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Que la burocracia es un problema para las y los docentes es algo que no hay que explicar demasiado. Llevan mucho tiempo, sobre todo en los últimos años, alzando la voz, cada vez más alto, para criticar esta situación. Tanto, que hace unos días el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, anunció, además de una bajada de ratios y de horas lectivas, medidas para reducirla.
Es, según el informe TALIS 2024, uno de los elementos que provoca más estrés entre las y los profesionales de primaria y secundaria por todo el país. Aunque Abelardo de la Rosa, secretario de Estado de Educación, aseguró en la presentación que se están estudiando posibilidades mediante el uso de herramientas de inteligencia artificial (IA), no llegó a concretar ninguna. Hay que tener en cuenta, además, que en buena medida esa burocracia tiene que ver, casi en exclusiva, con la gestión autonómica de la educación.
De la Rosa aseguró que la burocracia, siendo un 5 % de la jornada de trabajo del profesorado, se ha convertido en uno de los mayores estresores del colectivo. Al punto de que el 60 % de quienes tienen más de diez años de experiencia profesional asegura que les genera estrés.
Estresores
Desde luego, la burocracia no es el único elemento que perturba al profesorado español, por más que sea común a la mayoría.
Junto a la obligación de rellenar informes y formularios, otros elementos que generan estrés son la corrección de ejercicios y poner notas, para quienes tienen ya cierta edad en las aulas. De hecho, el 54 % del profesorado de secundaria así lo declara, frente al 40 y al 43 % de la OCDE y la UE, respectivamente. La cifra baja hasta el 33 % en primaria.
Esta presión sobre el cuerpo de secundaria puede tener que ver con el hecho de que sus miembros aseguran que dedican el 12 % de su tiempo a corregir y el 15 % a preparar clases. En primaria son el 6 y el 13 %, respectivamente.
La preparación de las clases es otro de los elementos estresores para las y los maestros de primaria en un 42 % de los casos; el 39 % para las y los de secundaria. Se trata de una actividad, además, que estresa tanto a noveles como a experimentados. Los primeros (menos de cinco años de experiencia) lo declaran en un 45 % de los casos, porcentaje que se reduce al 37 % para quienes tienen el doble de experiencia.
El profesorado novel lo pasa mucho peor en secundaria, lo que podría cuadrar por el mayor estrés que supone la preparación y la corrección de los ejercicios que mandan, además de por tener unas ratios más elevadas y un perfil de alumnado más complejo. Sin embargo, en primaria pasa al revés: quienes están más estresados son los profesores más veteranos, seguramente por el esfuerzo que supone el reto de gestionar a un alumnado tan joven.
Pero si hay un elemento que destaca entre aquellos que ponen al profesorado al borde, es el mantenimiento de la disciplina en clase. Y no porque haya importantes problemas, como faltas de respeto o agresiones, que son minoritarias, según explicó el secretario de Estado.
Para Andreas Schleicher, director de Educación de la OCDE, una de las dificultades para mantener la disciplina puede ser que las clases sean demasiado magistrales. “Cuando el alumnado puede participar, la disciplina mejora”, aseguró durante la presentación de TALIS 2024.
Junto a la disciplina, la gestión de la diversidad en las aulas se ha convertido en otro de los retos de los últimos años. La posibilidad de que hayan aumentado los diagnósticos certeros ha hecho crecer el número de chicas y chicos con necesidades educativas especiales, sostuvo Schleicher. A ello se suma una importante diversidad de orígenes del alumnado.
Soluciones
Tanto De la Rosa como Schleicher hablaron de la importancia de mejorar la formación inicial del profesorado que, al menos en España, no contempla cuestiones como la gestión de esta diversidad en el aula, o no lo hace con la profundidad necesaria para que quien salga de la facultad pueda hacer frente con la solvencia adecuada.
En relación con las y los nuevos egresados y docentes novatos, Schleicher también señaló la importancia de que no acaben, sin posibilidad de elección, dando clases en los grupos escolares más complicados por ser los últimos en llegar al centro. “El alumnado con necesidades se merece tener al profesorado mejor preparado”, afirmó en la presentación del informe.
Hace meses que comenzaron las primeras negociaciones para el Estatuto Docente. Estaban previstos cuatro grupos de trabajo, de los que solo han comenzado a funcionar dos. Uno de los que faltaba tenía que ver, precisamente, con la formación inicial, así como con el sistema de acceso a la docencia.
De la Rosa ha explicado que, aunque las negociaciones públicas no han comenzado, sí lo han hecho movimientos más discretos, y dijo que la Conferencia de Rectoras y Rectores de Educación estaba ultimando un Libro Blanco sobre la formación inicial que presentarán a finales de este mes.
Además de esto, el informe pone el foco, por ejemplo, en la racionalización de las evaluaciones: que estas sean menos que las actuales y que se utilicen otras fórmulas, como las rúbricas compartidas, los calendarios coordinados entre los departamentos para evitar la saturación o la reducción de las pruebas que tienen baja inferencia.
Hablan de generar materiales que puedan utilizar las y los docentes noveles para sus primeras clases, de manera que su preparación sea menos estresante hasta que le cojan el tranquillo, o de limitar la burocracia.
En aquellas aulas o centros de alta complejidad, donde Schleicher insistió en la necesidad de hacer una mayor apuesta y redoblar esfuerzos, el informe habla de conseguir dar apoyo especializado al profesorado en el aula, como por ejemplo, mediante la codocencia.
A pesar de los retos del profesorado desde hace años, los datos se han mantenido estables a lo largo de los informes TALIS. Han crecido las exigencias que tiene el profesorado, o la burocracia que ha de rellenar para dar cumplida cuenta de su labor a las administraciones. Pero, al mismo tiempo, se mantiene un elevado nivel de satisfacción con la profesión y con el trabajo cotidiano.