Jóvenes de 15 a 29 años; 1.500. Esta es la base sobre la que ha trabajado la Fundación SM y su equipo de investigación liderato por Ariana Pérez Coutado, socióloga y experta en juventud para realizar el estudio Jóvenes y medioambiente.
De la batería de preguntas a las que han tenido que contestar se infieren diferentes enseñanzas. Entre las primeras, la gran preocupación que siente la juventud en relación al cambio climático y a los desafíos que encara el medioambiente por culpa de la mano de la humanidad.
A pesar de sentir esa preocupación por la situación tienen importantes contradicciones como, por ejemplo, asegurar, en un 72 % de los casos, que estarían dispuestos a abordar importantes cambios en su forma de vida si esto tuviera repercusión en la situación actual. Al mismo tiempo, el 72 % de quienes han participado afirman que «“somos incapaces de abandonar nuestro estilo de vida consumista para frenar el desastre ecológico».
Para Pérez Coutado, aquí hay varias explicaciones que pasan, por ejemplo, por el hecho de que «muchos son menores o viven en casa de sus padres» y hay según que cambios que no pueden realizar de manera autónoma como decidir qué tipo de comida se compra en casa.
Otra, la falta de información y formación de que disponen en su día a día. Las y los jóvenes le reclaman al sistema educativo una mayor implicación en la transmisión de la importancia del medioambiente y de los efectos del cambios climático. Pérez Coutado explica que «la escuela tiene una labor epistémica insustitible» y lo es, sobre todo, para hacerles entender el contexto en el que se producen los diferentes eventos.
Los jóvenes «tienen información sobre cuestiones como la contaminación», explica la investigadora, o sobre otras que están impactando en el cambio climático, pero no tienen la formación suficiente como para ver la imagen completa, cómo esos eventos se relacionan unos con otros. Esto es así, entre otras muchas cosas, porque «se informan en gran medida sobre medioambiente -y en general, sobre otras cuestiones-, en las redes sociales».
Responsabilidad
Más allá de la necesidad de una mejor y mayor educación que les ayude a entender el mundo en el que se encuentran, como en el caso de reclamar, por ejemplo, más conocimiento relacionado con la trazabilidad del consumo que estas chicas y chicos hacen, como explica Pérez Coutado, la juventud española tiene más o menos claro hacia dónde mirar cuando hay que buscar responsabilidades en toda esta cuestión: las grandes empresas y «los ricos», también al Gobierno y a la Unión Europea.
Junto a la idea de que son las grandes empresas, el Gobierno o la Unión Europea como los tres mayores responsables de la situación medioambiental, opinan que las primeras, junto a las personas con grandes recursos financieros («ricas») y el propio sistema financiero se toman nada o poco en serio la situación actual, en unos porcentajes que rondan el 70 %.
División social de la preocupación
De los datos del etudio también emergen tres grandes grupos sociales, «es nuestra clasificación», aclara Pérez Coutado. Los negacionistas (o neonegacionistas, como la investigadora los denomina), los concienciados y los apáticos.
Entre los primeros, hombres por lo general y de extrema derecha, quienes creen que se exagera con el cambio climático; quienes desarrollan un pensamiento basado en el nacionalismo verde que, con tintes racistas y xenófobos, culpa a la población extranjera y sus formas de vida, de los males que tiene el medioambiente. Que se preocupan del terruño más cercano, pero poco más.
Los segundos, generalmente con estudios superiores, a la izquierda, comprometidos individual y políticamente con la lucha para revertir la situación actual, tienen claro que hay que actuar para cambiar las cosas. Acuden a manifestaciones, votan a partidos políticos ecologistas, comen más verduras y menos carnes y están por la labor de hacer cambios en sus vidas cotidianas como en el transporte o en el consumo que hacen.
Finalmente están los apáticos que, a pesar de tener también conciencia de que el medioambiente tiene problemas importantes, no se ven con fuerzas o capacidad de realizar cambios en este sentido o de llevar a cabo acciones en el ámbito comunitario.
Para Ariana Pérez Coutado, uno de los elementos clave para combatir la situación de desánimo o desidia entre la juventud es el concepto de sentimiento de autoeficacia. Esto quiere decir que chicas y chicos deben tener claro que su comportamiento, por pequeño que sea, tiene un impacto en el medioambiente y es importante que lleven a cabo acciones para revertir los efectos del cambio climático.
Las acciones individuales no cambiarán todo lo que ocurre, pero son un paso que, igualmente, es necesario dar.