Más del 96% del alumnado que se presenta cada año a la Evaluación del Bachillerato para el Acceso a la Universidad (EBAU) aprueba, según datos del Ministerio de Universidades, pero pasar estas pruebas no garantiza obtener la nota para cursar el grado deseado, lo que puede ocasionar nervios o ansiedad al enfrentarse a los exámenes, que según la comunidad autónoma se desarrollarán desde hoy y hasta del 13 de junio.
Mireia Cabero, profesora colaboradora de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), destaca la emocionalidad que despierta la selectividad año tras año: “Sabemos el impacto que tiene fallar, hay autoexigencia, expectativas propias y ajenas, presión social, ilusiones que dependerán del resultado que obtengamos”.
A esto se suma la idea de que el resultado de estas pruebas puede condicionar el resto de tu vida académica y profesional: “Cuando una experiencia reúne tanta carga vital en una edad en la que la madurez emocional aún no ha podido desarrollarse, el cerebro vive con mucha intensidad las emociones. Como no es fácil gestionarlas, y menos a determinadas edades, cuesta que esta intensidad se reduzca fácilmente”, afirma.
Según Cabero, una emoción con alta intensidad sin ser bien gestionada es una bomba de relojería, “en cualquier momento explota y nos juega malas pasadas”.
Relativizar la importancia de los exámenes
Para Montserrat Lacalle, también profesora colaboradora de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la UOC, lo más probable es que no sean solo nervios, sino que, seguramente, si el alumno se queda en blanco o no es capaz de responder de la mejor manera es muy probable que “lo que le está pasando es que ya está en el rango de la ansiedad. Debemos ser capaces de diferenciar lo que serían los nervios y la inquietud o una preocupación sana por el rendimiento en este examen de lo que es la ansiedad, en la que el rendimiento se puede ver dificultado”.
La clave para combatir este estado emocional, tanto en los días previos como en el día del examen, es “focalizarse en cambiar nuestro pensamiento”, afirma Lacalle. “Muchas veces lo que pasa es que los alumnos se están exigiendo aprobar, les aparecen pensamientos como ‘no puedo suspender’ o exigencias absolutistas e irracionales ante el examen, y muchos de ellos se condenan en su pensamiento si no consiguen buena nota y comienzan a pensar que, si no son capaces, su valor individual se verá comprometido con pensamientos como ‘no sirvo’”.
Así, se recomienda intentar afrontar el examen con una importancia relativa, tratando de no creer que marcará el futuro y que puede tener graves repercusiones porque, si persiste esta idea, es muy probable que el sistema nervioso responda con ansiedad, dificultando el rendimiento.
La relajación física, la respiración profunda y la confianza en uno mismo pueden jugar a favor para perder el miedo a fallar, concentrarse en el examen y afrontarlo con más tranquilidad y seguridad.
Durante las pruebas
Además de estas técnicas para que los nervios no jueguen malas pasadas, Sylvie Pérez, profesora de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la UOC, recomienda evitar estas conductas durante los exámenes de la EBAU:
- Contestar las preguntas en el orden en que aparecen en el examen. Durante el examen, se recomienda hacer una primera lectura de las preguntas y, luego, volver a hacer una segunda lectura y comenzar por las preguntas que sabemos con seguridad.
- Ponerse nervioso si hay un bloqueo. En caso de que haya un bloqueo y al alumno no le venga nada a la cabeza, el consejo es parar porque ponernos nerviosos lo único que hace es incrementar aún más el bloqueo. Hay que esperar un tiempo e intentar pensar en otra cosa que ayude a desconectar. Después, volver a intentar comenzar el examen y dejar que vengan pequeñas ideas.
- Comprobar las respuestas entre examen y examen. Después de cada examen, los expertos aconsejan apartar la materia para prepararse mentalmente para el siguiente.
- Continuar estudiando durante la selectividad. Aprovechar los días de los exámenes para continuar estudiando y ampliando conocimientos tampoco es buena idea, en opinión de los expertos. Sí se puede repasar un poco, pero es bueno encontrar momentos de tranquilidad para dejar descansar el cerebro.