La salud mental se ha convertido, y sobre todo tras la pandemia, en uno de los temas recurrentes de la actualidad política y mediática. Y más si se habla de chicas y chicos. Crece el número de personas con diagnósticos y de intentos de suicidio, de autolesiones, de protocolos en los centros educativos. Pero se escucha a las personas que pisan los institutos sobre cuáles son sus problemas y sus puntos de vista en relación a todos estos temas.
Este es, precisamente, el objetivo de los podcast que MIL acaba de lanzar bajo el título de No te calles. En este primero ha reunido a cuatro jóvenes para charlar con el psicólogo Ángel Peralbo, especializado en adolescencia y familia, autor de libros como El Adolescente indomable, Educar sin ira, De Niñas a malotas o Tu hijo no es tu enemigo.
Diego Serrano, Mikaela Serrano, Triana Martínez y Eneko Ayanz han podido tratar asuntos relacionados con la salud mental, desde la prevención, detección y actuación ante situaciones complicadas hasta los problemas que a veces tienen con familias y profesorado por esta cuestiones pasando por la terapia, la medicación o las charlas de instituto.
Hora y media en la que, con mucha sinceridad y confianza, han dado su punto de vista para tratar de conseguir que el mundo adulto comprenda cuáles son sus inquietudes. Un tiempo en el que el psicólogo Ángel Peralbo da algunas pinceladas para que estos cuatro jóvenes, y todos aquellos que se acerquen al podcast o a la emisión de YouTube puedan acceder a información valiosa. Todo ello, conducido por Verónica Gayá, directora general de MIL (Media and Information Literacy), empresa impulsora del proyecto No te calles.
Durante hora y media, han tratado de dar claves para la prevención de problemas de salud mental que, como explicaba Peralbo, aparecen cuando ya es tarde para la prevención y hay que tomar otras medidas. “Cuando decís que tengo un problema, es que estamos asfixiados, agobiados… tenemos un trabajo previo que hacer”, decía.
Generación de cristal
“Somos una generación que tiene más facilidad para hablar”, comentaba Triana. Aunque, precisamente, “por expresar nuestras ideas y sentimientos nos hemos ganado que generaciones más mayores, adultos, nos llamen generación de cristal”.
Para Peralbo, la situación es que ahora chicas y chicos “airean” sus situaciones, naturalizan sus emociones y sentimientos, “uno de los grandes pasos de la inteligencia emocional”. “Decirlo no es el único paso, luego tiene que venir los recursos y tal vez ahí, los adultos, no estamos siendo capaces de acertar”.
En este sentido entiende el psicólogo que ante un joven que expresa su malestar o sus emociones, se abre un gran momento “para ayudar, para intervenir”, aunque “hay que saber cómo”. De hecho, ante la expresión generación de cristal, Peralbo explica que “si hay tantas estadísticas de chicas y chicos que se autolesionan o que llegan al suicidio, es un fracaso del sistema”.
Eneko Ayanz mostraba su desacuerdo con el apelativo, aunque aseguraba que, efectivamente, su generación es diferente a otras previas y señalaba que el hecho de vivir en una sociedad “en la que nos encanta poner nombres” lo que pasa es que “hasta que no hay una patología, un nombre a lo que te pasa, no te toman en serio”.
“Es posible que generaciones anteriores fueran más estrictas a la hora de expresar emociones, decía Triana, pero no hay por qué imitar ese comportamiento, no tienes por qué cortarme la palabra cuando te digo cómo me siento. No soy de cristal, es que no me voy a callar hasta explotar”, zanjaba.
Escucha
Chicas y chicos comentaron en diferentes momentos el hecho de no sentirse escuchados. Lo explicaba Diego: “Por lo que he visto en mis padres, hasta que no se han llevado un susto no hay sido capaces de escuchar, de hablar, quedarse contigo. Llegamos a un punto en que o tus padre siente un miedo terrible a que te pase algo o no está dispuesto a escucharte”.
Triana explicó, a su vez, su caso en el instituto. En un momento de su adolescencia cuando sentía que no podía más, cuando iba al centro casi sin arreglarse ni peinarse y no tenía interés. Cómo lanzó la voz de alarma y comentó con un docente que “no podía más”. “Intenté decir que no podía más, que necesitaba parar… y no me escucharon en ningún momento”.
La joven recordaba que solo un docente, tras ver sus exámenes, se acercó a preguntarle cómo se encontraba, extrañado por su rendimiento. “Con esto me quedo, pero me parece una vergüenza que viendo a una chica que te dice que está mal, hagas oídos sordos”, criticaba Triana para añadir: “No hace falta que te impliques emocionalmente, pero sí proponer, por ejemplo, ir a orientación… Escúchame, por lo menos; no hagas como si no lo vieras. Existe, lo ves y no haces caso”.
