Muchos son los medios que actualmente se están haciendo eco de la película El maestro que prometió el mar y de la historia del personaje que la protagoniza, Antoni Benaiges. Una historia que cobra vida en 2010 cuando Sergi Bernal, geógrafo y documentalista, visita las montañas de la Pedraja, situadas en Burgos, con el objetivo de documentar la exhumación de una fosa común en la que encontraron los restos de cuerpos de víctimas fusiladas durante la Guerra Civil.
En aquel momento, Sergi Bernal conoce por un vecino del pueblo de Bañuelos de Bureba que era muy posible que el cuerpo del maestro del pueblo estuviera en aquella misma fosa y decide emprender una investigación para dignificar y recuperar la memoria sepultada del maestro Antoni Benaiges.
Benaiges, maestro catalán y republicano, llegó en 1934 a un pequeño pueblo de la provincia de Burgos con la ilusión y el convencimiento de que la educación y la libertad ganaría la batalla al analfabetismo de aquella época. Bajo los principios freinetianos consiguió durante dos cursos despertar el entusiasmo de aquellos alumnos para aprender y prometió cumplir uno de los sueños de los más pequeños: conocer el mar. Pero esta promesa se vio truncada cuando el 25 de julio del 1936 Antoni Benaiges fue torturado y fusilado por los falangistas.
La película, El maestro que prometió el mar, que está conmoviendo a los espectadores y encabezando las listas de películas más vistas, ha sido el estímulo por el cual, después de ver el tráiler al aula, los alumnos de 6º de Primaria de la Escuela Ferran de Sagarra de Santa Coloma de Gramenet tuvieron la iniciativa de conocer la historia del maestro Benaiges. “¿Por qué les prometió el mar?” “¿Quién era este maestro?” “¿Cumplió su promesa?”, fueron las preguntas que hicieron que el alumnado pidiera a la tutora trabajar la biografía de Antoni Benaiges.
“Un hecho histórico lleno de valores”
“No estaba programado, pero la curiosidad del alumnado para conocer quién era este maestro hizo que parásemos otros proyectos. Me pareció una oportunidad trabajar a través de Benaiges un hecho histórico lleno de valores. Así que dicho y hecho, se organizaron en la investigación con solo una instrucción establecida: plasmar la vida de Antoni Benaiges a través de una producción artística de formato libre”, explica Elisabeth Gil, tutora del grupo.
Esta tarea, tal como explica Elisabeth, permitió profundizar en la investigación y organización de la información, desarrollar la comprensión lectora o potenciar la creatividad, entre otros saberes curriculares. Pero también despertó la curiosidad del alumnado para saber más sobre el maestro, como por ejemplo por qué lo fusilaron o como aprendían los alumnos antes y durante la II República.
“Trabajar la biografía de Antoni Benaiges”, asegura Elisabeth, “ha sido una experiencia enriquecedora para el alumnado. La Escuela Ferran de Sagarra está ubicada en un entorno donde convive un abanico de culturas, así como también muchas familias con un nivel socioeconómico desfavorecido. Por lo tanto, dar a conocer la historia de personas como Antoni Benaiges posibilita educar en la democracia. Es decir, aprender y enseñar a respetar la libertad de opinión y los otros, ofrecer el máximo de oportunidades para el éxito personal de nuestros alumnos, valorar la escuela como institución comprometida con la sociedad que potencia el aprendizaje y el conocimiento y, por lo tanto, velar para que el alumnado tenga más posibilidades de no caer en dogmas”.
Explicaba Enrique Díez que para educar en la democracia hay que educar en el antifascismo, si no se estaría educando en el pensamiento único. Afirmación con la que coincide Alex Rigol, historiador y docente ahora jubilado, pero activo e implicado en la investigación de proyectos vinculados al Amical de Mathausen y al proyecto Stolpersteine, proyecto pedagógico impulsado por la Concejalía de Memoria Democrática que tiene como objetivo recordar y homenajear las personas de Barcelona deportadas a campos de concentración nazis.
