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El célebre físico Dr. Eliyahu M. Goldratt (1947-2011) revolucionó la gestión de las operaciones de una organización divulgando su sistémica Teoría de las Limitaciones a través de un instrumento realmente innovador: la escritura de una novela, en concreto, de La Meta (The Goal, 1984), junto a Jeff Cox. Catapultado por un éxito admirable (que, de hecho, llega hasta nuestros días, con millones de ejemplares vendidos de esa primera publicación), seis años después publicaba el ensayo El síndrome del pajar (The Haystack Syndrome, 1990), una reflexión premonitoria sobre el futuro que esperaba a los gestores teniendo en cuenta la evolución de los ordenadores y la informática, que provocaría un aumento exponencial de la cantidad de datos disponibles, lo que podría colapsar a las personas que tuvieran que tomar decisiones en las empresas y organizaciones.
Independientemente del objetivo final del texto, la de diseñar correctamente un sistema de información útil para los directivos, en el primer capítulo del libro de Goldratt analizaba la diferencia entre dato e información. Afirmaba que dato es «todo conjunto de caracteres que describa algo, cualquier cosa, sobre nuestra realidad», y reconocía que el mismo conjunto de caracteres que definimos como datos puede convertirse en información si se dan ciertas circunstancias, y que estas circunstancias están especialmente condicionadas por quién esté mirando los datos, y que las preguntas que se haga dicho observador son fundamentales para transformar los datos en información fehaciente. «Quizá no debamos definir la información como “los datos necesarios para responder a una pregunta”, sino, como “la respuesta a lo que se ha preguntado”», sentenciaba Goldratt. En el momento en el que definimos la información como la respuesta a lo que se ha preguntado, estamos indicando que la información no es lo que entra (datos) en el proceso de decisión, sino lo que sale de él: su resultado.

Aceptar esta definición implica que el propio proceso de decisión debe estar imbricado en el sistema de información, una teoría revolucionaria en la administración de empresas en su momento, especialmente en la capacitación de los líderes, ante la ingente cantidad de información que se les avecinaba: «para poder desgranar la información, necesitamos algo más que los datos, necesitamos el proceso de decisión». Algo parecido debió pensar el filósofo belga Arnaud de la Croix, profesor, editor y autor de diversos libros de historia, cuando se planteó realizar un proyecto titánico como es explicar la Segunda Guerra Mundial de forma resumida y accesible al gran público en general y a los jóvenes lectores en particular, sabiendo que sus decisiones sobre qué incluir y qué no serían fundamentales.
Además, el instrumento pedagógico que utilizaría sabía que era el más adecuado para su objetivo: a través de las viñetas de un cómic. De la Croix es autor, entre otros del guion de la trilogía Bruxelles (2017-2019) con dibujos de Chandre, dedicado a la historia de la ciudad a través del tiempo desde su creación en el siglo XI hasta nuestros días. También es el guionista del cómic La Franc-maçonnerie dévoilée (2020), y de la primera de sus obras publicada en castellano, La verdadera historia de la Edad Media (La véritable histoire du moyen âge. En 20 dates clés, 2022), estos dos títulos con dibujo de Philippe Bercovici. Y los dos fundamentales para entender la decisión de la editorial belga Le Lombard de aceptar el reto de publicar en un único tomo un cómic dedicado al conflicto mundial que asoló Europa y, posteriormente, sacudió el Pacífico, donde las decisiones del guionista serían fundamentales, tanto en el contenido como en la forma, puesto que el desafío suponía seleccionar qué explicar de la ingente cantidad de datos, algo de por sí abrumador.

