En 2007, la Dra. Henar Herrero Suárez (1966-2017), profesora titular de didáctica de las ciencias sociales de la Universidad de Valladolid, publicaba el libro Un yugo para los flechas (2007), que correspondía, en parte, a la divulgación de su tesis doctoral, leída en 2002 en esa misma institución. En los resultados de su investigación se mostraba un doble análisis: por un lado, el papel de las revistas de historietas durante la guerra civil y, por otro, como fueron instrumentalizadas para adoctrinar los jóvenes de la época, durante y después del conflicto bélico.
La autora demostró con evidencias cómo se trató de inculcar el ideario nacionalcatólico mediante la prensa infantil y, en concreto, con la revista Flechas (1937-1938, editada por Falange Española de las JONS), con la revista Pelayos (1936-1938, editada por la Comunión Tradicionalista Carlista), y con el resultado de la fusión de ambas el 4 de noviembre de 1938, Flechas y Pelayos (1938-1949), con el primer número publicado el 11 de diciembre de ese mismo año. «El proceso seguido para fusionar las dos revistas originarias constituye una muestra muy expresiva de las tensiones surgidas entre Falange y la Iglesia –ésta última principal valedora de Pelayos–, así como puede considerarse una expresión clara del predominio falangista en estos primeros, primerísimos, años del franquismo», afirmaba la Dra. Herrero en sus escritos.
Una de las definiciones de la palabra «seducir» es la de engañar con arte para persuadir suavemente para hacer algo malo. Las viñetas de estas publicaciones fueron un ejemplo del intento de seducción de inocentes (niños y adolescentes) mediante la lectura y la historieta, para adoctrinarlos en el ideario. El yugo opresor manipulaba la historia siguiendo unos recursos básicos ampliamente utilizados, como son la repetición, la simplificación, la omisión o el uso de un grafismo exagerado y distorsionado, con el único objetivo de legitimar el régimen. Las publicaciones citadas sufrieron diversas etapas, en consonancia con la evolución del régimen y el paso del tiempo, que suavizaba la contundente violencia inicial del régimen (con prisión, torturas y fusilamientos) hacia una imposición más ideológica.
En su libro, la Dra. Herrero destacaba el uso de diferentes técnicas en el proceso de adoctrinamiento, como la codificación de la simbología social, potenciando su ritualización y rutinización (como las flechas, las imágenes del caudillo, los saludos, etc.). Y destacaba, especialmente, los objetivos ideológicos en los cuentos (o cómics) publicados, que se podían resumir en los tres siguientes: «Construir una determinada imagen del Caudillo; apuntalar la realidad y la cosmovisión desde la que se pretendía que los niños interpretasen y viviesen, tanto individual, como colectivamente, el mundo en que vivían; y, por último, forjar las señas de identidad de una sociedad y más concretamente de una generación. Por otro lado, las constantes que nutren la cosmovisión que brindan los cuentos son la perfidia de la República, la vocación fascista del franquismo, la infinita bondad de Franco, la búsqueda de la adhesión afectiva, la doble moral, la sanción religiosa del Caudillo, la asociación de las figuras de Franco y de Santiago Apóstol, la asociación de las figuras de Franco y del rey David, y la utilización de la iconografía cristiana. La asociación permanente entre la figura y el poder de Franco y el universo iconográfico del catolicismo, detectada en los cuentos, nos habla de una campaña de sacralización del Caudillo».
Esta premisa es el eje fundamental de la novela gráfica PRO (2024), con guion de David Galán Galindo y dibujo de Manuel M. Vidal (1972-2024), con color del propio Vidal y de Déborah I. Villahoz, y rotulación de Joseba Basalo, que en este cómic también es importante. De hecho, todo el conjunto es una obra maestra: en su concepción, con el objetivo de imaginar a un superhéroe autóctono, español, integrando su biografía en la historia real del país en los últimos ochenta años; en su plasmación, con un dibujante inspirado con un estilo camaleónico que se adapta a cada necesidad de las viñetas; y en su diseño, con una planificación sorprendente, unos recursos adicionales innovadores, un color que se adapta a cada estilo y época requerido, y una rotulación en consonancia, incluidas onomatopeyas ad hoc.
