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Inversión insuficiente; bajas tasas de finalización en enseñanza secundaria y de transición a la terciaria; pobre calidad en los resultados de aprendizaje medidos en pruebas internacionales; desigualdades notorias por áreas de residencia, en desmedro de las personas que habitan zonas rurales, pertenecen a grupos indígenas y a los sectores sociales más carenciados, son algunas de los evidencias que urgen a la toma de decisiones con otro sentido.
Un informe auspiciado por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), presentado en diciembre de 2023, ofrece un diagnóstico sobre los sistemas escolares en la región, destacando sus logros y las brechas que limitan su potencial. La comparación entre diez países de América Latina y el Caribe, con otras regiones del mundo y de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), es propicia para la discusión de los desafíos, soluciones probables y el papel de los gobiernos nacionales.
El documento, elaborado por Elena Arias, Cecilia Giambruno, Alejandro Morduchowicz y Bismarck Pineda, es un análisis ecuánime, propositivo y certero en el señalamiento de avances y deficiencias, que interpela a los gobiernos para que inviertan más y con mayor eficiencia, dado que dicha dimensión aparece como la de más paupérrimos aportes al desarrollo educativo.
“El estado de la educación en América Latina y el Caribe 2023”, título de la llamada “nota técnica”, se estructura en cuatro capítulos: Introducción, Desarrollo educativo en ALC: una comparación a escala global, Panorama de la educación en América Latina y el Caribe y la Conclusión. Su foco principal son tres dimensiones que miden el desarrollo de los sistemas escolares: recursos financieros, cobertura y eficiencia y logro de aprendizajes.
Inversión y recursos: una base insuficiente
Uno de los hallazgos más preocupantes es el rezago en la inversión. Mientras que los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos destinan en promedio más de 9,200 dólares anuales por estudiante en primaria y secundaria, los países latinoamericanos y caribeños apenas alcanzan los 3,081 dólares.
Esta brecha se refleja en la proporción del Producto Interno Bruto (PIB) destinado a educación: 4.6% en la región, por debajo de los estándares de la OCDE. Las diferencias al interior son elocuentes: Bolivia es el país que más invierte (8.9 %), le siguen Belice (8.7 %) y Costa Rica (6.7 %); los que menos, Venezuela (1.3 %) y Haití (1.6 %); a la mitad, México, con apenas 4.3 %.
Los datos también revelan inequidades en el gasto por estudiante entre países. Chile y Costa Rica lideran el subcontinente con inversiones superiores a los 4,500 dólares anuales, mientras que Guatemala se encuentra en el extremo opuesto, con menos de 1,000 por alumno. Para ilustrar asimetrías: Singapur invierte 18,000 dólares anuales; en México, solo 2,561 dólares.
Estas desigualdades retratan disparidades económicas y diferencias en la eficiencia y transparencia en el uso de recursos, así como la prioridad que representa la educación a la hora de las decisiones estratégicas nacionales.
Acceso desigual: promesa incumplida de la cobertura universal
La cobertura mejoró en las últimas décadas, pero los avances son desiguales e insuficientes. La región se acerca a la universalización de la primaria, con una tasa de cobertura del 97.1 %. Sin embargo, en el nivel secundario la situación es más preocupante: apenas el 78.7 % de los jóvenes asiste a ese nivel, 14 puntos porcentuales por debajo del promedio de la OCDE. Además, solo el 65 % de los estudiantes finaliza la secundaria.
El panorama es aún más crítico en la enseñanza terciaria. Con una cobertura promedio del 20 %, la zona continental está muy rezagada respecto a otras del mundo. Las brechas por nivel socioeconómico son brutales: los jóvenes del quintil rico tienen 27 puntos porcentuales más de probabilidades de acceso que aquellos del quintil más desfavorecido.
Aprendizajes: materia reprobada
Los indicadores de aprendizaje son contundentes. Según los resultados de la prueba PISA 2022, el 55 % de los estudiantes de 15 años en la región no alcanza el nivel mínimo de competencia en lectura, cifra que se eleva al 75 % en matemáticas y al 57 % en ciencias. Estas tasas duplican o incluso triplican los promedios en los países de la OCDE.
Además de los bajos desempeños generales, las brechas socioeconómicas exacerban el problema. Mientras que el 72 % de los estudiantes desfavorecidos tiene un bajo rendimiento en lectura, esta cifra desciende al 34 % entre los estudiantes con posición económica elevada. En matemáticas, la situación empeora: el 88 % de los estudiantes del quintil más bajo muestra bajo rendimiento, frente al 55 % del más alto.
Propuestas para una transformación educativa
El documento subraya la importancia de fortalecer a los docentes y los recursos pedagógicos. Asume que el cuerpo docente es el factor más relevante para mejorar la calidad en todos sus tramos: para lograr el acceso, la culminación de ciclos y la mejora de aprendizajes.
Latinoamérica y el Caribe enfrentan retos significativos en la formación y condiciones laborales de los maestros, así como en la disponibilidad de materiales pedagógicos y tecnología. En muchas áreas rurales, las asimetrías en infraestructura escolar y acceso a tecnologías digitales constriñen oportunidades de aprendizaje.
Frente a este desafío estructural de robustecer los sistemas escolares, los autores del informe enfatizan la perentoriedad de tomar decisiones basadas en evidencias. Nuestros países deben aumentar y optimizar la inversión priorizando estrategias comprobadas como:
- Formación docente: que mejore la calidad y relevancia de los programas de formación inicial y continua para maestros, para que dominen los contenidos y tengan competencias para enseñarlos.
- Garantizar que los recursos lleguen a las escuelas y estudiantes que más los necesitan.
- Evaluación y rendición de cuentas, con la implementación de sistemas que permitan medir el impacto de las políticas y ajustar las estrategias según los resultados, al mismo tiempo, evitar ineficiencias y prácticas corruptas.
- Ampliación del acceso a herramientas digitales, especialmente en comunidades marginadas.
El informe del BID es un diagnóstico que llama a la acción. La educación en América Latina y el Caribe no puede seguir siendo una asignatura pendiente. Los gobiernos, las comunidades y los organismos internacionales deben trabajar de manera coordinada para garantizar que todos los niños y jóvenes accedan a una formación de calidad.
El futuro de América Latina y el Caribe depende de las decisiones que se tomen hoy. Es hora de actuar con determinación y compromiso o se empeñará el futuro de millones de latinoamericanos y caribeños, por lo menos durante la mitad del siglo que corre.