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Esta información ha sido publicada por XQtheNews
El trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) es uno de los trastornos neurobiológicos y psiquiátricos más comunes en la infancia que, en la mayoría de los casos, persiste en la edad adulta. Afecta a millones de personas en todo el mundo.
No es exactamente una enfermedad mental, sino una condición neuroconductual anormal que puede afectar negativamente a la calidad de vida de la persona que lo padece, especialmente si está en edad escolar.
El TDAH se reconoce cada vez más en Europa como un problema importante. Según las estimaciones más actualizadas, alrededor del 5-7 % de los niños y del 2-4 % de los adultos lo padecen, con cierta variabilidad en función de los criterios de diagnóstico adoptados.
En España, las estimaciones indican que entre el 3 y el 7 % de los niños están afectados por el TDAH, con una presencia del 1,2 % en la población de 18 a 44 años. En otros países como Italia, un reciente estudio señala una prevalencia media en niños del 5,9 %, mientras que en la población adulta desciende al 1,4 %. En Portugal aún no hay estudios específicos, pero las cifras parecen coincidir con la europea.
Causas clínicas
El TDAH se asocia a desequilibrios en los sistemas neuroquímicos en los que intervienen la dopamina y la noradrenalina, dos neurotransmisores cruciales para regular la atención, la motivación y el comportamiento. La dopamina interviene en el sistema de recompensa del cerebro, que influye en el estado de ánimo y en la capacidad de concentración. Las personas con TDAH tienden a tener niveles más bajos de dopamina en determinadas zonas del cerebro, lo que puede explicar sus dificultades para concentrarse y mantener la atención. La norepinefrina, por su parte, está relacionada con la respuesta al estrés, las funciones cognitivas y el control de los impulsos.
Los medicamentos utilizados para tratar el TDAH, como los estimulantes (por ejemplo, el metilfenidato), actúan aumentando los niveles de dopamina y noradrenalina en el cerebro, mejorando así la capacidad de concentración y reduciendo la hiperactividad y la impulsividad.
TDAH en niños y adolescentes
Los síntomas asociados a este trastorno son más evidentes en los niños: dificultad de concentración, hiperactividad, impulsividad, timidez paralizante y dificultades en las relaciones sociales. Los alumnos con TDAH suelen tener dificultades para seguir las clases, hacer los deberes y cumplir las normas del aula, lo que puede provocarles frustración y fracaso escolar. Además, el trastorno suele asociarse a trastornos del estado de ánimo, ansiedad y baja autoestima.
Durante la adolescencia, las dificultades tienden a agudizarse debido al aumento de las exigencias escolares y sociales. Los jóvenes con TDAH son más propensos al consumo y la dependencia de sustancias psicotrópicas, la conducción temeraria, la ludopatía, la obesidad, la impulsividad extrema y la dificultad para gestionar las emociones.
Numerosos estudios demuestran que, cuando los adolescentes con TDAH gestionan de forma óptima esta neurodivergencia, adquieren gradualmente puntos fuertes considerables en comparación con sus compañeros: una marcada creatividad, la capacidad de pensar de forma innovadora y de encontrar soluciones originales a los problemas. Además, estas capacidades suelen ir asociadas a una evolución del carácter, que pasa de la timidez y la reserva a la histrionismo y exageración.
Sin embargo, estos casos son bastante raros. Lo más habitual es que el trastorno esté infradiagnosticado o se diagnostique tarde, sobre todo en el caso de las niñas, cuyos síntomas pueden ser menos evidentes que en los niños. El TDAH suele confundirse con otros trastornos, como la ansiedad o la depresión, lo que dificulta aún más su identificación y el tratamiento adecuado.
La falta de especialistas formados, las diferencias en los protocolos de diagnóstico entre los distintos países europeos y la persistencia de estereotipos sobre el TDAH contribuyen a que este trastorno siga siendo desconocido, pese a que, en contextos sociales más difíciles, puede degenerar en un trastorno psiquiátrico en toda regla.
El TDAH en la edad adulta
Contrariamente a lo que se pensaba, el TDAH no desaparece con la edad adulta, sino que suele manifestarse de distintas formas: dificultades para gestionar el tiempo, organizar las actividades diarias y mantener la concentración en el trabajo. Otros problemas relacionados con el TDAH en la edad adulta son las dificultades para mantener relaciones interpersonales, el olvido constante de objetos y citas, y un mayor riesgo de desarrollar ansiedad y depresión.
Es posible que se haya dado cuenta de que proliferan en Internet tests muy cuestionables para autodiagnosticar el TDAH. Se puede decir que es un trastorno “de moda”, sobre todo después de que se descubriera que, junto a los problemas mencionados, puede desarrollar habilidades especialmente valiosas en determinados campos profesionales “creativos” (como el diseño, el arte o la escritura). Además, la capacidad de “hiperconcentración” en intereses específicos permite a estas personas dedicarse con pasión y dedicación a proyectos que les entusiasman, lo que a menudo da lugar a excelentes resultados.
Peter Shaman, un empresario estadounidense de éxito atribuye su capacidad innovadora al TDAH, considerándolo un “superpoder” que le ha permitido destacar en su campo. En Silicon Valley y otros lugares, el TDAH es frecuente a todos los niveles, desde altos directivos hasta programadores.
Sin embargo, el TDAH es una afección que compromete la calidad de vida con mayor frecuencia, tanto en adultos como en niños. La psiquiatría tiene la obligación de aumentar su experiencia en la evaluación diagnóstica y el tratamiento del TDAH, y de proporcionar a los afectados apoyo psicológico, estrategias educativas y, en algunos casos, tratamiento farmacológico.