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No es una novedad lo que ha desvelado los dos estudios que en los dos últimos meses ha publicado la ONG Plan Internacional en los que ha quedado dar voz a chicas y chicos de entre 14 y 21 años sobre temas como la violencia de género, la sexual, el uso de las redes sociales o de la inteligencia artificial.
Aunque un porcentaje muy amplio de chicas y chicos detectan fácilmente qué es la violencia de género o la violencia sexual, sean en el mundo físico o en el virtual, un 47 % de los chicos (un 33 % de las chicas) cree que controlar el teléfono de su pareja es algo aceptable.
Hace dos años, el Centro Reina Sofía de Fad Juventud publicaba su barómetro Juventud y Género 2023, el cuarto que han hecho. Uno de sus investigadores Stribor Kuric aseguraba que en los datos que habían recogido podía verse «cierto retroceso en la conciencia de la importancia de la violencia de género».
Julia López, responsable de incidencia y de estudios de Plan Internacional habla del rechazo de los chicos ante «la pérdida de espacio y privilegio que manifiestan». Sus informes Así hablamos: voces de la asolescencia, publicado en septiembre, y Así somos: el estado de la adolescencia en España dan cuenta de cómo una parte importante de los chicos no son capaces de ver qué hechos son constitutivos de violencia, e incluso son delitos.
López asegura que, en cualquier caso, la mayor parte de las chicas y los chicos sí lo saben, identifican violencias física y sexuales con normalidad, pero parece que en las redes, tras la pantalla, todo se diluye un poco más. Que el control del teléfono, de las amistades o el saber en tiempo real dónde está su pareja son acciones normales. Incluso un tercio de los chicos reconoce que gritar o insultar a su pareja, en público o en privado, puede estar justificado en algunos casos.
Para López, como lo es también para otras representantes de organizaciones que trabajan con infancia y adolescencia, el trabajo en educación afectivo-sexual se hace imprescindible y urgente para intentar paliar los efectos que, por ejemplo, tienen los creadores de contenido a los que, sobre todo los chicos, tienen acceso en las redes.
Creadores y contenidos que les hablan de la pérdida de estatus, que justifican acciones relacionadas con los celos y el control como demostraciones de «amor».
Tanto la FAD en 2023 como Plan Internacional ahora ponen sobre la mesa que la polarización que se vive desde hace algunos años en toda la sociedad ha llegado ya algún tiempo entre chicas y chicas. La FAD asegura que desde su estudio de 2019 comenzaron a notar las diferencias crecientes entre ellos y ellas.
La directora, actriz y guionista, Leticia Dolera, participó hace unos días en la presentación del segundo informe de Plan Internacional, y al igual que López, hace hincapié en la necesidad de educación afectivo-sexual entre chicos y chicas al mismo tiempo que señala a las empresas dueñas y desarrolladoras de las plataformas de redes sociales cuyos algoritmos generan «más movimiento» con «los mensajes polarizantes que van a lo emocional y abandonan los grises» .
López asegura que «las política de igualdad no están calando, no llegan como deberían a los adolescentes» y de ahí las respuestas que se encuentran. Chavales que están por la igualdad, pero no por el feminismo, porque lo entienden como una doctrina que intenta poner a los hombres por encima de las mujeres.
También cree que falta conocimiento y formación en relación a la violencia mediada por la tecnología. «Hay falta de alfabetización sobre lo que es y no es delito».
Pero no todo puede pasar en la escuela. López también cree que las empresas que desarrollan las redes tienen una responsabilidad clara en elementos como una correcta verificación de la edad de sus usuarios y usuarias. También en respetar los derechos de la infancia y la adolescencia. Y cree básico que haya un marco regulador para el desarrollo de la Inteligencia artificial. «La autoprotección es fundamental pero hemos de poner límites a la tecnología», asegura.
Como al inicio, los estudios de Plan Internacional no desvelan una verdad oculta, sino que facilitan mayor información para, como dice Julia López, que se desarrollen políticas «que aborden las brechas, teniendo en cuenta cómo (chicos y chicas) lo viven». Además, «pedimos educación digital, emocional y afectivo-sexual para los adolescentes y formación para las personas adultas que están con ellos, así como regulación para las empresas tecnológicas».


