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Estudié en una universidad pública, esa donde ves compañeros llegar con maleta los viernes porque están expectantes por regresar a su pueblo, donde algunos vendían paletas, tortas o tareas para vivir y pagar sus estudios. Donde algunos profesores tenían cargos alternos para poder sostener su verdadera pasión: la docencia. Y si ya nos vamos a algo un poco más allá, donde no había papel de baño o agua en los lavamanos. Lo anterior suena precario, fuera de lugar o quizá fantasioso, pero para otras fue, es o será la realidad.
Hoy por hoy, doy clases de manera virtual y aunque no desarrollo mi materia en un aula y “frente” a grupo; considero que las realidades se magnifican. Se dice que para tener un espacio de aprendizaje adecuado, hace falta un lugar en silencio, una silla cómoda y ahora con el uso de la computadora, una conexión a internet adecuada. ¿Es posible todo lo anterior cuando uno se encuentra en casa? Algunas veces escucho niños gritando, señoras viendo la televisión o el camión de la basura pasando; ellos a su vez, escuchan a mi perrito pedir que lo cargue o que es hora de sus croquetas.
Todos los alumnos tienen sus propias batallas, físicas, emocionales, mentales o de distancia, en realidad, la lista puede ser infinita. Pero, ¿Qué pasa cuando uno quiere estudiar pero el entorno se empeña en decirte que no? A lo largo de mis años como docente virtual, he notado que hay una cantidad incalculable por la que una persona decide estudiar o retomar sus estudios. He tenido alumnos que son meseros, taqueros, madres solteras, mineros, jubilados, entre otros; a todos los unen las ganas de estudiar y querer una vida mejor.
La pregunta central que desde los años setenta se ha planteado en relación al sistema educativo en general y sobre la universidad en particular, ha sido: ¿La escuela es una institución que ofrece las mismas oportunidades a todos los niños y jóvenes independientemente de su familia de origen o, por el contrario, refuerza y legitima las desigualdades derivadas del origen social de los estudiantes? Parsons (1959), dentro de la corriente funcionalista y meritocrática, puso el énfasis en el papel de la escuela como distribuidor, entre sus alumnos, de las funciones requeridas por la división del trabajo en un marco meritocrático, es decir, postuló que la escuela proporcionaba a los estudiantes las mismas oportunidades de acceso y éxito independientemente de su familia de origen.
Como personas frente a grupo, sea de manera virtual o presencial. Formamos parte de un entorno donde el estudiante es el centro, es por ello, que lo que hacemos o decimos es esencial. A su vez, surgen algunas cuestiones: Si tengo un alumno que sabemos realiza un viaje de dos horas para llegar al plantel y es puntual, ¿Qué pasa si tengo uno que tiene automóvil, vive cerca y aún así llega tarde? ¿Debemos corregir? ¿Ignorar? La justicia e igualdad juegan un papel importante y lo considero emotivo. Donde juega nuestra ética y nuestra empatía para con los demás.
Datos y más datos
Antes de la pandemia de COVID19, la educación virtual se veía lejana e incluso imposible (lo sigue siendo en algunos lugares); sin embargo, este paro mundial, hizo replantearnos lo que estábamos haciendo como profesores, desde las reglas de aula, los horarios, la manera de dirigirnos a los estudiantes y hasta a las personas que compartían espacio con ellos.
Antes de pasar a datos duros, me gustaría aclarar, que nuestras instituciones están llenas de historias, momentos, traumas y hasta leyendas de nosotros o nuestros alumnos, no debemos centrarnos únicamente en la planeación.
México es un sistema universitario grande que se conforma de 1351 universidades (sin contar la amplia oferta de instituciones de educación superior no universitaria), de las cuales el 35% son públicas y el 65% privadas, en cuanto a la matrícula que alcanza actualmente los 5.393.078 estudiantes, siendo absorbidos el 61% por el sector público. En esta configuración la demanda por gratuidad se ha instalado. Y es a partir de la nueva ley de educación superior sancionada el 20 de abril de 2021 que se plantea la necesidad de generar los mecanismos para que el Estado garantice no solo educación pública sino que además sea gratuita.
