En su resolución 42/112, el 7 de diciembre de 1987, la Asamblea General de las Naciones Unidas decidió celebrar el 26 de junio el Día Internacional de la Lucha contra el Uso Indebido y el Tráfico Ilícito de Drogas para «mostrar su determinación en reforzar la actuación y la cooperación para alcanzar el objetivo de una sociedad internacional libre del consumo de drogas. Con el apoyo cada año de particulares, comunidades y diversas organizaciones de todo el mundo, esta celebración mundial tiene como objetivo concienciar sobre el grave problema que representan las drogas ilícitas para la sociedad».
La Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC) es la responsable de la publicación del Informe Mundial sobre las Drogas, un documento con estadísticas clave y datos fácticos obtenidos a través de fuentes oficiales con un enfoque basado en la ciencia y la investigación. «El impacto de las drogas es complejo y de gran alcance. Para hacer frente a este problema es imprescindible adoptar un enfoque basado en pruebas científicas que dé prioridad a la prevención y el tratamiento», se destaca en el informe. Analizar y mostrar la realidad de lo que sucedía en un centro de rehabilitación fue el grano de arena que quiso aportar un artista que, por azares del destino, acabó trabajando a tiempo parcial como responsable de limpieza y mantenimiento durante cinco años.
Norma Editorial publica la novela gráfica Fuerza. Notas desde un centro de rehabilitación (2024), con guion y dibujo de Ferran Vidal, un trabajo de documentación exhaustivo sobre el funcionamiento y las personas que interactúan en un Centro de Atención y Seguimiento (CAS) a las drogodependencias, en el que el mismo autor sitúa en «una ciudad cualquiera». La obra funciona como un documental, con la descripción de la instalación y de las funciones de la institución, la especificación del personal y la descripción somera de sus puestos de trabajo, y una breve presentación, en algún caso con una minientrevista, de muchas de las personas que pasaron por el centro a lo largo de los cinco años en que Vidal trabajó en el CAS, siendo él mismo parte del relato, como hilo conductor de la narración en primera persona.
La sinceridad del autor es fundamental para favorecer la empatía del lector, al ponernos en su lugar y compartir sus emociones, que van evolucionando al revelarse todo un universo desconocido para la gran mayoría de la población, y que se irá exponiendo de forma magistral en las páginas de la novela gráfica. Un desconocimiento que lo era para el propio dibujante cuando se incorporó en el lugar de trabajo al inicio del relato, lo que favorece, a priori, la exposición de prejuicios y estereotipos compartidos por todos y creados por un marco mental que la sociedad (a través de noticias o de la ficción) ha construido a lo largo de las últimas décadas. Unos prejuicios que le llegaron a hacer pensar, el primer día de trabajo, que no saldría vivo de allí, cuando la realidad ha sido muy diferente, aunque con una realidad que no tiene nada que envidiar, evidentemente.
De hecho, ya en las primeras viñetas nos advierte que el CAS apenas está señalizado desde el exterior, actuando con disimulo para evitar protestas vecinales, se entiende, por ejemplo, para que no bajen los precios de los pisos de su alrededor. Eso es lo que pasa cuando manda el mercado en las decisiones que tomamos. Y no somos conscientes de los falsos estereotipos que muchas veces nos ha creado la ficción. Es demoledor una página repleta de retratos de diferentes personas, y el autor nos pregunta a los lectores si nos podemos imaginar cuál de todas esas personas podría ser drogodependiente, y los vemos de todos los géneros, procedencias, edades y clases sociales. La respuesta es contundente: absolutamente cualquiera.
El centro descrito en Fuerza trata a varios centenares de pacientes al año (por desgracia, la tasa de mortalidad es muy alta en este colectivo), pero, sobre todo, se concentra en cuatro grandes tipos: los heroinómanos, los cocainómanos, los alcohólicos y los adictos a la marihuana. Y todos ellos, junto al personal del centro, son los protagonistas de esta historia que trata de comprender los motivos (muy variados) de cómo caes en la droga y todo lo que supone desde todos los puntos de vista, también en el proceso de rehabilitación: emocional y físico, familiar y social, laboral y económico. Y ya sabíamos, también por la ficción, gracias al famoso Dr. House, interpretado por el actor Hugh Laurie en la mítica serie homónima, por el lema que nos repetía en cada episodio, que todos los enfermos «mienten»… absolutamente todos, lo que hace, en ocasiones, que la rehabilitación sea más complicada.
