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Un 71 % de las chicas deportistas de entre 10 y 15 años no están satisfechas con su cuerpo. Es un porcentaje que desciende entre los chicos hasta situarse en un 35 %. Cuanto más se acercan a la adolescencia tardía (a partir de los 15 años), más se detecta el deseo de delgadez. La presión estética se relaciona directamente con el deporte porque algunos jóvenes lo utilizan como una forma de adelgazar o ganar músculo para aproximarse al estado físico que desean, más allá de si lo hacen de una manera saludable o no. Ahora bien, el deporte base —si los clubes, entrenadores y familias van a una— es también el lugar donde desprenderse de las presiones y promover una práctica deportiva y una alimentación sanas que alejen a los jóvenes de los posibles trastornos de la conducta alimentaria (TCA).
“Aunque las chicas son más sensibles, también hay muchos chicos candidatos a tener TCA”, explica Miquel Martínez, presidente de SantCugatCreix, la entidad multideportiva de Sant Cugat que, junto con los clubes Polisportiva Pontevecchio Bolonia (Italia), Olympiacos SFP (Grecia), la asociación Levski-Sport for All (Bulgaria), Ferencvárosi Torna Club (Hungría) y Bohemians Praha (República Checa), y las universidades de Bolonia y de Génova, coimpulsa el proyecto europeo Deporte y Prevención de Trastornos Alimentarios Emergentes (SPEED por sus siglas en inglés), “la fase de diagnóstico muestra que es necesario aplicar herramientas de apoyo psicológico”.
El análisis de la Universidad de Bolonia evidencia muchas variables más allá del género y la edad. Por ejemplo, la insatisfacción con el cuerpo varía en función del deporte. Así, mientras un 80 % de los jugadores y jugadoras de voleibol y más de un 60 % de los y las gimnastas no están conformes con su físico, el porcentaje cae a un 30 % entre los y las futbolistas. “Los estereotipos asociados a cada deporte son diferentes”, argumenta Martínez, “un jugador de baloncesto estará más preocupado por la altura que un gimnasta, que lo estará por la delgadez y la musculatura”.

“Los resultados del análisis ponen de manifiesto un panorama psicológico potencialmente preocupante entre los jóvenes atletas, especialmente en relación con la imagen corporal y el riesgo de desarrollar TCA”, se advierte en las conclusiones de las encuestas a los atletas, “las chicas parecen ser significativamente más vulnerables, mostrando unos niveles de insatisfacción mayores, más miedo a perder el control sobre la alimentación y un mayor deseo de ajustarse a los ideales de delgadez”.
Además, la frecuencia de los entrenamientos también hace variar el grado de satisfacción con el cuerpo. Entre un 60 % y un 70 % de los jóvenes que entrenan dos o tres veces por semana no están satisfechos con su cuerpo, un porcentaje que cae gradualmente hasta situarse alrededor del 40 % en los deportistas que entrenan más de seis veces por semana. Este indicador tiene dos interpretaciones. Por un lado, los jóvenes que más entrenan son más delgados, tienen más músculos y, por tanto, se muestran más satisfechos con su cuerpo. Por otro lado, se sienten más saludables y respetan más su condición física. Por eso, las conclusiones advierten: “Los atletas que entrenan más también se encuentran entre los que reportan una mayor preocupación por la interrupción del ejercicio y la ansiedad relacionada con las comidas. Esto sugiere que los objetivos de rendimiento y estéticos pueden entrelazarse de manera que fomenten un control rígido y la tensión psicológica”.

Más allá de los datos, actuar
Una vez finalizada la fase de diagnóstico del SPEED, que también ha incluido cuestionarios a familias y entrenadores, la universidad preparará material informativo y propuestas de formación para que las familias, los entrenadores y los adolescentes sean conscientes de los riesgos de los TCA. El objetivo, explica Martínez, es que el próximo mes de febrero tengan una propuesta inicial de formación para que, a partir de marzo, se pueda empezar a implementar mayoritariamente en línea.
Durante el proceso habrá indicadores de seguimiento. No obstante, la primera temporada que se podrá analizar plenamente será la 2026-27, ya que será cuando se disponga de todos los materiales preparados y la prueba piloto terminada antes de comenzar los entrenamientos y las competiciones. “Lo que se transmita en la formación debe ser sencillo porque nos dirigimos a jóvenes de entre 9 y 15 años”, explica Martínez, que espera disponer de materiales potentes que no se queden solo en el corpus teórico. El objetivo es que antes de terminar el proyecto europeo se pueda realizar un nuevo estudio para comparar los resultados y comprobar si la formación ha permitido reducir los riesgos detectados en las primeras encuestas. Para el futuro quedará un conjunto de materiales formativos dirigidos al deporte base.