Las mujeres tienen más estudios superiores que los hombres. En general, son más las mujeres que estudian en la universidad, salvando determinados estudios. Y aunque llegan más lejos que ellos, una vez que salen al mundo del trabajo, las cosas no mejoran, no se vuelven más fáciles.
Las mujeres se encuentran con que el mercado laboral, independientemente del nivel de estudios que hayan alcanzado, prima a los hombres. Está claro que lo hace en mucha mayor medida con aquellas que tan solo consiguen un título de secundaria obligatoria. Entre este grupo, solo la mitad tiene empleo en 2023, mientras que en el caso de ellos, lo tienen siete de cada 10, 20 puntos porcentuales más.
Según el gráfico, las mujeres con educación superior tienen la misma tasa de empleo que sus compañeros que tan solo han alcanzado la segunda etapa de la secundaria, es decir, el bachillerato o la FP de grado medio. Lo mismo le ocurre a las chicas que están en ese nivel de estudios, que tienen tanto empleo como los hombres que tan solo alcanzaron la secundaria obligatoria.
Con las tasas de paro sucede algo parecido en este periodo. Son los hombres quienes más se han beneficiado del crecimiento económico general desde 2013. Sobre todo quienes tenían menores logros académicos. Pero, mientras en el caso de los chicos con tan solo la secundaria obligatoria la tasa de paro se ha reducido en casi 20 puntos porcentuales, por debajo de la mitad, para las chicas con este logro académico las cosas han sido diferentes. Han visto reducido su tasa de paro en un 30 %, efectivamente, pero solo la han mejorado en 13 puntos porcentuales.
A pesar de las diferencias tanto en el empleo como en el paro, la educación sigue siendo la mejor herramienta para mejorar la situación laboral de las mujeres en nuestro país. A mayor nivel educativo, mejores trabajos y salarios y mayor paridad con los hombres.
Si se atiende a la variable geográfica, no se hay patrones claros en relación a las mayores tasa de paro. En la imagen pueden verse las diferencias en puntos porcentuales en la tasa de paro entre mujeres y hombres de 25 a 64 años atendiendo al nivel de formación y la comunidad autónoma.
Trabajo
Una vez que se obtiene un empleo, como hemos visto, las diferencias entre hombres y mujeres tampoco se desvanecen. Como recogían en su estudio EsadeEcPol esta semana, las mujeres ocupan un porcentaje de ocupación en trabajos STEM que los hombres. Trabajos, generalmente, muy competitivos y con altos salarios.
Una de las diferencias más importantes tiene que ver, efectivamente, con la brecha salaria. A igualdad de funciones, menor rendimiento dinerario. Según el INE, la brecha salarial ha tenido dos recorridos diferentes. Mientas que para las jornadas completas se ha ido reduciendo hasta situarse en el 2,5 %, en las jornadas parciales asciende, ligera pero constantemente desde 2015.
Es importante recordar que las mujeres son quienes ocupan en mayor medida las jornadas parciales en España, principalmente, para dedicarse al cuidado de menores o personas dependientes al cargo. Una labor enormemente feminizada que las administraciones públicas no han atajado ni en forma de escuelas infantiles adecuadas ni con servicios para hacer frente a la dependencia.
Y, aquí, el servicio público, no se libra de la brecha. Aunque la ha reducido en los últimos años, la última cifra pública era del 8 %. Ello en un sector en el que las condiciones laborales están perfectamente reguladas y protegidas por la legislación. Aún así, cuestiones como las mencionadas jornadas parciales no ayudan a que las mujeres consigan igualar plenamente sus condiciones de trabajo. Preguntadas diversas fuentes, aseguran que no es posible conocer quiénes están asumiendo estas jornadas parciales en el sector público educativo por no disponer de los datos.
El INE, eso sí, tiene algunos pocos datos sobre la brecha salarial en el sector educativo. Aunque no especifica en este sentido nada. Esto incluiría desde la educación infantil hasta la superior; el sector privado y el público, así como múltiples otras variantes. En cualquier caso, es un sector altamente feminizado que, a pesar de esto o por su causa, tiene una importante brecha salarial que ha empeorado.