Vidal denuncia en la novela gráfica que en el CAS donde trabaja, por no haber, no hay ni bolígrafos para escribir. Una constante de su discurso es evidenciar la falta de recursos de forma perenne, en un centro de servicio público, pero de gestión privada. En el documental Sicko (2007), dirigido de forma despiadada por Michael Moore, un cineasta destacado por utilizar sus producciones para denunciar diversos aspectos de la sociedad, se pone la diana en el sistema privado de salud de Estados Unidos, mostrando el mercantilismo asociado a la salud y a la dificultad de poder acceder a un sistema de salud de calidad y universal. El relato es escalofriante durante las dos horas del metraje.
El documental comienza con un carpintero que pierde dos dedos en un accidente de trabajo y en el hospital le ponen un precio a cada dedo y, como sólo le llegan los ahorros para uno, el herido debe elegir qué dedo se le cose. Y ésta es la primera historia de muchos casos narrados. De hecho, todavía es más dantesco ver las declaraciones de una médica que reconocía en un juicio que se arrepentía de denegar multitud de servicios hospitalarios a enfermos de todo tipo, lo que provocaba unos millonarios beneficios a las grandes compañías de servicios de salud estadounidenses. A cambio, a ella se le recompensaba con un sueldo de seis cifras en reconocimiento a su implicación. En sus pacientes, en muchos casos, la denegación suponía la muerte.
En Sicko, Moore se pregunta por qué la sanidad es privada y no lo son los bomberos, las bibliotecas, las fuerzas armadas o la policía en Estados Unidos. No parece que no lo sean por un carácter comunista del país, sino por el negocio implícito en la privatización de un servicio esencial, en parte estimulado por unos políticos que desde los años setenta promovieron un modelo que potenciaba los seguros privados, para el enriquecimiento de unas compañías que acababan contratando a dichos políticos al cabo del tiempo, con sueldos millonarios. Palabra de Moore, con evidencias expuestas en el documental.
La realidad es que, si privatizas un servicio público y se sigue dando ese servicio desde lo privado, los ingresos salen igualmente del ámbito público. Si logramos aumentar los ingresos o bajar los gastos o ambas cosas a la vez, los beneficios de las empresas privadas que gestionan servicios públicos aumentan. Si los ingresos se mantienen estables, la única manera de aumentar los beneficios es controlar los gastos hasta el detalle y, en lo posible, disminuirlos. De ahí surgen la mayoría de las limitaciones que se encuentran este tipo de centros que, recordemos, es de servicio público, pero de gestión privada.
Ferran Vidal realiza un trabajo portentoso de documentación y de narración, combinando diversas técnicas que compaginan la historieta, la ilustración y la pintura, las tres especialidades que, junto a la escultura, son la base de su producción artística. Maneja el lápiz con un trazo expresionista extrañamente realista, con una composición de la página experimental en cada escena, con una gran carga pedagógica. Su valor artístico fue reconocido en su momento, el proyecto Fuerza. Notas desde un centro de rehabilitación le permitió a su autor ganar el VI Premio de Novela Gráfica Social Divina Pastora, en su edición de 2018 (sí, han leído bien, lo que da una idea del esfuerzo creativo y editorial y la dificultad que supone realizar y publicar una obra de este tipo en nuestro país). El premio, promovido por la Fundación Divina Pastora, tiene el objetivo de fomentar la concienciación ciudadana a través del dibujo en la novela gráfica como medio artístico de expresión.
La precariedad laboral en el sector del cómic llevó al artista a la cola del paro y de ahí, a un trabajo en un CAS. Y su talento y su capacidad de observación mientras realizaba esa inesperada y no deseada tarea ha permitido que podamos tener una obra de este tipo en nuestras manos. Moore, en su documental Sicko, afirmaba de forma categórica que «una sociedad puede juzgarse por la forma en que trata a sus miembros más desfavorecidos». Por lo que apreciamos en la obra de Fuerza, se merecen un monumento todo el personal del CAS. Y, probablemente también, todas las personas que han ayudado de una u otra manera a que esta novela gráfica se haya publicado, empezando, como no, por nuestro respeto a su autor y acabando, quizás, por los lectores que la compren. No se olviden de abrazarse.