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Vivimos tiempos de gran incertidumbre. Cuando pensamos en el futuro intuimos que será diferente al presente, que muchas cosas van a cambiar. Ante la dimensión del problema, pensamos que podemos hacer poco y es fácil caer en el abatimiento. De ahí que necesitemos crear imaginarios posibles y deseables.
Para poner un poco de luz sobre todo esto surge la iniciativa colectiva llamada “Nueva Cultura de la Tierra”, fruto de un proceso cooperativo de la Comisión de Educación de Ecologistas en Acción junto a diversos actores del ámbito educativo, con el afán de responder a muchas de las preguntas que surgen en estos momentos convulsos. ¿Cuáles con las causas de la crisis multisistémica (ecológica, social y económica)? ¿Es lógico afrontarla con las mismas recetas que nos han traído hasta aquí? ¿Qué necesitamos aprender? ¿Qué es necesario desaprender? ¿Qué alternativas podemos construir colectivamente?
Hay numerosas fuentes científicas, académicas y sociales que apuntan a la urgencia de un cambio cultural. Pero esta diversidad de fuentes también supone una dificultad, recibimos mucha información, mayoritariamente dispersa e inconexa. Ante esa compleja abundancia informativa, hemos tenido el atrevimiento de querer resumir las aportaciones más relevantes y expresarlas en pocas ideas clave. También sabemos que nuestra tarea es incompleta, por eso hemos dejado un espacio abierto para que cada persona o colectivo pueda completarla desde su experiencia, su ámbito de actuación y sensibilidad. Proponemos resumir la Nueva Cultura de la Tierra en siete ideas o ejes vertebradores, interrelacionadas entre sí, y que sirvan como hoja de ruta para repensar las categorías culturales con las que miramos y entendemos la realidad.
Decrecer en la esfera material y energética
Nuestro modelo económico se asienta sobre el espejismo de que es posible el crecimiento ilimitado dentro de un planeta con recursos finitos. Sin embargo, está ampliamente demostrado científicamente que hemos traspasado los límites de la Tierra, tanto por la parte de los recursos como de los sumideros naturales. Tenemos que ser conscientes de que decrecimiento material y energético de la economía no es una opción, es una realidad física que da claros síntomas (crisis climática, deterioro de los ecosistemas, agotamiento de recursos, etc.), y que requiere transformaciones radicales para diseñar el descenso material con criterios de justica social y de una forma democrática. Necesitamos construir una cultura de suficiencia material, especialmente las personas y los países enriquecidos. Pero, además, podemos (y debemos) crecer en conocimiento, creatividad, relaciones interpersonales y cohesión comunitaria, ya que todo ello es fundamental para nuestro bienestar.
Construir equidad social y comunidad
Vivimos en un planeta profundamente desigual: mientras pocas personas atesoran ingentes cantidades de recursos, muchas otras no pueden desarrollar vidas dignas. Ante la imposibilidad de crecer en la esfera material y energética, lo que toca es poner límites a la riqueza individual, repartir, compartir y recuperar los bienes comunes. Hay que luchar por una justicia ambiental que restituya la deuda contraída con las personas más desfavorecidas que, además, sufren en mayor medida la crisis ecológica.
La economía social y solidaria, y otras propuestas económicas con vocación transformadora (economía de la rosquilla, economía ecológica, economía de los cuidados, etc.), son propuestas valiosas para construir equidad y justicia social.
Conservar la biodiversidad y la ideodiversidad
La ciencia nos alerta de que estamos en la Sexta Extinción de especies. Está en riesgo la funcionalidad de los ecosistemas y la complejidad de la vida. La vida humana (y no humana) no será viable sin la fotosíntesis, la polinización o la regulación de los ciclos biogeoquímicos, puesto que somos ecodependientes. Es fundamental conocer las leyes de funcionamiento de la biosfera, una compleja y maravillosa red que necesitamos venerar y respetar. La “democracia” de lo viviente permitirá la subsistencia y el cuidado de las especies incluida la nuestra.
También es necesario mantener la ideodiversidad, la diversidad de culturas que han encontrado soluciones diferentes en los diversos hábitats. Esto es lo contrario de la homogeneidad de soluciones, de semillas o de pensamiento económico que impone el marco cultural occidental.
Vivir de sol actual
La época efímera de energía abundante y barata basada en el uso masivo de combustibles fósiles toca a su fin. Necesitamos reducir drásticamente el consumo de energía a escala global y transitar hacia el uso de energías renovables, pero de forma descentralizada y justa. Hay que tener en cuenta que también existen limitaciones en las renovables debido a la demanda de minerales finitos y situación de escasez.
Esto conlleva reducir el transporte motorizado, repensar la producción industrial (basado en las necesidades humanas y la relocalización), y promover la agroecología. Necesitamos paliar la emergencia climática y construir soberanía energética.
Cerrar ciclos de materiales
En la naturaleza no se genera basura, debemos de minimizar la generación de residuos de todo tipo, promoviendo su biocompatibilidad y su integración en los ciclos de la vida. Es imprescindible abandonar los procesos lineales de nuestro modelo productivo y diseñar circuitos verdaderamente circulares basados en la suficiencia, cercanía, lentitud y reintegración en los ecosistemas. Necesitamos aplicar el principio de precaución y poder prever y testar los posibles efectos perniciosos de los residuos de una forma precautoria.
Poner la vida en el centro
Significa poner como prioridad la resolución de las necesidades básicas de todos los seres humanos y el cuidado de la vida en sus diferentes manifestaciones. Además, dar centralidad a los cuidados y su corresponsabilidad, reconociendo la vulnerabilidad de nuestros cuerpos y nuestra interdependencia. Para ello es central repensar los trabajos que sostienen la vida, remunerados o no, a la vez que se desechan progresivamente aquellos que la ponen en peligro. Necesitamos desarrollar una cultura de la no violencia en la resolución de los conflictos, acentuar la cooperación sobre la competición y promover vidas dignas de ser vividas (humanas y no humanas).
Escribe tú sobre la tierra
Somos conscientes de que cualquier intento de resumir todo lo importante dejará asuntos vitales fuera. Por eso proponemos que la séptima idea la pongas tú o tu organización o tu escuela. Necesitamos de diferentes sensibilidades para realizar el giro cultural necesario para los tiempos que nos tocan vivir.
Toda revolución cultural se construye con variedad de herramientas que nos ayudan al cambio de gafas necesario. Los cambios se conforman de muchas maneras (canciones, poemas, películas, documentales, movimientos sociales, alternativas colectivas, etc.), que, en conjunto, servirán para consolidar una nueva forma de estar en el mundo. Además, estamos trabajando en una propuesta educativa para compartir con la comunidad educativa. ¿Qué puedes sumar tú a la Nueva Cultura de la Tierra? ¿Qué puedes promover en el ámbito educativo?
2 comentarios
Enhorabuena!
Quienes lo leemos para construir, encontramos una síntesis perfecta del lanzamiento del pensamiento colectivo. Lo complejo por sus múltiples interacciones escrito de forma sencilla.
De lectura recomendada en departamento y claustros, en equipos de ciclo y directivos.
Sin duda decrecer (en el mundo rico), relocalizar y redistribuir son tres conceptos por los que tiene que pasar cualquier iniciativa seria. Renaturalizar las ciudades, quitando pavimentos sellantes y cambiandolos por permeables, siempre a costa de eliminar coches en favor de peatones, bicicletas y zonas verdes (corredores biológicos usando alcorques en el viario, por ejemplo).
Y un ambicioso plan de reforestacion con especies autóctonas y mucha biodiversidad.