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Mireia Orgilés es catedrática en la Universidad Miguel Hernández de Elche e investigadora principal del proyecto EMO-CHILD sobre trastornos emocionales en la infancia. Se trata de un estudio longitudinal que lleva mas de dos años en marcha y que hace unos días fue el corazón de una jornada internacional en la que se presentaron parte de los resultados del proyecto en un informe bajo el título Tomando el pulso a la salud mental. Una visión desde los niños, adolescentes, padres y educadores.
El texto repasa cuestiones como la salud mental y emocional de chicas y chicos de entre 8 y 16 años, como la viven y la sufren, como son las relaciones en los centros educativos, el uso de las tecnologías y las pantallas o las situaciones de acoso escolar. Sobre estos temas también se pronuncian madres, padres, docentes y profesionales de la salud mental para dibujar un mosaico completo. Es necesaria una actuación más coordinada, con profesionales de la salud mental en los centros educativos y con mucha formación para todas las personas implicadas.
Quería comenzar preguntándote, si no me estoy muy despistado, ¿el tercer año del proyecto? No sé si es informe final o es el tercero de tres, valga la redundancia.
Es el tercer informe, pero el proyecto termina a finales de este año, termina en diciembre. Todavía nos queda una oleada, todavía nos queda volver otra vez a llevar a cabo esas evaluaciones de los participantes, nos queda una más.
¿Cómo ha sido el desarrollo del proyecto? ¿Puedes darme alguna pincelada sobre los resultados que lleváis hasta ahora?
Se trata de un estudio con el que pretendíamos conocer cómo es la salud mental de niños y adolescentes, pero de una forma diferente. Sobre todo porque queríamos buscar una representación de niños y adolescentes de 8 a 16 años de toda España. Aunque la mayor diferencia es que se trata de un estudio longitudinal. Hemos tomado a una serie de niños y adolescentes y les hemos seguido durante tres evaluaciones. Hasta el momento hemos recogido más de 8.000 evaluaciones.
Lo que hemos pretendido saber es cómo están a nivel emocional. En la primera oleada lo que vimos es que el bienestar emocional está un poco perjudicado, que existen problemas muy frecuentes, sobre todo sintomatología depresiva y ansiógena. En este tercer informe lo que hemos hecho es llevar a cabo un estudio cualitativo con grupos focales en los que hemos preguntado a los agentes implicados -niños, niñas y adolescentes, familias y profesionales de la educación y la psicología- mediante entrevistas, grupos focales para que nos informaran de cómo era su salud mental.
Los adolescentes utilizan el móvil como estrategia de regulación emocional, es decir, cuando se sienten un poco mal o cuando se sienten ansiosos acceden al móvil
¿Y qué me puedes decir? ¿Cómo está la salud mental de chicas y chicos en España? Sabemos que no está bien, que ha ido empeorando.
Los datos cualitativos nos ha dado mucha información, sobre todo porque los adolescentes y los niños han aportado no solamente lo que son problemas, sino también propuestas de solución. Ellos mismos ven que su autoestima está muy mermada, es decir, tienen grandes problemas de autoestima y lo relacionan, sobre todo, con las redes sociales. Nos dicen que cuando entran en ellas, ven que cuando cierran el móvil se encuentran peor. Cuando se comparan con las vidas de las personas que ellos siguen, ven que su vida no está a la altura de los demás y eso les hace sentirse mal. Entonces ellos mismos nos dicen que requieren algún tipo de actuación en cuanto a los dispositivos digitales.
Esto nos lo confirman los padres y las madres, que también les hemos entrevistado y nos dicen lo mismo, que ven a sus hijos con más síntomas de tristeza, de preocupación y más ansiedad después de ver el móvil.
En todos los estudios que hemos realizado hemos visto que utilizan el móvil como estrategia de regulación emocional, es decir, cuando se sienten un poco mal o cuando se sienten ansiosos acceden al móvil. Es algo que les relaja, pero que al mismo tiempo les hace sentir mal.
