Tratar sobre el mundo de los afectos, el deseo, la estima, la sexualidad, el autoconocimiento, el género, la diversidad y el respeto a las diferencias continúan siendo retos o asignaturas pendientes en muchas aulas. La formación en estos aspectos tan humanos, desde una vertiente planificada, completa y transversal, es básica en cualquier persona. También es preventiva para enfrentarse después a contenidos o propuestas de todo tipo que circulan en las conversaciones, redes sociales y webs, al alcance de todos. Es difícil evitarlos pero, con la formación previa, su impacto puede ser relativo porque los contextos se entienden y se dispone de recursos propios y adquiridos que ayudan a discriminar, interpretar y relativizar los efectos.
Caer en la negatividad, en ver o imaginar peligros acumulados por todas partes, adoptar posturas favorables a las prohibiciones, filtros, gestores de contenidos, censuras o rigurosidades de todo tipo son reacciones humanas que no evitan que determinados contenidos estén presentes y de fácil acceso por parte del alumnado (y de adultos: grandes consumidores de contenidos para adultos, como a veces se les llama). La mejor prevención es la educación.
También respecto a la pornografía, que se está convirtiendo en una escuela de formación (más bien, de deformación) sobre la sexualidad, quizá porque la auténtica escuela aún tiene esta asignatura pendiente.
Nos enfrentamos a más interpretaciones, sobreactuaciones y reacciones corporales que pueden convertirse en falsos modelos a imitar. En todo esto los dispositivos móviles y las tecnologías son los mejores engranajes para universalizar contenidos gratuitos que antes se restringían a algunos libros y revistas en papel, algunos canales codificados de televisión y poca cosa más.
A nivel de los medios para acceder, a menudo todo comienza con el dispositivo privado más popular: el teléfono móvil. La ignorancia previa sobre el mundo digital es el contexto habitual de quien recibe un aparato y comienza a interactuar, tenga la edad que tenga. No es un electrodoméstico más, un juguete, un entretenimiento, es una de las máquinas más poderosas que hay, al alcance de todos. ¿Alguien nos ha formado y noes ha insistido en todo lo que implica su uso? Para conducir muchos vehículos nos piden exámenes aprobados, para una supermáquina tan cautivadora y adictiva como es el móvil, no se necesitan instrucciones y menos escritas. Ya hacen todo de forma intuitiva, solo apretando la pantalla. Pero detrás de la pantalla táctil hay muchos mundos. ¿Quién nos forma?
Envoltorios
Captamos una realidad más de la calle a través de lo que opina un grupo de adolescentes consultados sobre el porno, que previamente habían debatido y razonado sobre el tema. Decía que estaba muy al alcance de cualquiera, gratis y en webs sin registro previo. El mundo audiovisual y corporal que lo envolvía era atractivo y aparentemente bastante explícito, había webs donde podías interactuar, subir tus vídeos, hasta monetizarlos dependiendo de las visitas. Pasado el atractivo inicial, también decían que los contenidos eran muy repetidos, no demasiado creíbles, muy machistas y a menudo violentos. Se referían a cómo hijos e hijas sabían más de determinadas prácticas sexuales que sus padres y madres. La pornografía era el manual. Coincidían en que el porno no era educativo pero sí entretenido y muy atractivo. Conocían quién ya no lo consultaba como antes pero también quien buscaba más, se daban de alta en webs concretas o en redes más atrevidas y peligrosas. Valoraban la pornografía como generadora de propuestas (muy a menudo ofensivas, irrespetuosas y no realizables) y, cuando les aportabas razonamientos y perspectivas, echaban en falta educación afectivo-sexual desde los primeros años. No consideraban educativa a la pornografía pero podían inspirarse en ella, era un referente importante y compartido. Venían a decir que es un gran envoltorio que esconde mucho más de lo que explícitamente enseña.
