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Cath Larkins ha participado este año en Barcelona en el Día Internacional de la Ciudad Educadora, dedicado a la importancia de escuchar e incorporar la voz de los niños y las niñas en las políticas públicas locales. Durante la jornada, el pasado 27 de noviembre, Larkins abordó cómo los gobiernos municipales pueden hacer efectiva la participación de la infancia y conversó con niños y niñas que forman parte del futuro Consejo de la Infancia de la Ciudad. En la organización del evento han participado la Asociación Internacional de Ciudades Educadoras (AICE) y las direcciones de Infancia, Participación y Democracia Activa, y Educación del Ayuntamiento de Barcelona.
¿Cuál crees que es la relación entre la participación real de la infancia y el concepto de ciudad educadora?
Creo que la idea de Ciudades Educadoras tiene dos caras: el papel de la ciudad en la educación de los niños y el papel de los niños en la educación de la ciudad, y cuando se crean procesos reales de participación ocurren ambas cosas. Así pues, los niños participan en una actividad que la ciudad apoya y a través de la cual aprenden sobre sus entornos. Pero también nos ayudan a aprender sobre qué es necesario cambiar. Todavía existe una sensación dominante de que los niños necesitan ser enseñados y es difícil entrar en ese espacio de aprendizaje de los niños, pero la realidad es que los niños nos enseñan muchas cosas continuamente.
De todas las experiencias que conoces sobre participación infantil, ¿hay alguna más o menos sencilla que se pueda extrapolar fácilmente a otras ciudades, más allá de que cada lugar tenga sus singularidades?
Algunos de los problemas más grandes con los que nos encontramos están relacionados con la pobreza y creo que los niños que viven en comunidades y familias que la sufren saben qué puede ayudarles. Mucha gente piensa que es muy difícil hablar de pobreza con los niños, pero si inviertes una pequeña cantidad de dinero en un grupo comunitario y tienes buenas relaciones con los niños y sus familias, puedes crear actividades que aborden el problema de la pobreza y añadir algún tipo de actividad deportiva, por ejemplo. En estas actividades, los niños pueden empezar a entender qué pueden conseguir.

Una pequeña inversión en un grupo comunitario da a los niños la oportunidad de experimentar algo; después pueden reflexionar sobre ello y, posteriormente, el alcalde puede venir a visitarlos. Tienen derecho a jugar, a sonreír o a ir a la escuela, y podemos preguntarles qué les preocupa. No siempre tienen la oportunidad de hablar de aquello que les inquieta. Hay niños que viven en una misma habitación con sus familias; escuchándolos a ellos y a sus comunidades, se permite que los niños se expresen sobre temas de los que están dispuestos a hablar. Y los adultos pueden ayudar a explicar algunos de los contextos. Creo que uno de los mayores errores en la participación infantil es pensar que es solo para los niños, cuando se trata de entender qué es importante para ellos y de que juntos comprendamos el contexto que los rodea.
¿Conoces la Agenda de la Infancia de Barcelona, organizada por el Instituto Infancia Adolescencia, que pregunta a diferentes alumnos sobre diversos aspectos como la escuela, el bullying, la participación, la seguridad, la familia o el medio ambiente?
Es realmente positivo porque es importante llegar a los niños y niñas en entornos escolares. He realizado investigaciones en las escuelas sobre la violencia en las relaciones adolescentes y ha sido realmente positivo porque eso pone el tema sobre la mesa. Estas iniciativas deben formar parte de un proceso continuo de cambio, porque escuchar a los niños no es suficiente, es el comienzo del proceso. Como dice mi colega Laura Lundy, se trata de tener la voz, el espacio, la influencia y el público adecuado para participar. Pero también se trata de tener puentes entre los espacios de la vida cotidiana de los niños y los espacios donde se toman las decisiones. Y se trata de tener las relaciones que garanticen que los contextos se entiendan y que las decisiones se tomen conjuntamente.
Se trata de tener la voz, el espacio, la influencia y el público adecuado para participar.
Hay que actuar sobre las cosas que van mal en la vida de los niños, porque si queremos que la gente tenga fe en la democracia y que los niños sientan que estos procesos son significativos, no basta con darles voz. Creo que en el Instituto Infancia y Adolescencia están muy comprometidos y creo que es muy importante que toda la comunidad vea cómo puede contribuir en torno a estas preocupaciones, porque si queremos cambiar las cosas que realmente importan a los niños, no debe ser responsabilidad de los niños hacerlo, ni tampoco de una sola asociación, sino que es una tarea de las familias, las comunidades, las asociaciones, el municipio… De todos.
En este sentido, esta experiencia de la Agenda se convertirá en el Consejo de la Infancia y participarán en las decisiones de la ciudad que les afectan.
Uno de los aspectos maravillosos de este Consejo de la Infancia es la manera en que los niños han participado en su diseño y en el asesoramiento que reciben. Hay otros lugares que han constituido consejos infantiles, pero es insólito que sea un proceso diseñado por los propios niños, y creo que eso es realmente esperanzador.
El objetivo es que cuando el Ayuntamiento escuche a los niños tome decisiones con ellos.