Vemos es que los problemas a nivel psicológico han aumentado, sobre todo los emocionales, no solamente debido a la pandemia, que es un factor más, sino por otra serie de factores. Uno de ellos son las redes sociales. A lo que se suma la falta de figuras de autoridad, la falta de referentes. Ahora mismo han cambiado los referentes que los niños tienen, que son los que ellos encuentran en redes sociales.
También ha cambiado mucho la forma de relacionarse. Se relacionan de una forma muy diferente, en buena medida porque han aprendido cómo se tienen que desenvolver a nivel social, muchas veces, en el medio digital, no en el presencial.
En general los adolescentes tienen cierta sensación de soledad
Leyendo el resultado del informe, da la sensación de que las familias están desbordadas, que no tienen tiempo para estar más presentes en las vidas de sus hijos.
En general los adolescentes se sienten solos, tienen cierta sensación de soledad. El estilo educativo ha cambiado mucho y la dedicación que podemos llevar hacia los hijos también ha cambiado. Ahora mismo los dos padres trabajan, lo que hace difícil que, como hace años, que un progenitor se dedique a atender a los hijos. Eso influye en la soledad porque los móviles nos conectan, pero también nos han desconectado mucho entre nosotros.
También habéis recogido en otros informes que los miembros de las familias no hablan entre sí. En el estudio, ¿qué dicen las familias? ¿Cómo se sienten las familias?
Se sienten frustradas, se sienten desbordadas. nos dicen que ven a sus hijos mal y que no saben qué hacer. Sobre todo, nos piden formación. Es como si el mundo hubiera evolucionado rápido y ellos no tuvieran herramientas. Y las estrategias de hace 10 años o 15 no sirven ahora. Entonces sienten frustración, de “yo sé que mi hijo está mal y no sé cómo ayudarle” y “yo sé que aquí algo está ocurriendo y no sé bien cómo tengo que abordar este problema”.
Me gustaría que me contaras qué habéis sacado en claro con respecto a la falta o a la necesidad de profesionales de salud mental, tanto en centros educativos como fuera de ellos de la que se habla en el informe.
Es una necesidad grande. Los propios adolescentes nos dicen que están dispuestos a ir al psicólogo, pero que saben que eso supone un coste económico cuando es un psicólogo privado y que sus padres, a lo mejor, no lo pueden asumir. Hay una predisposición también por parte de los padres hacia acudir a especialistas. El problema también es que hay unas listas de espera altas en el sistema sanitario.
Por eso creo que los centros escolares son un lugar idóneo para que los niños y adolescentes reciban esa parte de gestión emocional que ahora mismo no tienen. Siempre decimos que un niño pasa mucho tiempo en el colegio, que en los centros, además, se puede llevar a cabo seguimiento, porque los niños pasan años en ellos. Y desde luego la figura del psicólogo educativo es importante, sería una solución grande, además sin discriminar, porque no importa el nivel socioeconómico de las familias.
Hay algunos centros educativos muy grandes, ¿ cuál podría ser una ratio razonable de estudiantes por cada psicólogo educativo?
Depende del problema, claro. Los hay que requieren mucha dedicación, pero, por ejemplo, hoy en día tenemos tratamientos que se aplican en grupo, preventivos, dirigidos a niños con factores de riesgo. Hay evidencia de su eficacia y que puedes aplicarlos en grupos de seis u ocho niños o adolescentes. Pero, como digo, depende del problema, por ejemplo, una depresión requiere de un tratamiento especializado.
No saben bien cómo gestionar sus emociones, se desbordan ante problemas que a lo mejor son problemas de la vida que no tienen una gravedad enorme
Una ratio de psicólogo, pues depende, puede ser uno cada 5.000 o 7.000 habitantes. Pero, desde los centros escolares se pueden hacer intervenciones en grupo, juntar algunos niños con una problemática parecida.
