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En un momento en el que la polarización parece no alcanzar cumbre, un ambiente de incertidumbre con sombras belicistas nos rodea y los titulares sobre el “trumpismo” y sus secuaces nos azotan cada día, ver el avance de la extrema derecha es inquietante pues pone en riesgo valores democráticos, conquistas tanto en derechos para las mujeres como en identidad de género, derechos sociales y a sociedades inclusivas y equitativas.
Aitor Esteban hacía referencia a los jóvenes en su despedida del congreso transmitiéndoles el mensaje de que no le den la espalda a la política porque es una valiosa herramienta para hacer cosas por el bien común. A raíz de esto, escuchaba en un programa radiofónico a un comentarista que “la juventud está en las redes sociales y eso es lo peligroso”. A esto voy.
¿Son las redes sociales la causa del auge de la extrema derecha que se aleja de los valores democráticos? ¿Es la causa de la polarización social?
Como sabemos el algoritmo nos hace llegar contenidos digitales afines, y sabe que son afines por los datos de entrada que damos: las webs que visitamos, las cookies comportamentales que miden el tiempo que pasamos viendo un anuncio, las aplicaciones que nos descargamos o mediante el acceso que otorgamos al micrófono de nuestro terminal, muchas veces de forma inconsciente, al pulsar “sí, he leído y acepto las condiciones”. Así que, si el ambiente familiar es de tendencia ultraconservadora, o la educación recibida o los círculos sociales lo son, una persona puede asumir esas creencias que se ven reafirmadas por la información que el algoritmo hace llegar. ¿Ha habido cabida a otro tipo de ideas? ¿Ha habido pluralidad o pensamiento crítico? ¿Es la juventud más ultraconservadora que generaciones anteriores o se perpetúan ideas antes quizás más disimuladas? Y me permito una última pregunta a modo de paréntesis ¿sabe la ultraderecha enviar mensajes sencillos que calen y se multipliquen en redes mientras la izquierda se ha instalado en la soberbia intelectual de debates conceptuales?
Lo cierto es que el acceso a la información (y a la desinformación) de forma digital está en toda la sociedad, el rango de población de más edad se decanta por redes como Facebook y la población más joven por redes más rápidas, estamos en la era de la velocidad, Tik Tok o Instagram, mayoritariamente.
Desconozco cómo se puede desarrollar el área 6 del DigcomEdu dedicada al desarrollo de la competencia digital del alumnado sin acceso a pantallas
Frente a esto, algunas comunidades autónomas han decidido limitar el acceso a las pantallas o reducir el tiempo de acceso al mínimo. Es decir, en vez de apostar por la alfabetización digital de la persona usuaria, la digitalización se prohíbe o reduce al mínimo. La competencia digital es una de las competencias clave de nuestro sistema educativo. Se define como “el uso seguro, saludable, sostenible, crítico y responsable de las tecnologías digitales para el aprendizaje, para el trabajo y para la participación en la sociedad, así como la interacción con estas”. ¿Cómo puede saber una persona qué es un uso seguro, cómo expone sus datos personales, qué es la “netiqueta”, cómo diferenciar la fiabilidad de una fuente de información o el coste en agua y energía de la inteligencia artificial, por ejemplo, si no está alfabetizada en esto? Desconozco cómo se puede desarrollar el área 6 del DigcomEdu dedicada al desarrollo de la competencia digital del alumnado sin acceso a pantallas.
La Unión Europea considera la competencia digital dentro de las habilidades básicas que toda ciudadanía debe tener. Las habilidades digitales para la competitividad, la sociedad moderna y la vida cotidiana. La alfabetización mediática es clave para una ciudadanía activa e informada, así se recoge en el informe Action Plan on Skills publicado por la Unión Europea el pasado 5 de marzo sobre habilidades básicas. En dicho informe se hace mención en varias ocasiones al informe Letta, (Enrico Letta – Much more than a market (April 2024). En él se hace referencia a «el compromiso con una transición ecológica y digital justa. Esta decisión refleja un compromiso a largo plazo para transformar la sociedad y la economía europeas de forma sostenible y equitativa. La próxima legislatura se considera crucial para garantizar la implementación y el éxito de esta transición integral.» Una transición justa supone no dejar a nadie atrás en el cambio o transformación, ni por falta de medios materiales ni por dificultades de acceso del tipo que sea. Y sí, competencia digital y sostenibilidad están más ligadas de lo aparente, porque no se puede ser una persona consciente de los recursos naturales que se consumen con el abuso o mal uso de las tecnologías, con las simple introducción de un promt, sino se tiene la alfabetización digital pertinente (Competencia 4.4 Protección del entorno: tener en cuenta el impacto de las tecnologías sobre el medio ambiente del DigCompEdu )
Otra de las habilidades o competencias básicas a la que se hace referencia en el informe europeo es la ciudadana, y se cita expresamente que es fundamental para fomentar la participación activa en sociedades democráticas. Los rápidos avances tecnológicos, junto con la creciente polarización y la difusión de información errónea, hacen que cultivar habilidades ciudadanas sea más crucial que nunca.
Mantener a una ciudadanía desinformada, no alfabetizada digitalmente o proclive a creer en los bulos convenientes para ciertas estrategias políticas o comerciales hace que la sociedad sea más manipulable, que siga cayendo en polarizaciones extremistas e individualismos, y que pone en peligro valores democráticos.
En un momento social de cambios rápidos y constantes en todos los contextos, nos vemos influenciados por diversos factores que nos rodean: la crisis climática, la proliferación de noticias falsas, las migraciones crecientes por diversos factores, el auge de la violencia y conflictos bélicos, la proliferación de tecnologías recientes como la inteligencia artificial con sus virtudes y sus peligros, etc. Es muy difícil gestionar toda esta información si no se focaliza una formación en habilidades básicas para poder formar parte de una ciudadanía activa, inclusiva, que sepa gestionar la información y participar en decisiones que le competen.
Por lo tanto, la lucha contra la polarización empieza en la educación, de toda la sociedad, pero hay que poner el foco en la sociedad del futuro que tenemos en las aulas potenciando habilidades básicas como una competencia digital y ciudadana que cree ciudadanía crítica, activa, comprometida con causas como la sostenibilidad o la lucha contra las desigualdades y la equidad; comprometida con los valores democráticos y los derechos sociales. La otra opción, la de los oligarcas, gobernantes de extremaderecha o ultraliberales son políticas que no incluyen a la mayoría, son políticas exclusivistas a su medida, pero para poder decidir qué principios defiende cada persona hace falta acceso a la información y pensamiento crítico.