Durante la declaración de la Conferencia Regional de Educación Superior realizada en el 2008 en Cartagena, Colombia y la confirmación de ella en el 2018 en Córdoba, Argentina “ha contribuido a generar en la región una serie de modificaciones orientadas a ampliar el acceso a la educación superior. El acceso adquiere características particulares para cada caso en particular: mediadas por procesos de selección y arancelamientos en un espectro de casos que comprende “desde sistemas altamente selectivos –que combinan matrícula y examen estandarizado–, hasta sistemas con bajo grado de selección en el acceso con gratuidad e ingreso irrestricto” (2019:82).
Si hubiera…
Hoy en día y gracias a las redes sociales, vemos noticias donde artistas, científicos o gobernantes, mencionan a sus profesores que o les ayudaron o los hundieron y ese fue su punto de inflexión para lograr grandes cosas. ¿Quiénes queremos ser nosotros?
Hablar (o escribir en mi caso), sobre los diferentes lugares y momentos que preceden al estudiantado, sería eterno. Es imprescindible contar con empatía, paciencia, tolerancia y justicia en el aula; claro está que nosotros también la necesitamos. Todo debe ser recíproco.
Sé que no podemos ser perfectos a cada momento, sin embargo, es posible que las penas de afuera, entren lo menos posible al aula. Recordemos que alguna vez nosotros estuvimos de ese lado, siendo alumnos. Unos traviesos, platicadores, preguntones, amigueros (yo era de esos), o callados, dormilones, enojados, resentidos… La lista podría seguir de manera infinita, es ahí donde nosotros podemos hacer la diferencia.
Es por ello, que para comprender cómo actuar frente al grupo, les planteo algunos tips que me han ayudado:
- Read the room; llegamos al aula con nuestra libreta con temas, horarios y observaciones, podemos pausar un poco y darnos cuenta que el tema puede darse con variaciones, tanto para que quede claro como para que todos sean participantes.
- Stop, start, continue; en conjunto con los alumnos, tomarnos un espacio para dar una retroalimentación de la clase, es de suma importancia no creer que esto es un ataque a nuestro trabajo, sino que ellos aportarán también su visión
- Wheel of the fortune; ya sea en internet o de manera física, puedes agregar distintas actividades o preguntas a una rueda de la fortuna, a través de esa práctica, podrás conocer mejor al estudiantado y la clase tomará otro tono
- Surprise, surprise; mediante una serie de preguntas creadas por ti, los alumnos y tú, elegirán una por una para irlas respondiendo, con cuestionamientos sencillos pero que hagan la función de que ellos compartan con todos un poco más y la confianza crece, sobre todo porque el docente forma parte de la dinámica.
- Get ready with me; Unos alumnos explicarían que antes de acudir al plantel, su mamá les cocina, otros que sacan la basura, otros que recorren dos horas en autobús para llegar de manera diaria, e infinidad de situaciones. A lo que quiero llegar con el punto anterior, es que las realidades de cada uno son ilimitadas y nosotros no podemos modificarlas y está bien.
Si bien, lo anterior compartido puede tornarse cursi o hasta fatigante, puede ser también un respiro para nosotros y una manera más amena de crear un vínculo con los estudiantes; esto tiene una consecuencia enorme: A partir de abrirnos con ellos, ya no podrás esconderte ni en el baño, ni cafetería o pasillo y los monosílabos se acabarán. (Úsese bajo su propio riesgo).
Considerar que todos nuestros alumnos son iguales o se comportan de la misma forma durante una clase es imposible, así como tampoco podemos realizar una clase a cada uno; menos cuando contamos con quórum de 40 o más personas. Sin embargo, podemos optar por relajarnos un poco y asimilar que nosotros damos la clase lo mejor que podemos con lo que tenemos, que ellos son como son y se necesita tiempo para que ellos comprendan el contenido compartido.
Bibliografía
Aprigliano, M., Juana, D. C., Grosman, T., López, C. A., Camila, M. S., Rodríguez, M. B., & Fiorella, Z. P. (2024). Democratización del acceso a la Universidad en América Latina: perspectivas y transformaciones recientes. https://sedici.unlp.edu.ar/handle/10915/182621
Isabel, E. Á. M. (s. f.). El origen social de los graduados y la equidad en el acceso a la universidad. https://www.scielo.org.mx/scielo.php?pid=S0185-27602013000100002&script=sci_arttext