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Es casi un lugar común afirmar que criar a un niño o a una niña implica, en definitiva, acompañarle a descubrir el mundo. Pero muchas veces ese mundo que se cuela en las casas a través de los informativos o los vídeos de Tik Tok se vuelve difícil de comprender (y aún más de explicar) hasta para los propios adultos: desde el genocidio de Gaza hasta las guerras que permanecen activas en todo el mundo o los desastres humanitarios como las muertes de personas migrantes en el Mediterráneo.
En un mundo en permanente crisis, resurge con más fuerza el deseo de construir la certeza de un futuro mejor para los que vienen detrás. En un contexto de rearme y de auge del lenguaje bélico, educar en la paz se convierte en una urgencia.
Eva Jerez, educadora social de la ONG Liga Española de la Educación y la Cultura Popular y responsable del proyecto ‘Contra tu odio, nuestros discursos’, detalla algunas claves para madres, padres, abuelos y abuelas o educadores que quieran explicar a los niños y niñas lo que ocurre más allá de las puertas de su hogar y, de paso, sembrar en ellos empatía y pensamiento crítico para evitar que se repitan en el futuro.
Rompiendo el hielo: ¿por dónde empiezo?
La primera pregunta es obvia: ¿debemos explicar a nuestros hijos qué está ocurriendo en zonas como Gaza? La respuesta es rotunda: sí, es necesario que los niños y niñas entiendan lo que ocurre en el mundo, pero no solo con afán informativo, sino también con el objetivo de sensibilizar y fomentar la construcción de la empatía, que es la garantía de un futuro mejor. Eso sí, el matiz está en el cómo: hay que tener en cuenta la edad y el nivel de desarrollo madurativo de los y las menores, adaptando el mensaje al momento vital en el que se encuentren.
También hay que estar preparados y preparadas para el posible “interrogatorio”, ya que el mensaje no llegará de igual manera a todos los niños y niñas. En algunos se generará curiosidad y tendrán muchas preguntas que tenemos que estar preparados para contestar. Y si no lo estamos, no pasa nada, podemos seguir indagando, incluso con ellos, para buscar respuesta a sus preguntas.
Hay que tener en cuenta que comprenderlo supone un proceso de sensibilización a lo largo del tiempo, es decir, no llega un día en el que dices “ahora es el momento de que sepas lo que es una guerra”. Tampoco podemos meternos en conceptos bélicos y geopolíticos que ni siquiera muchas veces los adultos comprendemos.
¿Tengo que ver enseñarle imágenes duras?
No. A veces, el exceso de información visual puede provocar insensibilización a la larga, morbo y deshumanización, ya que se naturalizan esas imágenes de violencia. También hay que tener en cuenta que puede provocar malestar e incluso generar un trauma al no tener recursos para gestionar las emociones que esas imágenes pueden provocarles.
Pero hay herramientas alternativas que sí podemos utilizar con metodologías lúdicas, aunque resulte complicado entenderlo desde una perspectiva adulta. Lo ideal es que sea un proceso de aprendizaje e ir aumentando la información con la edad.

De 3 a 6 años: un cuentacuentos para sensibilizarles
Sentarnos con él o ella en el sillón a leer un cuento puede ser una primera experiencia de sensibilización. Títulos como ‘Los de arriba y los de abajo’ (Paloma Valdivia, Editorial Kalandraka), que habla de desigualdad social, ‘Los Carpinchos’ (Alfredo Soderguit, Ediciones Ekaré), que explica la migración, o ‘Barrios de colores’ (Ana González Menéndez y Kike Ibáñez, Milrazones), que versa sobre el poder de cambiar las cosas, pueden despertar el espíritu crítico y la empatía a edades muy tempranas.

A partir de los 6 años: taller de cuentos
Cuando los niños y niñas van siendo más mayores, podemos ir un paso más allá. Con libros ilustrados como ‘Hermanos en Siria’ (Víctor Suárez Ballesteros y Marta Torres García, Editorial Libros de las Malas Compañías) abordaremos la guerra, con ‘Ubú’ (Jérôme Ruillier, Juventud) hablaremos sobre los abusos de poder y el peligro de callar y mirar hacia otro lado y con ‘Si algún día juntásemos todas las camas del mundo’ (Félix Albo y Marta Lanzón, Palabras del Candil) renovaremos la esperanza de las utopías.
Además de contar el cuento, podemos llevar a cabo una actividad plástica o artística que termine en una reflexión conjunta. La idea es transmitir la construcción de ciudadanía a través de la participación.

A partir de los 9 años: videofórum
Una sesión de cine los domingos puede ser el momento perfecto para explicar, de una forma sencilla, temas complejos. Eso sí, hay que tener en cuenta la edad, prepararse el tema para poder abordarlo de manera adecuada y saber guiar la conversación y responder a las preguntas de los niños y niñas. Hay películas que permiten hablar sobre temas como el holocausto o la guerra con espectadores que se encaminan hacia la adolescencia.
Además de las clásicas La vida es bella o El niño con el pijama de rayas’, que hablan sobre el nazismo, proponemos algunas menos conocidas con las que trabajar, como La guerra de los botones, La tumba de las luciérnagas, La bicicleta verde o Los limoneros.
El objetivo de todos estos recursos es enseñar a los niños y niñas a tener un pensamiento crítico, a dudar y a investigar. Si la lógica es la competencia y el rearme, podemos hacer actividades que tengan que ver con la cooperación. En un contexto de auge belicista se vuelve aún más importante educar para la paz.