El escritor y guionista (de cine, televisión y ahora, también, de cómics) David Galán Galindo ya había destacado en la ficción de superhéroes con su novela Orígenes secretos (2016, ampliada en 2020), que él mismo adaptó al cine junto a Fernando Navarro, y que dirigió y que se estrenó directamente en la plataforma Netflix en plena pandemia, donde todavía es posible verla. El reto planteado en la novela y en la película posterior parecía irrealizable: la de mostrar el origen de un superhéroe autóctono, en el Madrid del siglo XXI, emulando a los grandes clásicos de los cómics de superhéroes, en especial de las editoriales Marvel y DC. El protagonista de la historia y su trayectoria vital tenía mucho que ver con el archiconocido origen del personaje de Batman, aunque en la película también había menciones explícitas a personajes del universo marveliano, tan conocidos como Hulk, la Antorcha Humana (la clásica) o Spiderman, entre otros. En la promoción, el director de la película afirmaba en las entrevistas que lo que le gustaría en realidad es hacer el guion de un cómic de superhéroes, y sus deseos llegaron a oídos de Panini Comics, editores de los cómics de Marvel en España, que le animó a que propusiera un proyecto. El resultado de esa propuesta es el que se acaba de publicar, tres años después, lo que da una magnitud del esfuerzo editorial y del trabajo creativo que hay detrás de una obra de esta trascendencia.
Galán tenía dos condiciones ineludibles en el proyecto. La primera condición, poder trabajar a partir del concepto del «supersoldado», inspirándose en unos de sus personajes de ficción favoritos, el popular Capitán América de Marvel, ahora archiconocido especialmente por las películas del universo cinematográfico, pero que es un personaje muy inspirador en muchos sentidos desde su creación en diciembre de 1940 por Joe Simon y Jack Kirby, en aquella icónica primera portada donde daba un puñetazo al mismísimo Hitler. Lo fue en las campañas de promoción de vacunación contra la polio en los años cincuenta (véase el artículo El azote de los virus. El personaje del Capitán América y su escudo: iconos para los inmunólogos y virólogos), o cuando decidió cambiar su simbólico nombre por el de «El Nómada», en los años setenta, tras destaparse el caso Watergate, cambiando los colores de su traje por darle vergüenza llevar la bandera de Estados Unidos, tras la dimisión del presidente Nixon.
La semilla de la historia de Galán sería similar: el proyecto de un supersoldado español que, por diferentes motivos, solo se consigue que funcione con una única persona, gracias a la fórmula Prometeo, que dotaba de superfuerza a un joven voluntario. Ese superhéroe se crearía durante la Guerra Civil, siendo bautizado por el mismo Caudillo, con el nombre de Pro, en referencia al hecho de que era «un español de pro», que significa «promesa sagrada». Su contribución quedaría reflejada en las revistas dirigidas a los infantes de los años cuarenta y cincuenta, donde se podían leer en sus viñetas frases como las siguientes: «Combate los contubernios judeomasónicos que buscan socavar la cristiandad y destruir los valores de nuestra tierra… Tuyo es el escudo que nos protege del enemigo comunista que acecha a nuestras familias».
Y, recordemos, Galán tenía una segunda condición ineludible: que el dibujante fuera Manuel M. Vidal, con el que ya había trabajado en varios cortos anteriores y en algunos proyectos de cómic que, finalmente, no se llevaron a cabo. Vidal fue el dibujante de todos los dibujos y portadas de cómics que aparecen en la película Orígenes secretos (2020), donde uno de los protagonistas tiene una librería especializada en tebeos, y que se convierte en asesor de la policía para ayudar en un caso de un asesino en serie, que se inspira en sus asesinatos en los orígenes de los conocidos superhéroes americanos. Al no disponer de los derechos de los cómics originales, Vidal construyó su propio universo de cómics imitando a los grandes clásicos para que aparecieran en pantalla. Justo lo que ha hecho ahora también, donde adapta el estilo del cómic de PRO en función de las necesidades del guion, imitando diferentes publicaciones antiguas y contemporáneas españolas, o a las páginas clásicas de Marvel o incluso al manga.
