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«Todos los padres dicen que creen en la igualdad, que quieren que todos tengan los mismos recursos… hasta que afecta a su propio hijo. Entonces dicen: ‘Quiero que mi hijo tenga lo mejor’. Y harán todo lo que esté en sus manos para garantizar que sus hijos lo consigan. Y cuando nos encontramos en una situación de relaciones de poder, en la que algunos tienen más riqueza y más estatus, esas personas son las que pueden asegurar más recursos para sus hijos, incluso recursos públicos, y los demás no. La segregación se crea a través de las políticas y, a la vez, se refuerza mediante decisiones individuales.»
Ante esas decisiones individuales que fomentan la desigualdad colectiva, la periodista del New York Times Magazine, especializada en segregación escolar y desigualdades, ganadora de un premio Pulitzer, Nikole Hannah-Jones, defiende: «La respuesta a la segregación escolar debe ser sistémica, a través de políticas públicas».
«He pasado mucho tiempo como periodista escribiendo sobre la segregación escolar, y lo he hecho en estados demócratas o progresistas. Vivo en Nueva York, que se ve como el gran melting pot, la ciudad más diversa del mundo, muy progresista… y que, a la vez, también tiene el sistema más segregado de Estados Unidos. No es un melting pot: puedes ser igual de diverso y segregado al mismo tiempo. En Nueva York conviven muchas culturas y razas distintas, pero están muy segregadas. Y no lo están porque racistas seguidores de Donald Trump lo apoyen, no… Muchos progresistas blancos quieren creer que el problema de las desigualdades y la segregación escolar se debe a los malos racistas blancos… cuando, en realidad, el problema de fondo es la gente blanca. Y no importa qué políticos estén al mando».
Así lo afirmó en un debate organizado por la asociación Catesco, en el marco del Foro Global de la UNESCO contra el Racismo y las Discriminaciones, a principios de diciembre.
«Las mayores resistencias que he encontrado para combatir la segregación escolar han sido en las ciudades blancas más progresistas de Estados Unidos. El estado más segregado para la población negra en EE.UU. es Nueva York, y para la población latina es California. No lo son ni Mississippi, ni Alabama ni Georgia… Los estados que más segregan a los niños no son los del sur, sino los estados más demócratas», lamentó.
No debemos convencer a los racistas conservadores blancos, sino a aquellos que están de nuestro lado
Y, como ejemplo, añadió: «Cuando en Nueva York tuvimos un superintendente que quiso desegregar las escuelas, los padres progresistas blancos se le opusieron ferozmente. No duró mucho antes de que lo destituyeran. Y el siguiente superintendente ya ni siquiera mencionó ese tema».
Ante esta situación, concluyó: «No debemos convencer a los racistas conservadores blancos, sino a aquellos que están de nuestro lado».
Segregados por ley… o no
Hannah-Jones hizo un repaso rápido de la discriminación sufrida por la población negra en EE.UU.:
«A los niños negros se les prohibía el acceso a la educación pública por ley. ¡Incluso leer estaba prohibido! ¡Tener un libro era ilegal!». Después se les permitió ir a la escuela, pero en centros separados de los blancos, hasta que en 1952 el Tribunal Supremo declaró ilegal la segregación. «Desde entonces hubo avances, hasta llegar al punto máximo de integración en 1988. Luego, un Tribunal Supremo cada vez más conservador dificultó la desegregación a través de sus sentencias.»
Comparando con Europa, la exeurodiputada francesa de Renaissance, Salima Yenbou, afirmó: «Aquí no tuvimos una separación racial por ley… pero los resultados a día de hoy son los mismos que en EE.UU.».
La también francesa Sylvaine Baehrel, del Collectif Apprendre Ensemble, explicó: «A las escuelas públicas van principalmente alumnos de entornos desfavorecidos, mientras que en las privadas hay muy pocos niños de esos entornos y una gran mayoría de niños de familias muy acomodadas. Tenemos una sociedad de dos niveles: los alumnos de distintos entornos no se relacionan entre ellos. Tenemos una sociedad que no se socializa, lo que fomenta el miedo al otro.»
Hannah-Jones advirtió: «Las leyes no necesariamente cambian las realidades sobre el terreno, si no cuentan con recursos para implementarse. Las leyes tampoco cambian automáticamente las mentalidades y corazones de la gente. Es la capacidad del gobierno para ejecutarlas lo que marca la diferencia. Y no hubo una voluntad real de implementar la sentencia del Tribunal Supremo. Por tanto, la ley podía haber cambiado, pero si no hay mecanismos para aplicarla, la realidad no cambia.»
Así, la segregación escolar en EE.UU. persiste: «Los alumnos blancos pobres asisten incluso a escuelas más diversas que los alumnos negros de clase media. También existe mucho white flight (literalmente, «huida blanca» es un término sociológico que se refiere al fenómeno de migración masiva de personas blancas desde áreas urbanas diversas racialmente hacia suburbios o zonas más homogéneas) desde las ciudades hacia las urbanizaciones, donde vivir es prohibitivo para la población negra».
“Un sistema de apartheid”
Sylvaine Baehrel y el belga Nico Hirtt (de Appel pour une école démocratique) resaltaron cómo la existencia de escuelas privadas fomenta la segregación escolar. Hannah-Jones coincidió, pero añadió más complejidad: «En Europa, las escuelas privadas seleccionan al alumnado. En EE.UU., también lo hacen las escuelas públicas. En Nueva York decimos que un niño puede ir a cualquier escuela del distrito… si tiene buenas recomendaciones y lo aceptan. En las escuelas públicas más selectivas, muchos niños negros no pueden entrar. Tenemos institutos públicos con solo nueve alumnos negros y tres latinos, cuando el 75% de los alumnos de las escuelas públicas de Nueva York son negros o latinos. Es un sistema de apartheid, ¡y son escuelas públicas! Todos estamos pagando para que ciertos miembros de la sociedad reciban una educación privada con dinero público.»
Hay escuelas-gueto de ricos y escuelas-gueto de pobres
Tras la sentencia que declaró inconstitucional la segregación, se forzó la integración mediante leyes. «Si no, la gente elige segregación. Por eso se implementaron los autobuses escolares para que las escuelas reflejaran la diversidad del área.»
«La integración funcionó no porque los niños negros se volvieran inteligentes al sentarse junto a un niño blanco, no. Funcionó porque los niños negros accedieron a los mismos recursos que tenían los niños blancos».
Escuela y sistema económico
Hirtt afirmó que el sistema educativo está diseñado para responder al mercado laboral: «El mercado necesita tanto trabajadores muy cualificados como no cualificados. La segregación y las desigualdades son señales de que el sistema educativo se adapta perfectamente al capitalismo moderno. Hay escuelas-gueto de ricos y escuelas-gueto de pobres».
Hannah-Jones añadió: «El sistema de bienes públicos está diseñado para mantener la jerarquía racial y económica existente. No está roto: funciona tal como fue diseñado. En las escuelas públicas, el lenguaje capitalista ha penetrado en la educación pública. Ya no hablamos de formar ciudadanos, sino de formar trabajadores».
«No hay nada malo en los niños negros en sí mismos. El problema es que hemos creado un sistema que les impide acceder a barrios y escuelas de calidad. Esto genera resultados previsibles. Sabemos que los niños negros pueden tener éxito académico en una escuela totalmente negra… siempre que reciban los recursos adecuados. Pero, en lugar de eso, les damos menos recursos».
Concluyó: «Hemos creado un sistema que garantiza que la mayoría de niños negros no tendrán acceso a escuelas bien financiadas ni a los mejores profesores, lo que les impide competir con los niños blancos.»