¿Propuestas que surgieron? Antes de todo, educar desde la infancia en todo lo relativo a la afectividad, sexualidad, respeto y diversidad. Aprovechando que los contenidos ya están, contextualizar el tema, profundizar en clases en aquello que envuelve al mercado de la pornografía. Quién está detrás, empresas y propietarios, el gran negocio, las víctimas, el papel de los actores y actrices, lo que provoca en quien la consume con fruición, la deformación que genera y la falta de perspectiva frente a la realidad. Alguien se refería a unidades hospitalarias donde se trataban adicciones de este tipo, tal como pasa con los videojuegos, juegos online, etc. La relacionaban a veces con la pederastia, depredadores sexuales, contactos y captación de personas como nuevas supuestas y posibles intérpretes. Incluso adolescentes procedentes de otros países mencionaban casos de engaños de chicas cuando les decían que vendrían a España a trabajar. Las obligaban a introducirse en redes de prostitución o ser participantes activas en grabaciones sexuales.
Tecnologías
Insistimos. Disfrutamos de los dispositivos móviles desde muy pronto pero no nos han formado en todo lo que implica este juguete tan goloso, controlado, preparado y utilizado para engancharnos aún más. Nuestro tecnológico cordón umbilical debería estar conectado a instrucciones de uso ético y responsable. Internet es un gran contenedor donde, además de las grandes ayudas que nos aporta cada día, ofrece propuestas perversas -al alcance de un clic-, delictivas, comprometidas, negocios y posibilidad de publicación de la vida íntima de los otros (actuando o no), con finalidades diversas. Y, siempre, el porno puede estar ahí.
¿Se ha de consultar todo porque el acceso sea libre, fácil, gratis y a nuestro alcance?
En las circunstancias tecnológicas actuales, con la revolución digital que abarca a cualquier edad, las intenciones iniciales con la publicación y consulta de muchos contenidos se pueden desvirtuar, modificar, interpretar o utilizar para otras finalidades. El profesor y perito judicial Pablo Duchement deja constancia de ejemplos de ciberexhibicionismo explícito que circulan por las redes sociales, llegan sin querer y, para saber qué hacer, aporta un manual de reacción. Al lado del dominio de los aparatos, conectividad y herramientas diversas se necesita, de forma urgente, una auténtica educación en ética digital y en protección de datos, con máximo respeto a la imagen y a los derechos de los otros, conciencia de la responsabilidad personal en la difusión de cualquier contenido antes de colgarlo.
Reflexionemos: ¿cómo no deberíamos haber actuado en tantos momentos, viendo las repercusiones propias y ajenas que ha ocasionado mi o nuestra actuación digital?
Este tándem, educación afectivo-sexual y formación ética digital, ha de estar presente desde siempre, primero desde las familias (control parental y ciberprotección infantil: pensemos en si hay que exponer a nuestros hijos e hijas desde que nacen a las redes sociales, a disposición de quien quiera). Después, obligatoriamente desde los centros educativos, extensible al resto de la sociedad. Pero la realidad es otra.
Estas reflexiones, junto con las campañas institucionales, el trabajo del profesorado, instituciones, entidades, organismos, medios de comunicación y resto de personas comprometidas a menudo sirven para fijar el mensaje entre quien ya tiene interés, lo sabía o lo había pensado. Pero la incógnita se centra en una gran parte de la población que quizá no lo considera importante, no lo quiere saber, se muestra indiferente o de deja llevar por la inercia de actuaciones fáciles, instintivas o reflejas con las tecnologías.
Extremos
Nos agrade o no, la pornografía se puede considerar como uno de los extremos de una realidad al alcance del alumnado, con posibles efectos destacados en estas páginas por el sexólogo José Luis García, cuando decía que se mostraba interesado en el papel que tiene el consumo de la pornografía en las agresiones sexuales. En otro medio aseguraba que tus hijos ven porno y tienes que capacitarlos.