El resultado final es el cómic La Segunda Guerra Mundial en cómic (La seconde guerre mondiale en BD, 2024), con guion de Arnaud de la Croix y dibujo de Vicente Cifuentes, publicado por Norma Editorial en abril de 2025, con traducción al castellano de Antoni Guiral. Con cerca de trescientas páginas, la obra se estructura en veinte capítulos, cada uno de ellos con un texto introductorio que permite contextualizar lo que veremos a continuación. Y lo que veremos no es exactamente las grandes batallas a las que nos tiene acostumbrado la ficción, sino aquellas acciones y decisiones que fueron decisorias en los acontecimientos que sucedieron. Y todo ello explicado de forma sintética y con rigor, con un estilo comprensible y didáctico, con una narración inteligible a pesar de la gran cantidad de personajes históricos y de hechos acontecidos, gracias, también, al resultado gráfico que complementa de forma visual el tsunami de información que le llega al lector, que se verá favorecido por el medio escogido, pudiendo dosificar la lectura mientras comprende la magnitud de las acciones representadas y comentadas.
El guionista decide comenzar su relato en 1921, explicando las consecuencias del Tratado de Versalles y las humillantes condiciones en las que queda la gran perdedora de la Gran Guerra, Alemania. La nota de prensa de la editorial es clarificadora sobre el contenido del cómic: «Los autores muestran la vida de la Europa de entreguerras, el auge de los fascismos en Italia y Alemania, la llegada a la cancillería alemana de Adolf Hitler o la política de tolerancia de Francia y Gran Bretaña que posibilitó el hundimiento de la república española y la invasión de Austria y Polonia. De Europa al norte de África o el Pacífico, analiza asimismo las relaciones cambiantes entre Hitler y Stalin; examina la irrupción de Estados Unidos en la contienda tras el bombardeo de Pearl Harbour; atiende al progresivo desgaste del ejército alemán, atascado en el frente ruso, y también al progresivo despliegue bélico de las potencias occidentales, así como al abrupto final de la guerra con la destrucción de Hiroshima y Nagasaki, que dio inicio a la era atómica y que insinuó ya la nueva guerra que estaba por llegar: la Guerra Fría».

La elección de comenzar el relato en la década de los años veinte permite comprender la sucesión de acontecimientos que tensionaron la sociedad, provocando el auge del nazismo y de Adolf Hitler, que al final sería el desencadenante del conflicto, presentando los diferentes aliados y enemigos y la evolución de sus relaciones. En el cómic, por ejemplo, se destaca el determinante discurso que realizó en octubre de 1940 el famoso aviador Charles Lindbergh (1902-1974), defendiendo el aislacionismo de Estados Unidos cuando Francia ya había sido ocupada por Alemania y Churchill esperaba la ayuda americana. Lindbergh pronunció su mítico lema: «America First», mientras abogaba por el reconocimiento de las nuevas fronteras que se estaban creando en Europa. No fue el primero en utilizar este lema, y tampoco ha sido el último. A veces, es recomendable conocer la historia para no repetirla.
Lindbergh, condecorado en Berlín en 1938, acabó visitando los campos de exterminio nazis al finalizar la guerra, contemplando atónito la barbarie perpetrada por aquellos que le habían halagado pocos años antes. De la Croix y Cifuentes escogen realizar un relato cronológico, riguroso, y bien documentado (la gran mayoría de los instantes narrados corresponden a documentos oficiales), expuesto de forma explícita, exhaustiva y pedagógica a la vez, ideal para comprender el contexto geopolítico de cada instante, especialmente para que el lector comprenda las decisiones de los diferentes líderes implicados. Los saltos temporales están bien sustentados por la narración y los saltos de las localizaciones están excelentemente representados gráficamente por el oficio del dibujante albaceteño Vicente Cifuentes, que realiza un despliegue técnico con un soberbio blanco y negro, que permite dotar de coherencia gráfica y solemnidad a toda la obra, así como la representación fidedigna de los personajes históricos y los lugares donde acontecieron los sucesos históricos representados.