“Hay que educar explicando qué es el fascismo”
Relacionado con la anterior afirmación, Alex opina que es importante trabajar la historia con el máximo rigor académico. “Hay que dejar de banalizar el fascismo, todo lo que no nos gusta es ‘facha’. Por un lado, hay que educar explicando qué es el fascismo y qué es la extrema derecha, puesto que son dos conceptos que no cumplen los mismos parámetros. Y, por otro lado, para prevenir actitudes y pensamientos ultraderechistas hace falta que en las aulas se desarrolle y se potencie valores como la tolerancia, el respecto a la diversidad, respecto a quien nos parece diferente, para no dar cabida al racismo o a la homofobia”.
Su trayectoria profesional como profesor en el Instituto Francisco de Goya de Barcelona está repleta de experiencias para la recuperación de la memoria democrática, como la participación con el alumnado en los actos de conmemoración de la liberación del Campo de Concentración de Mauthausen en Austria o la participación en el proyecto Stolpersteine, en el cual los alumnos conocen la historia de personas deportadas y hacen una propuesta de colocación de las Stolpersteine en lugares de la ciudad relacionados con la biografía de las personas homenajeadas.
“Adentrarse en la historia y en hechos precedentes a la historia de la humanidad a través de estas experiencias”, explica Rigol, “sorprende a los alumnos. Muchos de ellos no conocían estos hechos, más allá de alguna película o de determinadas imágenes que circulan por las redes. No conocían las causas y las consecuencias de todo lo que significa, pero cuando han tenido la oportunidad de conocer y entablar conversaciones con los familiares de deportados de su propio barrio se dan cuenta que es real. Les impresiona. Les golpea”.
Estas experiencias, tal como asegura Alex, resultan muy positivas, puesto que además de humanizar la historia suponen una oportunidad clave para que determinados valores como la empatía o el respeto se extrapolen a situaciones que se viven en el instituto u otros contextos de la vida cotidiana.
Valores que Enric Auquer, el actor que da vida a Antoni Benaiges a El maestro que prometió el mar, considera imprescindibles. A partir del éxito de la película y de su interpretación está siendo habitual su presencia en numerosas entrevistas, en las que asevera que es importante continuar educando en la memoria para evitar que adolescentes y jóvenes coreen el ‘cara el sol’, himno que muchos de ellos no saben ni lo que representa, afirma el intérprete.
El papel de la docencia
Himnos que, junto con banderas franquistas, saludos fascistas y proclamas sexistas, homófobas y racistas continúan presentes, como se ha podido ver en las concentraciones ante Ferraz durante las últimas semanas, y que nos invita a reflexionar sobre el papel de la educación para dotar el alumnado de las herramientas y los recursos para identificar cualquier práctica antidemocrática y saber luchar contra estas.
“Preocupan algunas imágenes de estas últimas concentraciones y me da miedo el auge de pensamientos fascistas o de extrema derecha, sobre todo de los chicos y chicas de clase trabajadora. Muchos de ellos participan por un seguimiento grupal, para acogerse a seguimientos de las redes sociales, un gran altavoz para ellos. Pero muchos de ellos no tienen un pensamiento o sentimiento ideológico. Es un tema complejo”, confesa Àlex Rigol.
Que el papel docente es clave para recuperar la memoria histórica y educar en democracia, no admite ningún tipo de duda. Ahora bien, tal como apunta Rigol, hace falta no olvidar que la administración educativa tiene un papel imprescindible y muy a menudo no lo cumple. Añade que muchos hechos de la historia se plasman en el currículum, pero a veces el temario se trata demasiado deprisa o no se trata por falta de tiempo o falta de interés. La mayoría de los docentes que se involucran en proyectos de esta índole lo hacen por voluntad propia y a veces son sustitutos o son trasladados a otras escuelas o institutos, dejando en este sentido huérfano al centro. Otros no tienen los suficientes conocimientos ni los recursos pedagógicos para tratar determinados temas. “Menos burocracia, menos horas de despacho y programaciones, y más horas para poder formarse y enseñar mejor. Esto es el que necesita la docencia”, ratifica Rigol.
Decía Freire que la educación no cambia el mundo, cambia las personas que cambiarán el mundo. Así pues, que el alumnado conozca la historia de un maestro que prometió el mar o que pueda conocer las historias de amor y muerte que vivieron las personas deportadas en los campos de concentración, es quizás un pequeño y fundamental granito de arena para hacer una montaña.