En otro extremo o alrededor -que no tiene por qué estar relacionado siempre con lo anterior-, aparecen recursos y herramientas útiles para adoptar determinados lenguajes y sobreexposiciones para conseguir autoestima, egolatría del protagonista, likes, seguidores, presencia, difusión, todo a menudo condicionado por formatos concretos y adecuados a algunas redes sociales de gran impacto, en concreto TikTok. La libertad para una posible difusión personal hipersexualizada, ciberexhibicionismo, fotos concretas, memes, montajes, comentarios y propuestas pueden derivar en interpretaciones que generan una imagen personal concreta en redes, donde no todos actúan como se espera, quizá es una suplantación de alguien; ni tan solo sabes cómo actúa la misma red social donde te has dado de alta.
Detrás de nuestras pantallas los intereses son variados, no siempre positivos, éticos o no solo económicos: algoritmos que condicionan la navegación, personajes de todo tipo con estrategias diversas, pedófilos, el gran aumento de engaños con el grooming en los últimos años, sexting, etc. Algunos efectos, en otro extremos o alrededor del anterior, que han sido noticia últimamente: el aumento de las violaciones, sistemas más habituales de captación por parte de los agresores sexuales, centrados en la confianza del ligue de una noche, la cultura de la violación (según la ONU, omnipresente), hasta la preocupación sobre por qué hay mucho alumnado que llega dormido a las clases del día siguiente, o el uso del doctor TikTok para seguir consejos de influencers como si fueran médicos, con la consulta de autodiagnósticos preocupantes.
Más extremos y muy positivos en este gran envoltorio. Nuevos programas que educan a la infancia y adoelscencia. Se vinculan a estrategias que ya están en marcha o se prevén sobre educación afectiva-sexual, que es lo que en realidad importa. Ayudará a formar y, por extensión, a contextualizar y prevenir la influencia de la pornografía, a evitar barbaridades en mensajes al alcance de las criaturas en Internet: en Cataluña, como ejemplo del compromiso de las Comunidades Autónomas del Estado, con un proyecto tan amplio y coeducativo como Coeduca’t, que también genera oposiciones minoritarias en partidos políticos de ultraderecha, cuando la realidad de las estadísticas revela que el 80% de las mujeres mayores de 15 años han sufrido alguna violencia sexual.
Redes
Seguimos alrededor de Internet y la libertad de colgar, ver, compartir, interactuar que también ejerce y disfruta el alumnado. La ya mencionada educación ética digital, que va más allá del supuesto dominio de las pantallas, ha de incluir la revelación de qué se sabe que hay detrás de redes sociales aparentemente gratuitas y de gran éxito, unas entre la población muy joven y otras entre adultos, si bien la audiencia se puede intercambiar. Son fundamentales para la expansión y la popularidad de vídeos de todo tipo, propios y ajenos, en el fragor incesante de pasar pantallas, consumir unidades cortas, enlazar unas producciones con otras, satisfacer con fruición necesidades que generan algoritmos que te catalogan y te conducen. La pornografía circula a gran velocidad por estas autopistas tan umbilicales.
TikTok es una de las redes sociales más adictivas y preferidas por el público adolescente (también adulto), con un éxito en ascensión constante. Una red llena de contenido para adultos donde las personas menores abundan cada vez más y acceden o participan en el conjunto, con muchas sobreexposiciones personales que pueden tener repercusiones no controladas. También, expertos han detectado ejemplos de cierto profesorado que juegan a ser influencers con la educación (etiquetados en redes como #TeachToker) y sobrepasan ciertos límites, tal como han publicado algunos medios digitales. Por otro lado, las políticas de privacidad y moderación de contenidos de TikTok son muy cuestionadas por expertos, que inciden en sus buenos contactos con el gobierno chino, con sospechas de que van más allá. Los últimos cambios en una red que, no olvidemos que nació con niños como público inicial, se relacionan con el contenido para adultos, supuestamente restringido pero con una enorme población menor de edad que está enganchada.
En Instagram también hay algunas incidencias de este tipo. Por ejemplo, el robo o el uso de fotos (a veces de menores de edad) para ofrecer pornografía, en México y también aquí; y estafas, suplantaciones, etc.
