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«El arma más poderosa en manos del opresor es la mente del oprimido» — Steve Biko

Europa, con la justificación de la «preparación ante crisis», está introduciendo en las escuelas programas de adoctrinamiento militar y propagandístico, disfrazados de simulacros de emergencia. Lo que se vende como un plan de seguridad es, en realidad, un lavado de cerebro institucionalizado, diseñado para normalizar la guerra, el miedo y la sumisión ante un futuro de conflictos fabricados por las élites en guerra por los recursos (tierras raras en Ucrania) para sus empresas.
La militarización de la educación: simulacros que inculcan obediencia
En países como Alemania, Francia, España y los países nórdicos, los gobiernos conservadores y socialdemócratas están implementando «simulacros de guerra y desastres» en colegios, con ejercicios que incluyen alarmas, refugios anti-bombardeos y protocolos de evacuación. Lo que pretenden es la normalización del Estado Bélico: los niños y las niñas crecerán asumiendo que la guerra es un fenómeno inevitable, en lugar de una consecuencia de decisiones políticas. Como denunció Noam Chomsky: «La propaganda es a la democracia lo que la violencia al estado totalitario.»
Y simultáneamente generar una psicología del miedo: la campaña del miedo ha llegado a los colegios utilizando la misma estrategia de los gánsteres y de la empresa de seguridad Securitas Direct: expanden el miedo y nos venden seguridad. Según un estudio de la Universidad de Cambridge (2023) la exposición constante a simulacros de emergencia aumenta la ansiedad infantil y la predisposición a aceptar medidas autoritarias. Como dijo el famoso periodistan, Ryszard Kapuściński (2002), «las guerras siempre empiezan mucho antes de que se oiga el primer disparo, comienzan con un cambio del lenguaje en los medios». En este caso, en las aulas. Es puro adoctrinamiento.
Manipulación histórica y propaganda de guerra: enseñar «quiénes son los buenos y los malos»
En el franquismo ya se usó la escuela para enseñar quiénes eran los buenos (los golpistas y quienes dirigieron la dictadura durante cuarenta años) y los malos (los demócratas que defendieron la democracia republicana). Esto se está repitiendo en los nuevos materiales pedagógicos y en las narrativas que se repiten constantemente en los medios de comunicación para legitimar el rearme europeo. Este injustificable gasto de casi un billón de euros en armamento supondrá el recorte en inversión social, en educación, sanidad y servicios públicos, como ya ha anunciado el gobierno laborista inglés. Esta política al dictado de Trump y servil, como si fuéramos una colonia norteamericana, a los intereses de la industria armamentística de Estados Unidos, a las que reflotaremos y enriqueceremos con los impuestos de la clase trabajadora de los países europeos. Además, en países como Polonia y Ucrania ya incluyen narrativas maniqueas donde se les enseña a los niños y niñas que Rusia es el «enemigo absoluto», la OTAN es la «fuerza protectora» y cualquier disidencia respecto a estos mantras es «desinformación» y traición. Ya advirtió Hiram Johnson que «la primera víctima de la guerra es la verdad.»
Pero en las aulas no hay espacio para el pensamiento crítico. Se elimina el contexto histórico (como la expansión de la OTAN hacia el Este o las guerras impulsadas por Occidente en Irak y Libia) para crear una generación que no cuestione las futuras intervenciones militares y el aumento de gasto militar a costa del recorte social.
Doble moral geopolítica: ¿por qué no se enseñan los crímenes de Occidente?
Mientras a los niños y niñas europeos se les adoctrina sobre los peligros de Rusia o China no se mencionan los 4 millones de muertos en Oriente Medio por guerras y masacres de EE.UU. y los aliados (según Brown University, 2023), ni hay simulacros para prepararse contra el hambre o la pobreza, a pesar de que la UE destruye alimentos para mantener los precios en continua alza, mientras 33 millones de personas en Europa pasan necesidad (Eurostat, 2024). «Cuando los ricos hacen la guerra, son los pobres los que mueren», afirmó el filósofo Jean-Paul Sartre. Mientras, la ministra alemana de Educación del partido liberal FDP, Bettina Stark-Watzinger, se ha mostrado a favor de que en los colegios se realicen ‘ejercicios de defensa’.
El objetivo real: crear ciudadanía dócil para un futuro bélico ininterrumpido
El Foro Económico Mundial (WEF) ya habla de «la necesidad de resiliencia frente a guerras prolongadas». Klaus Schwab advirtió en 2022: «La era de la paz estable ha terminado». Pero ¿por qué asumir que la guerra es inevitable en lugar de evitar sus causas?
En primer lugar, por intereses económicos de la industria armamentística europea y estadounidense que ha aumentado sus beneficios un 200% desde 2022 (SIPRI, 2024).
En segundo lugar, por la necesidad de “control social” ante la nueva crisis que se avecina y que supondrá una quiebra aún mayor del Estado de bienestar en la Europa occidental. Como escribió Aldous Huxley: «La dictadura perfecta tendrá la apariencia de una democracia, una prisión sin muros donde los prisioneros no soñarán con escapar.»
Resistir y educar para la paz
Las comunidades educativas deben armarse…, para la paz. Armarse de argumentos, información, análisis crítico, pedagogía del desarme. Familias, alumnado y profesorado de las escuelas y de las universidades deben rebelarse contra este adoctrinamiento. Exigir transparencia sobre quién diseña estos programas de adoctrinamiento en las aulas, promover el pensamiento crítico, formando en geopolítica con rigor, no con propaganda y denunciando la hipocresía: si realmente importara la seguridad infantil, los gobiernos lo que deben invertir es en sanidad, educación, servicios sociales y vivienda, no en más armas y guerras.
No olvidemos que «en tiempos de engaño y propaganda, mostrar la verdad es un acto revolucionario» (George Orwell). No dejemos que conviertan las aulas en cuarteles. La guerra no es un juego, ni un «simulacro». Es muerte, miseria y destrucción de otros seres humanos. Usar la educación para normalizarla es un crimen contra la infancia y la democracia. Europa no necesita niñas y niños adoctrinados, sino ciudadanos libres capaces de cuestionar la guerra y su propaganda. Porque el mayor peligro no son solo las bombas, sino la manipulación que las justifica.
NO A LA GUERRA
NO A LA OTAN
NO AL REARME