser muy crueles).
La obra es el devenir de la joven en el día a día, por eso las visitas al dentista es el marco que sirve de excusa para mostrar la relación con sus amigas, con el chico que le gusta, sus inquietudes sobre qué se quiere dedicar en el futuro, su relación con la familia (ella es la mayor de tres hermanos, dos chicas y el pequeño un hombre), o las vicisitudes que supone asistir a un baile (ya me entiende, que si no tengo acompañante, que si llevo un aparato en los dientes, etc.). Las anécdotas de la fiesta de su decimotercer aniversario nos producen una sensación de ternura (realmente tuvo que pasarlo mal), y su periplo lleno de sucesos de todo tipo no acabaría hasta que realmente pudo sonreír completamente con sus dientes ya arreglados.
¡Sonríe! estuvo en la lista de los más vendidos durante casi 300 semanas seguidas en el New York Times, lo que la catapultó a nivel internacional, vendiendo millones de ejemplares, lo que le ha permitido dedicarse exclusivamente a sus novelas gráficas en un ritmo de una cada dos años, más o menos. Su siguiente obra fue Drama (Drama, 2012), que no era autobiográfica, pero recuperaba en parte su experiencia personal en el instituto participante en obras de teatro. Aquí la protagonista no es la joven Rania, sino Callie, que se convierte en responsable de la escenografía en el equipo técnico de la obra de teatro de final de curso, y la vemos lidiar con todos los retos que le van surgiendo, los libros que consulta para inspirarse, las pruebas que realiza (se empeñó en que debió de aparecer un cañón y que disparara en medio del escenario), el trabajo de construcción de los decorados (montaje, pintura, etc.) y los malditos horarios para poder llegar a todo.
Pero sobre todo, la vemos interactuar con los amigos, los compañeros de clase, con los compañeros de la obra de teatro, con la familia, con los amores propios de la edad, etc. Y aquí es donde aparece otro de los valores que caracterizan a la obra de Telgemeier: la representación y el respeto por la diversidad (ella misma explica en las entrevistas la importancia en su vida de sus amigos afroamericanos, mexicanos o de ascendencia asiática) . Pero Drama se recordará especialmente por mostrar de forma natural cómo dos jóvenes reconocen socialmente que son gays, dejando una pátina de lo que conlleva, tanto para ellos como para su familia como para los que deciden no reconocerlo por lo que pueda pasar. El sentimiento de no encajar y sentirte mal contigo mismo es una emoción universal que la autora sabe plasmar magistralmente, lo que dota de un poder mayúsculo a la lectura de sus historias.
¡Su siguiente obra volvió a ser autobiográfica y tenía mucho que ver con el éxito de ¡Sonríe!: todo el mundo le preguntaba por su relación con su hermana pequeña. De ahí surgió Hermanas (Sisters, 2014), que muestra cómo se reconcilió con su hermana pequeña en un largo viaje en coche entre San Francisco y Colorado, mientras introduce escenas del pasado para entender el conflicto típico entre hermanos, especialmente si la casa en la que vives es pequeña (compartían la misma habitación los tres hermanos, por ejemplo). Volvió a ganar el premio Eisner a la mejor publicación infantil y juvenil, y seguía en las listas de las autoras más vendidas.
Y sí, volvió a ganar el premio Eisner con la siguiente novela gráfica, la primera con toques de fantasía: Fantasmas (Ghosts, 2017). En este caso, la protagonista es Catrina (o Cat, como ella misma corrige cada vez que la presentan), y la historia comienza con el viaje a su nuevo hogar en la imaginaria ciudad costera de Bahía de la Luna (inspirada en la población real de Half Moon Bay, en el estado de California), justo antes del inicio de curso y unas semanas antes de la celebración del Día de los Muertos al inicio del mes de noviembre. La primera noche después del cansancio del viaje, de limpiar y abrir cajas, cenaron en casa de sus nuevos y corteses vecinos degustando la comida exquisita de la cultura mexicana. La autora expresaba en una entrevista su intención: «Todos, con algo de conversación y algo de empatía, podemos descubrir que tenemos mucho en común con nuestros vecinos, con una cultura y tradiciones distintas a las nuestras».
El motivo de la mudanza en una ciudad costera del Pacífico con mucha humedad y pocos días de sol al año se debía a la enfermedad de su hermana pequeña, una niña inquieta y feliz que tiene fibrosis quística, y que su situación empeora a la llegada, dejándola postrada en cama. Telgemeier describe los síntomas que sufre y los distintos tratamientos. De nuevo, muchas personas se podrán sentir identificadas al situar el foco en cómo la hermana mayor procesa el dolor que supone contemplar las limitaciones de su hermana pequeña y el hecho de que sea una enfermedad degenerativa, del sentimiento de culpa y de la necesidad de acompañarla en todo lo posible. Además, la majestuosidad del paisaje costero se convierte en un personaje más, alimentando aún más la emoción de algunas viñetas sin texto que transpiran alegría, dolor, asombro y respeto, acompañado de un color (en esta ocasión, de Braden Lamb , que siguió perfectamente las indicaciones de la autora) lleno de contrastes. Y no, los fantasmas no son una alegoría, son fantasmas reales, pero eso lo descubrirá cuando lea la novela gráfica.
Raina Telgemeier fue una de las pioneras en apostar por las novelas gráficas infantiles y juveniles, y lo hizo entre 2006 y 2008 publicando cuatro obras que eran una adaptación de una saga de novelas de la que ella misma había sido una devoradora lectora: El club de las canguro (The Baby-Sitters Club) de Ann M. Martin, publicadas entre 1986 y 2000, y de la que recientemente se ha estrenado una serie de televisión. La obra adapta de forma muy digna las historias originales, representando la iniciativa de cuatro jóvenes de 12 años de crear un modelo de negocio competitivo (hacer de canguro), de cómo impulsan la innovación, la diferenciación, el pensamiento creativo, la capacidad de adaptación o la superación de los retos con los que se van encontrando.
Pero Telgemeier siempre había tenido una vocación autobiográfica, de hecho, ya en la escuela dibujaba tiras con las vicisitudes que le sucedían, inspirándose en una obra que la influyó mucho en su momento y en todo su trabajo posterior: las tiras de prensa de Para bien o para mal (For Better or For Worse, 1979-2008), de Lynn Johnston, donde la autora mostró con humor el quehacer de una familia tipo americana a lo largo de casi tres décadas, respetando el evolución de los personajes con el paso del tiempo (no es habitual que los protagonistas de un cómic crezcan).
¡Sonríe! se publicó inicialmente en internet de forma gratuita en forma de web-cómic, y fue la misma editorial que le publicaba los volúmenes de El club de las canguro la que le propuso que pensara publicarla en formato de novela gráfica. Lo demás es historia… no sólo es lo que cuentas, sino cómo lo cuentas. Ediciones Maeva ha publicado hasta ahora en castellano todas las obras de Raina Telgemeier, a la que puede seguir e interactuar con ella en sus redes sociales: web, Twitter, Instagram y Facebook. Disfrute con la lectura… pequeños, medianos y grandes.