Twiter es otra red de la que ahora se habla mucho por todo lo que rodea y dice su nuevo propietario, Elon Musk, y también por su autoproclamación del valor de la libertad de expresión. Esta red social ha sido de las más permisivas con la difusión de contenidos sexuales. Se la acusa de que pone fácil la apertura de cuentas por parte de personas menores de edad como si fueran adultas. Sin ninguna moderación de contenidos, las policías piden la eliminación de temáticas sexuales en esta línea y exigencia del DNI para registrarse. Miembros de la policía nacional del Estado están preocupados por la aparición de imágenes de menores de 10 años grabadas por ellos mismos y subidas a la red, imitando a adultos. Además, denuncian que Twitter permite pornografía legal.
Deducciones
Alrededor del impacto y la visualización de la pornografía, es preocupante que 7 de cada 10 adolescentes la consuman de forma frecuente, y accedan por primera vez entre los 8 y los 12 años. Todo el conjunto les afecta a su desarrollo, a la forma de entender la sexualidad y las relaciones. Según cifras públicas recogidas por diferentes medios y entidades, el 885 de las escenas tienen cierta violencia y, de estas, el 945 se dirige a la mujer. Si añadimos que el 305 o más de los contenidos denotan agresividad, degradación femenina y violencia machista, está claro que las deducciones son lógicas.
Resumimos e insistimos en algunas propuestas de prioridades, no tanto por acertar sino para favorecer la reflexión y que surjan otras nuevas o mejores. Se recogen de las descripciones anteriores y del encuentro con el grupo de adolescentes citado:
- Necesidad de auténtica educación afectivo-sexual desde los primeros años y ya, con implicación primero de la familia y después de la escuela. Hay buenos ejemplos en otros países europeos. También, recientes artículos con referencias a guías prácticas pare el uso de redes por menores, enfocadas a la familia; una redes que les activan la dopamina a te el impulso a marcar el me gusta.
- Compromiso con los derechos de las personas y, en especial, con los de la mujer.
- Educación sobre ética digital, protección de datos, imagen propia y la de los otros. La pornografía actualmente aumenta su penetración con la extensión de la digitalización entre todas las capas de la población, y desde muy pronto.
- Responsabilidad ante la libertad personal: no todo lo que se puede ver hay que mirarlo ni todo lo que se puede publicar se ha de subir a las redes, compartir o viralizar.
- Cumplimiento de las recomendaciones que aparecen por todas partes sobre uso de dispositivos, a qué edad, a dónde, cuándo, cuánto tiempo y cómo.
- Regulación y compromiso de las empresas tecnológicas para utilizar los algoritmos para la protección de las personas de determinadas edades y población amenazada en sus derechos.
- Valorar qué impacto real tienen las campañas institucionales sobre esta temática en el público objetivo. A menudo las miran personas que ya lo saben i tienen mínima repercusión en el gran público, bien porque el medio difusor no es de su preferencia o porque el mensaje se convierte en un producto más, en medio de tanta publicidad de todo tipo.
- Analizar el papel de las series, la publicidad, los videojuegos, videoclips musicales en la construcción icónica de mensajes concretos.
- Necesidad de educación audiovisual aplicada a la construcción de vídeos y de otros mensajes más o menos espontáneos, elaborados por adolescentes, para difundir en sus redes sociales.
- Fomento del pensamiento crítico también con los contenidos de este tipo o noticias de los medios de comunicación donde sobran tantos detalles y realismos escabrosos que no aportan nada. La adolescencia es una edad donde el sentido del análisis suele ser muy acertado. Las actividades de grupo en clase, implementadas por profesorado comprometido que inspira y cautiva al alumnado, dan buenos resultados.
- No censurar pero sí alertar con informaciones sobre riesgos. Después, que cada persona decida.
Muchas aristas y extremos giran alrededor del alumnado cuando la pornografía se convierte en un supuesto referente informativo y explícito, pero en absoluto educativo. La deformación que genera puede tener graves consecuencias en su vida y en la de los otros. Una vez más, educar es la mejor opción que tenemos. Y, en este tema tan vital, es imprescindible.