A esto hay que añadir intervenciones preventivas. Lo que vemos es que ha cambiado mucho la problemática de los niños y adolescentes. En las consultas privadas hace años nos encontrábamos muchos trastornos y diagnósticos graves; hoy en día lo que encontramos mayoritariamente son problemas de regulación emocional, es decir, que no saben bien cómo gestionar sus emociones, se desbordan ante problemas que a lo mejor son problemas de la vida que no tienen una gravedad enorme pero para ellos es un problema grande que les desborda.
Cuando hablamos de salud mental hablamos de desde regulación emocional hasta trastornos graves. ¿Hasta qué punto esos problemas de salud mental que los chavales denuncian o sienten son graves o son cuestiones que con unas pocas herramientas podrían gestionar?
Ahora mismo, no podemos hacer que todo sea una patología, no es así para nada. Hay problemas que sí que tienen una gravedad grande como un trastorno de ansiedad, un trastorno depresivo, uno de la conducta alimentaria, pero hay otro tipo de síntomas que requieren que chicas y chicos aprendan a gestionar.
Estamos ahora mismo encontrándonos con una sociedad en la que creemos que todo es una patología y no lo es; donde encontramos problemas psicológicos donde realmente no los hay. El malestar en los pacientes está, claro que sí, pero nos tenemos que plantear que no todo es un problema frente al que tenemos que reaccionar como con un trastorno, para nada.
Nos encontramos mucho más síntomas que trastornos y eso lo que requiere realmente es dar herramientas, formación y formas a los adolescentes para que sepan gestionar esos problemas, que son problemas muchas veces de la vida.
Sabemos que un factor protector de problemas de salud mental es tener amigos
Hablas de actuaciones más o menos preventivas, ¿cómo podrían hacerse, a través de las tutorías o con momentos específicos?
Tiene que haber un plan coordinado y no acciones puntuales. Muchas veces estas no funcionan porque son como parches que vamos poniendo. Hace falta algo que sea un plan sólido, un plan coordinado y desde edades tempranas.
Nosotros, por ejemplo, en la Universidad (Miguel Hernández de Elche), hemos desarrollado programas de prevención dirigidos ya a niños de 4 años. Aprenden de una forma lúdica a gestionar sus emociones, a saber qué hago cuando me enfado, cuando me siento triste y cómo me puedo relacionar de una forma competente con los demás. Sabemos que un factor protector de problemas de salud mental es tener amigos, de manera que las habilidades sociales son importantes. Desde pequeños ya tenemos que intentar llevar a cabo ese tipo de planes.
Las intervenciones han de ser eficaces, haber demostrado que realmente funcionan, porque si no es verdad que estamos dirigiendo los recursos a lugares donde no funcionan. Lo que hace falta es, desde luego, un plan sólido con intervenciones que la ciencia haya dicho que son eficaces. Y luego se pueden utilizar, o bien las tutorias o las extraescolares. Momentos en los que los niños que están más en riesgo o tienen factores de riesgo para desarrollar un problema psicológico, puedan acudir.
Por ejemplo, una hora a la semana, o bien metiéndolo dentro del currículo escolar o fuera, eso sería muy eficiente porque tenemos programas que únicamente con ocho sesiones sabemos que el niño mejora y previene los problemas emocionales.

Algo que comentan en el estudio chicas y chicos es que las actuaciones y protocolos que tienen en los centros no son eficaces…
Lo que necesitan es algo sólido en lo que se involucren las familias que también tienen que saber cómo responder en casa. Por eso cualquier tipo de intervención en ciertas edades requiere que los padres tengan cierta formación, que la tengan también los profesores. Y luego que ellos mismos la reciban. Todo lo que sea parchear, no sirve de nada. Precisamente por esto, este proyecto que nosotros estamos llevando a cabo, lo que queremos es elaborar una serie de estrategias o de recomendaciones para poder redirigir los recursos económicos y los recursos personales. Es decir, decir a las administraciones públicas, es aquí donde hay que invertir y de esta manera. Eso es muy importante. A veces no estamos invirtiendo en el problema en sí, se generan protocolos para problemas que, sin embargo, la frecuencia es muy pequeña y que a lo mejor hace años era un problema importante, pero ahora no lo es.