Sí, pero una de las cosas que creo que será realmente importante para este Consejo es escuchar a otros niños y aprender con ellos, que no piensen que ya lo saben todo. Los niños del Consejo de la Infancia pueden escuchar a otros niños y a otros grupos comunitarios, encontrar los principales problemas e investigar las ideas de otros niños. Entonces tienes un proceso inclusivo. Los niños saben que no lo saben todo y que deben escuchar a los demás, y puede ser muy especial crear puentes entre el Consejo de la Infancia y otros niños y niñas que no pudieron dar su opinión en aquellas consultas escolares, pero que forman parte de la comunidad.
Cuando empoderamos a la infancia, ¿estamos creando una ciudadanía más crítica y con visiones transformadoras?
Podemos sentar las bases para que los niños puedan desarrollar ideas críticas que puedan transformar el mundo. Para empoderar a la gente hay que cambiar las estructuras que los rodean, no solo darles la oportunidad de tener voz, pero creo que todos los consejos infantiles desarrollan el pensamiento crítico. Algunos están muy orientados a las preocupaciones del municipio y no tienen el tiempo que necesitan para reflexionar realmente y participar en debates críticos o sumar las perspectivas de otros niños, pero si disponen de tiempo suficiente, realmente desarrollan ese pensamiento crítico.
Podemos sentar las bases para que los niños puedan desarrollar ideas críticas que puedan transformar el mundo.
He realizado entrevistas a niños de toda Europa y he llegado a comprender las maneras en que desarrollan una comprensión crítica del mundo. Todos tenemos esa capacidad de no aceptar la información que nos dan y pensarla críticamente, y estos espacios proporcionan a los niños esa oportunidad. A veces, como adultos, estamos atrapados en nuestra manera de hacer las cosas, y los niños nos hacen preguntas difíciles y nos muestran otras formas de hacer que podrían ser mejores y más justas.
Según tu experiencia, ¿te has encontrado con gobiernos locales proactivos en la participación de la infancia, o es muy difícil de conseguir?
Hay algunas dificultades en el camino, pero muchos lo están haciendo bien. Un modelo de participación comienza con la idea de que hay que dedicar tiempo a planificar, preparar y construir relaciones con la gente, incluidos los niños y todas las personas que tienen poder. Los niños deberían participar en la decisión de cuáles son los temas importantes que hay que poner sobre la mesa y comenzar a investigar. Una vez que tienes los puntos de vista de suficientes personas, hay que empezar a actuar, planificar acciones e intentar lograr cambios. Pero los niños deberían formar parte de este proceso de acción y del diálogo sobre qué ideas son posibles y cuáles no. A menudo forman parte de la acción. Cuantos más niños participen para que las cosas cambien, más rico será el diálogo y el pensamiento crítico continuado.
Aunque cada persona es diferente, ¿qué les preocupa a los niños?
Los niños de Barcelona os lo explicarán ellos mismos. En otros lugares he escuchado muchas preocupaciones sobre salud mental, inseguridad económica, crisis ambiental y delitos de odio.

En general, ¿la sociedad confía en los niños?
Evito las generalizaciones, porque hay personas increíbles en todo tipo de posiciones que realmente confían en los niños y tienen en cuenta sus ideas; pueden tener diferentes posiciones de poder o familiares. Hay quienes lo hacen y otros que no. La pregunta es por qué algunas personas lo hacen y otras no, y creo que la respuesta tiene que ver con la experiencia. Todos, tanto si somos niños como adultos, aprendemos de la experiencia. Y si hemos tenido la suerte de formar parte de un entorno donde se tienen en cuenta las ideas de los niños, la gente entiende inmediatamente su valor. He trabajado con organizaciones que tenían un miedo real a tomarse en serio las ideas de los niños y a llevar a cabo estos procesos, y tres años después me han dicho que es la única manera de hacer las cosas porque funciona.
¿Hay alguna ley o alguna medida local que hayas contribuido a cambiar y de la que te sientas especialmente orgullosa?
Tuve la suerte de trabajar en los planes para la inclusión de la población romaní en Gales. Tratamos los problemas relacionados con la vivienda y con la falta de organizaciones que les dieran apoyo. Los niños de estas comunidades crearon un cuestionario y lo distribuyeron por todo Gales para que otras personas lo completaran; realizaron actividades muy creativas y llevaron estas ideas a un ministro. El político dijo que no podría hacerlo todo, pero que podría hacer una parte, y una parte de ello generó una guía para las escuelas, la vivienda y el apoyo a familias con dificultades. Fue un proceso encantador. Fue uno de los primeros momentos en los que sentí que esto funcionaba.
Esto fue en el año 2009 y, si lo hicimos entonces, podemos hacerlo ahora. Está ocurriendo. A nivel europeo, la Comisión Europea está implicada en escuchar a los niños y en los sistemas de protección de la infancia. Podemos hacerlo en comunidad; yo he visto que sucede en esta ciudad, donde ha habido una conversación sobre qué hay que cambiar y ha habido apoyo. No siempre es necesario desarrollar una ley; puede ser una guía, una financiación, una comprensión o un punto de vista diferente.