Para Peralbo, más allá de las culpabilidades, situaciones como las que contaba Triana, “entronca con la dificultad del adulto de reconducir, de escuchar, empatiza, o ayudar. Presuponemos que es la persona que nos tiene que apoyar, pero pensad que nadie les ha enseñado a hacerlo”
(Auto)conocimiento
Peralbo insiste en que en muchos casos se llega tarde, a las consecuencias, cuando acontece lo trágico, y pone el foco en la necesidad de enseñar, “desde que sois pequeños a ver lo que pasa dentro de vosotros, lo sentimientos. ¿Qué es para ti el miedo, la angustia, la protección o la desprotección, la ansiedad?”.
Para este psicólogo, el autoconocimiento ayuda a entender las angustias internas para poder pedir ayuda si es necesario o, incluso, no llegar a este punto. En este sentido, ve en las redes un cierto peligro porque en ellas se establecen comparaciones con otras personas, pueden generar inseguridades y pueden generar dudas o juicios en relación a lo que uno siente.
En este momento de autoconocimiento, Peralbo explicaba a chicas y chicos que si detectan pensamientos rumiativos, si están centrados siempre en lo mismo, sin ver salidas, momentos en los que “pienso en mi problema pero no hay ningún punto de fuga” o cuando vean que se preocupan demasiado por cosas del pasado y dejan de estar en el presente, “cuando las emociones se encasquillan” pueden utilizar esta información como “grandes indicadores para que alguien tenga que enseñarme”.
También comentaba la importancia de, cuando alguien detecte estas situaciones y “antes de llegar a la psicología sanitaria”, es importante compartir con otras personas de confianza. Estas pueden ser un educador especialmente sensible con el que se pueda hablar o amigos que sean realmente de confianza, “nuestro círculo más íntimo”.
Redes sociales
Por supuesto, en un tema como la salud mental, la influencia de las redes sociales tenía que estar presente. Chicas y chicos hablaron de su experiencia con el uso de estas plataformas y cómo intentaba en ocasiones evitarlas o regularlas.
“Las redes son una bomba enorme y más con la salud mental”, decía Diego, quien eliminó su cuenta de Instagram por las publicaciones de personas que “intentan llamar la atención” con asuntos como las autolesiones. “¿Para qué quieres redes sociales si estoy viendo gente hecha polvo?”, se pregunta el joven.
Triana, por su parte, habla de cómo cree que pueden afectar a cada persona a la hora de minimizar sus problemas o vivencias cuando ve que otras “que los exageran”. Dado que cree que tienen mucha influencia, ella las autorregula evitando según qué contenidos. A lo que se suma, comentaba, la presión a la hora de publicar por los comentarios que puedan darse.
Mikaela, por su parte, comenta el peligro de Internet y las redes en relación a que se tiene acceso a contenido que puede ser relevante al mismo tiempo que hay otro que puede “fomentar trastornos alimenticios o exposición a rutinas de ejercicio extremas”.
Además de estas cuestiones, estos cuatro chicos y chicas también han tenido tiempo para señalar la precaria situación de la atención a la salud mental desde las administraciones públicas, con una media de nueve psicólogos por cada 100.000 habitantes; o la escasa influencia que tienen las charlas puntuales en los centros para hablar de temas que a veces están muy trillados y otras no les interesan demasiado.
Han señalado la necesidad de buscar nuevos formatos y de que se hable de cuestiones relacionadas con la salud mental que preocupan mucho a las y los jóvenes. “Si se enfocara de otra forma, con más temas más allá del condón o no fumar porros, podríamos llegar más lejos”, explicaba Triana quien insistía en la posibilidad de que la información sea más cercana, “que te den ejemplos”, para saber que si no sueltas, llega el día en el que explotas, “que den métodos, fórmulas” para poder evitar estas situaciones.
Eneko daba la clave al señalar que este tipo de actividades son puntuales, un día cada cierto tiempo. Para él, forma parte de un “problema de carácter estructural”, decía, en el que si “tienes depresión, pastilla; insomnio, pastilla; sientes soledad, electrónica. Todo el rato son métodos ipso facto sin educar sobre los problemas”. “Damos una charla de una hora un día y pretendemos que todo esté solucionado”.
Con este primer espacio, MIL comienza la serie No te calles con la que quiere organizar podcast de diferentes temas en los que chicas y chicos hablen con una persona experta y puedan debatir, intercambiar ideas y lanzar preguntas para ir desgranando las cuestiones que más les interesan.