Abogáis más por programas desde primera infancia constantes a lo largo de la escolarización, ¿no?
Claro, hace falta eso, intervenciones ya desde infantil. Hay algo fundamental, evitar problemas de regulación emocional y eso se aprende mediante educación emocional. Para evitar problemas sociales mediante el entrenamiento en habilidades sociales y el aprendizaje de habilidades para la competencia social. Con eso ya estamos dándoles una serie de recursos con los que prevenir muchísimos problemas.
Aparte habrá niños que desarrollen un trastorno depresivo, un trastorno emocional, pero ahí ya entran en juego profesionales de los centros sanitarios que son quienes pues van a ayudar en ese problema.
No quería dejar de preguntarte sobre el tema del acoso escolar que también lo tratáis en el informe y es uno de los problemas más serios que se enfrentan en los centros educativos. Que os dicen chicas y chicos…
Nos dicen que a pesar de todo lo que se invierte contra el acoso escolar, sigue siendo un problema. Nos dicen que hay mucho acoso a su alrededor a pesar de que reciben campañas, charlas, etc. pero que el acoso sigue siendo un problema y que, sobre todo, lo es porque antes la casa era un lugar seguro y ahora no con las tecnologías. Antes el acoso escolar era algo que estaba limitado al colegio. Sin embargo, ahora no. Ahorallegas a casa y tienes un mensaje por WhatsApp o en redes sociales hablan de ti. Es algo que te persigue y que no lo hemos conseguido erradicar a pesar de todos los esfuerzos. Quizá porque no estamos dando realmente en el foco.
¿Qué podría hacerse?
Hace falta cierta regulación del sistema digital. Estamos dando a los niños móviles desde una edad muy temprana, con un uso que muchas veces no está bien supervisado. Y entonces eso es un caldo de cultivo para muchísimos problemas, incluido el del acoso escolar. Ellos siempre nos lo piden, los adolescentes, hace falta una regulación, ellos nos lo dicen, ¿no? Pues porque hay niños de 12 años o de 10 años que quizá no están preparados para tener ese uso de redes sociales, de Instagram, de TikTok, porque ahí son muy vulnerables y esa vulnerabilidad hace que tengan problemas de acoso, de conducta alimentaria, muchísimos problemas que ellos no están preparados para asumir. Son una presa fácil. Entonces hace falta cierta regulación.
Tenemos que buscar la estrategia para que los padres puedan tener ese tipo de información para ayudar a sus hijos
Esto nos remite de nuevo a las familias que parecen siempre un poco descolgadas a la hora de obtener información y formación sobre todo esto. No sé cómo lo veis o qué os han dicho ellos y ellas de su situación.
Nos dicen que necesitan formación, están agobiados, desbordados, frustrados, no saben qué hacer. Son problemas que nos dicen que cuando ellos vivían en su infancia, adolescencia, no existían, entonces no saben qué hacer. Lo que pasa que también nos pasa que muchas veces cuando organizas escuelas de padres y madres únicamente vienen los padres más motivados, los que realmente ya saben todo. Tenemos que buscar otro tipo de estrategias, a lo mejor que haya cierta obligación de que reciban esa formación, o hacérselo más fácil de alguna. Tenemos que buscar la estrategia para que los padres puedan tener ese tipo de información para ayudar a sus hijos. Nos estamos una masa grande a la que no estamos llegando.
No se si quieres dejar algún ultimo mensaje antes de terminar.
Sobre todo que es hora de reaccionar ya, cuanto antes mejor. Ahora sabemos que los problemas empiezan en la infancia; los problemas de ansiedad tienen una edad media de inicio en los 6 años. Es una etapa muy relevante y tenemos que empezar ya a tomar medidas de una forma coordinada siempre; no podemos tener acciones puntuales y descoordinadas porque no vamos a llegar a ningún sitio y también yo creo que una visión optimista yo creo que ahora mismo hay profesionales que están muy bien formados que tenemos que recurrir a ellos para que el bienestar de los niños y adolescentes al final sea como el que deseamos, pero siempre desde una acción coordinada siempre y temprana.