Manuel M. Vidal murió el jueves 3 de marzo de 2024 a los cincuenta y un años, justo el día después de enviar a imprenta el cómic ya terminado, después de entregar el trabajo en que había estado trabajando en los últimos tres años. La luctuosa noticia sorprendió a todos los aficionados, frenando en seco una trayectoria profesional que se catapultaba con esta obra en la que desbordaba un talento prodigioso. La editorial tuvo la iniciativa de añadir en la impresión reiniciada una carta del guionista en homenaje a su compañero fallecido. En ese texto, Galán explicaba como Vidal volvió a nacer en 2017 tras sufrir un ictus que le obligó, literalmente, a volver a aprender a dibujar. Y lo consiguió plenamente: además del trabajo mencionado para la primera película, cabe destacar el dibujo de la novela gráfica Maestro del terror (2021), publicado por la Editorial Grafito, con guion de Josep Busquet, entre otros trabajos. Aunque complicaciones posteriores de su delicada salud han acabado con el trágico desenlace del autor.
El equipo creativo toma unas decisiones técnicas que serán muy importantes en el proyecto de PRO. Por un lado, inspirarse en la estructura de una publicación considerada como una obra maestra universal, como es el cómic Watchmen (1986-1987), de Alan Moore y Dave Gibbons, en concreta en la arquitectura de la página (con una estructura de tres filas con tres viñetas en cada fila, con variantes sobre ese esquema) y, sobre todo, con la idea de dividirlo en capítulos como si fueran números seriados, a pesar de que PRO estuvo concebida siempre como un volumen único autoconclusivo. El resultado final es de siete números completados con material adicional (noticias de periódicos, entrevistas a personajes, etc.), que cumplen con la condición esencial de la serialización: acabar con un momento de tensión dramática que invite al lector a comprar el siguiente número (en este caso, a que siga leyendo en la siguiente página), además de utilizar técnicas muy cinematográficas, tanto en el montaje de la página (especialmente cuando mezcla pasado y presente, por ejemplo), como en las transiciones entre viñetas a través de un hipotético sonido.
Otra de las decisiones técnicas resulta fundamental para buscar la complicidad de los lectores, introduciendo diferentes momentos históricos y personajes reales de la historia de España a lo largo del relato, incluidos de la historia política más reciente (contundente la viñeta en la que un personaje destaca que para que se proclamara la primera presidenta del gobierno en España, haya habido un terrible atentado terrorista en que mueren más de doscientos diputados en el cómic). Los aficionados al cómic descubrirán también numerosas referencias a autores y publicaciones clásicas españolas, y a personajes y autores de superhéroes, incluidos, como no, los autores del original Capitán América, cuyo dibujante tiene un protagonismo especial en la obra de Galán y Vidal.
La protagonista de la novela gráfica PRO es Galilea Gil (pues sí, nombre y apellido con la misma letra en el inicio), una joven recién graduada en periodismo, a la que proponen realizar una tesis doctoral en 2019 sobre el mítico personaje de PRO, el superhéroe franquista protagonista de esta ucronía, que luchó y venció a villanos con nombres tan simbólicos como el Anarquista Ateo, el Bicéfalo Sindicalista, la Santa Sangrienta o la Zorra Roja… al menos se llamaban así en los cómics que daban a conocer las proezas del superhéroe en las historietas de la época, que recuerdan por su diseño a los famosos cuadernos de aventuras de los años cincuenta, o los álbumes de Bruguera de los sesenta y setenta. También se evocan revistas de los ochenta y noventa, como El Víbora (1979-2004) o Cimoc (1981-1996), en una memorable página que emula el estilo del maestro Carlos Giménez.
A lo largo de la obra, descubriremos por qué el profesor universitario propone dicha tesis doctoral a la joven, y veremos que tiene mucho que ver con la obra de Platón (427 a. C.-347 a. C.), en concreto, en la novela gráfica aparecerá citada y representada en varias viñetas la obra Protágoras, considerada el primero de los diálogos mayores del filósofo, un «diálogo socrático», denominado así por participar su maestro como un personaje más. Platón reflexiona sobre el hecho de que la virtud («el hábito de hacer el bien y comportarse de acuerdo con la moral») se puede aprender y que, aplicado a este caso concreto, será fundamental analizar el comportamiento del superhéroe PRO sin prejuicios, revelando los motivos que le llevaron a actuar de una u otra manera. La estulticia de los ignorantes radica en no querer aprender. Es posible que descubramos que el conocimiento puede curar el fascismo. Y PRO puede ser una buena lectura para ello.