Sinopsis
El libro pretende que veamos a las personas como seres capaces de aprender y de enseñar, nos muestra actividades que requieren la figura científica y moral del maestro, siendo necesaria la adhesión a una escala de valores y un compromiso existencial con la humanidad.
En palabras del autor: “Desde el primer día en que enseñé, quise siempre hacer crecer en humanidad a cuantos se cruzaban conmigo. Solo busco enseñar lo universal que puede brotar de lo contingente; no son primero las ideas y luego la vida social, sino al mismo tiempo, y por eso quien enseña para lo comunitario verdadero que hay en cada ser humano, funda comunidad. Por eso escribo, viajo, buscando a la humanidad”.
La escuela la hace el maestro y a su vez, el maestro hace crecer a sus alumnos. La escuela para la comunidad, en tanto que escuela para la vida, solo será posible si la sustentan fundamentos con una solidez real y rompe los muros de las aulas.
“Cuando se abre un aula con un buen maestro, la creación entera vuelve a latir”
Carlos Díaz nació en Canalejas, municipio de la provincia de Cuenca en Castilla-La Mancha, el 1 de noviembre de 1944. Es Doctor en Filosofía, en Derecho y en Psicología, y como profesor universitario y autor de más de trescientos libros es una figura reconocida en España y en toda Latinoamérica. Sus obras han sido traducidas a nueve idiomas. Conocido por sus contribuciones al desarrollo del personalismo comunitario y por su intensa agenda de cursos y conferencias en Europa y Latinoamérica. Conferenciante por toda España y por la mayoría de países de Latinoamérica, es investigador y difusor del pensamiento personalista comunitario en lengua castellana. En sus escritos defiende el anarquismo y el personalismo de Emmanuel Mounier.
Reseña
A propósito del principio de curso Fernando Trujillo puso la frase que culmina la sinopsis de este libro: “Cuando se abre un aula con un buen maestro, la creación entera vuelve a latir” y me llamó especialmente la atención que el profesor Carlos Díaz se detuviera en algo tan maravilloso como es el inicio de curso para los niños y las niñas que reanudan sus clases tras el merecido período vacacional. Pensé que ese libro al que aludía, Maestros somos todos. Incluso los que no lo somos, me iba a interesar, lo compré y lo leí, como siempre un gozo de lectura para los que tenemos la suerte de poder disfrutarlo.
Nos dice el profesor que sus padres, especialmente su madre, despertaron en él su vocación por enseñar y aprender, su vocación por ayudar a las personas que lo rodean, haciendo crecer a quienes se cruzaban en su camino. Su solemne declaración es. “Yo, Carlos Díaz, soy magister, alguien que pretende ayudar a que los demás crezcan más hacia lo universal que late en ellos mismos”.
Cuando se abre un aula con un buen maestro, la creación entera vuelve a latir. No entiende solo a los maestros que enseñan en escuelas, sino a cualquier persona, por ejemplo, el campesino que cultiva nuestros alimentos. En este sentido es cuando decía que el libro me recordaba al concepto acuñado por zemos98 de “educación expandida”, porque la sociedad en general puede enseñar en una calle, en un parque, en un cine… solo hace falta querer universalizar la educación para que el niño o la niña puedan aprender en cualquier momento y en cualquier lugar y con todo ello vaya configurando su personalidad más verdadera.
Nos dice el autor que solo busca enseñar lo universal que puede brotar de las personas, no son primero las ideas y después la vida social, se producen las dos al mismo tiempo y por eso quien enseña para lo comunitario verdadero que hay en cada ser humano funda comunidad.
Confiesa el autor: “Yo quisiera que este libro fuera leído y vivido. Vivido con entrañas de misericordia, las cuales, como ustedes saben bien, son las propias de los corazones tiernos. Sea como fuere, mientras yo viva la escuela no se cerrará”.
Con esta filosofía sobre la educación humanista y universal el profesor Carlos Díaz nos va dando enseñanzas y reflexiones a lo largo de los doce capítulos que componen este libro: el contagio emocional de los valores del maestro; el maestro modelo no es un jefe; el deber, palabra canibalizada en la escuela; ¿qué pasa con las normas?; educar en el orden; enseñar a obedecer; enseñar a dominar los deseos; enseñar a descifrar lo visible y lo invisible; enseñar a hacer contratos; sancionar pedagógicamente; las “reglas de la abuelita” y contra el tal Murphy.
Habría que resaltar que una persona con el prestigio de Carlos Díaz, como profesor con larga experiencia y como practicante de la educación más humanista y personalista, dedique un libro a ayudar a todas las personas que quieran aprender a hacer la vida de los niños y las niñas más rica en humanidad y con vistas a una sociedad más democrática y comunitaria en beneficio de todos y todas.
Un libro muy recomendable para familias, docentes y agentes culturales porque con él van a dar sentido a la educación, entendiéndose como bien cultural y humano para todas las personas, dentro de una sociedad que ama la ciudadanía que persigue la justicia social y el bien común.
El libro se lee muy bien, cada capítulo tiene a su vez varios apartados y unas enseñanzas finales que dan para la reflexión y el debate.
“Un maestro o maestra pueden ser simpáticos pero, si no se encuentran a la altura de lo que la materia exige enseñar y de lo que el saber comporta, han de ser desobedecidos”.
“Cada persona es directamente responsable de sus propios actos individuales, y al mismo tiempo corresponsable de los actos de los demás”
Tierra de Miel Eretz Dvash, con Tere García Ruíz, dice: «www.narceaediciones.es publica un nuevo libro de Dr. Carlos Díaz Hernández, filósofo personalista, anarquista, educador y psicólogo. El título de su nueva obra es Maestros somos todos, incluso quienes no lo somos. En esta entrevista, el autor de más de 300 obras publicadas en diversas editoriales, dice que la época actual se caracteriza por esclavos voluntarios de la mentira, la autodidaxia no llevará a ningún lado, el ser humano necesita de la verdad y el diálogo comunitario en búsqueda de la verdad.