También en abril de 2025, Norma Editorial publica en castellano el cómic Los zazous. Swing contra los nazis (Les zazous 1-3, 2021-2024), con guion de Salva Rubio y dibujo de Danide, con prólogo de Servando Rocha. La elección del promotor del proyecto, el escritor y guionista madrileño Salva Rubio, es muy distinta en este caso, al escoger un relato de ficción histórica publicado en tres tomos inicialmente en el mercado francés (recopilados ahora en un integral único), pero con la misma intencionalidad, en este caso la de explicar las vicisitudes de la pandilla de los conocidos como «zazous», unos jóvenes aficionados al swing entre los que se cree que pudo haber miembros de la Resistencia durante la ocupación nazi en Francia.
Rubio ya se había aproximado a la Segunda Guerra Mundial a través de varios de sus guiones, entre los que destacan El fotógrafo de Mauthausen (Le photographe de Mauthausen, 2017), con dibujo de Pedro J. Colombo, publicado por Norma Editorial en castellano, sobre la historia real de Francesc Boix (1920-1951), el único testigo español en los juicios de Nuremberg, y uno de los más determinantes. También destacan La bibliotecaria de Auschwitz (2022), que adaptaba la novela homónima de 2012 de Antonio Iturbe, y La guerra de Audrey (2025), los dos cómics dibujados por la mallorquina Loreto Aroca, los dos basados en hechos reales, en este segundo caso, ficcionando la juventud de la actriz Audrey Hepburn (1929-1993), nacida en Bélgica y que durante la Segunda Guerra Mundial acabó viviendo en los Países Bajos pensando su familia que evitarían al ejército nazi (su padre llegó a ser un simpatizante del nazismo, aunque durante la guerra ya estaba divorciado de su madre).

En el caso de los zazous, Rubio escoge realizar una ficción histórica sin abandonar el rigor, incluyendo numerosos extras al final del integral que permite al lector comprender la veracidad del contexto en que trascurre la historia. En el diccionario se define el swing como «un estilo de jazz orquestal, bailable y de ritmo vivo, de moda en la década de 1930», y en el prólogo, Servando Rocha, escritor y director de la editorial La Felguera, nos recuerda que muchas de las canciones swing eran declaradamente lascivas: «la percusión, los bailes, los títulos de las canciones y hasta las letras solían hacer símiles con el sexo y baile desenfrenado… El jazz había sido oficialmente prohibido en las ondas alemanas en 1933». Una estrategia, la de prohibir, que no acostumbra a dar buenos resultados entre los jóvenes, tal y como imaginan que realmente pasó.
El cómic de Rubio y Danide comienza en una fecha emblemática, el viernes 14 de junio de 1940, el día de la ocupación de Francia por el ejército del Tercer Reich. En el prólogo se nos presenta el origen del vocablo con el que se conocería a esos jóvenes rebeldes del swing con la que se encontró el ejército alemán en las calles de París: «los zazous». «La palabra, antes de convertirse en una declaración de guerra, fue el título de una canción de Cab Calloway, Zah zuh zah de 1933, que culminaba con el grito-himno “Zazouzazou… hey!”, una onomatopeya claramente negra similar a la que, dos décadas después, alumbró la aparición del rock and roll con “Tutti Frutti” de Little Richard», sentencia Rocha.

El cantante y compositor suizo Johnny Hess (1915-1983) introdujo la palabra zazou en su mítica canción Je suis swing (1938), dotando de un valor especial al término, acuñando un significado identitario al relacionar claramente a los miembros de una tribu, que no solo compartían gustos musicales o su pasión por el baile, sino que también compartían una estética determinada en la vestimenta y los peinados y, sobre todo, una actitud rebelde ansiosa de libertad, un ansía que se vería justificada con la ocupación nazi. Por cierto, en el cómic se recoge el hecho real cuando los nazis prohibieron estas vestimentas y algo muy peligroso a los ojos del ejército ocupante: los peinados (en especial, el cabello largo en los jóvenes, más fácil de identificar).
Las ciento sesenta páginas del cómic se completan con un dossier adicional de veinte páginas explicativas de todo lo relacionado con los zazous, así como el impacto que supuso en el país francés la ocupación nazi y el régimen colaboracionista de Vichy, derrotados en agosto de 1944, una imagen que podemos ver representados gráficamente gracias a los dibujos del artista barcelonés Danide, nombre artístico de Daniel Deamo, que dota de un gran dinamismo a la historia, creando diferentes atmósferas en función de la necesidad narrativa al alternar momentos de diversión con situaciones extraordinariamente trágicas e instantes costumbristas, puesto que a los ficticios protagonistas les sucede lo que presumiblemente sufrían los auténticos zazous en su momento, unos hechos que se pueden consultar en la amplía bibliografía que hay en el cómic, que aporta también una banda sonora con las canciones y autores que probablemente escucharon esos jóvenes que emplearon la cultura como arma de guerra, un arma que el fascismo sabe que no puede derrotar.
