La atención y la distracción son dos términos interrelacionados de los cuales se habla mucho y que resultan difíciles de definir en la actualidad con una mirada amplia, se pretende contextualizarlos dentro de las nuevas costumbre y de la compleja realidad que nos rodea. Desde la infancia hasta la edad adulta, todos vivimos rodeados de elementos que antes no estaban y que, entre otras funciones, en medio de la conectividad constante, tienen una intención prioritaria: llamarnos la atención para hacerles caso, influir en nuestra libertad, atender sus demandas y que estas se conviertan en una costumbre consolidada. La tecnología nos busca y sabe cómo hacerlo. Por tanto, en este entorno, ¿podemos distraernos y no acertar con el enfoque adecuado?
Es evidente que ahora también podemos dejar de leer y aplazar este texto sobre la distracción porque nos ha entrado un nuevo mensaje, a quien seguimos ha colgado un nuevo vídeo, ha aparecido una nueva alerta de la lista de suscripciones o ha comenzado un nuevo directo de la persona que nos gusta.
Las realidades hoy son variadas y poliédricas: distracciones sociales por el cambio en la focalización de la atención, por falta de concentración, por los nuevos espacios que nos hemos fabricado y por los aparatos, estrés por exceso, ansiedad, inmediatez de todo, el síndrome FOMO (Fear of Missing out) o miedo a perder actualidades que se producen en nuestro entorno tecnológico, en ambientes cambiantes y atractivos, actualidades incesantes, mensajes continuos, vídeos enlazados por algoritmos que nos tienen catalogados y, en medio, posibles diagnósticos profesionales (de médicos, psiquiatras o psicólogos) sobre adicciones, déficits de atención, hiperactividad, trastornos diversos. Hemos de aprender a convivir con todo. No es nada fácil, ni dentro ni fuera de las aulas. Insistimos: tampoco fuera de los centros educativos. En la vida diaria.
Estímulos
A menudo se dice que hoy la distracción es un nuevo problema en la enseñanza, que la población estudiantil no escucha al profesorado, que se cansan pronto y que huyen hacia espacios virtuales -mucho más atractivos-, que les brindan tantos dispositivos móviles. Años atrás no existían tantos aparatos y también se hablaba de distracciones, falta de atención o de interés por aprendizajes inmóviles, impartidos en largas clases magistrales, en unas realidades que iban unidas a momentos personales, contextos sociales y costumbres consolidadas en el funcionamiento de las aulas.
Si nos fijamos en la población adulta actual, no es difícil chocar por la calle con quien camina centrado en el móvil, caer a tierra, deducir posibles accidentes por conducir interactuando con dispositivos del vehículo o del teléfono, abunda quien lleva patinete o bicicleta con auriculares funcionando o pendientes de algoritmos que anuncian repartir un nuevo pedido n oficios mal pagados (riders), estar en el trabajo o en casa con varias pantallas abiertas sin escuchar la persona próxima, interactuar en uno o más dispositivos mientras se hace que se escucha presencial o virtualmente a otras personas en una reunión. En tantos momentos del día como estos o similares, ¿estamos distraídos o atentos a cada nuevo imput? ¿Qué efectos nos producen? ¿Podríamos prescindir de todo? ¿Nos estamos alimentando de nuevas ideas al compartir dudas o respuestas, divirtiéndonos, haciendo negocios o paseando por redes sociales y webs? Personas expertas seguro que tienen claro qué es la distracción i cómo solucionara. En libros específicos y en Internet se pueden encontrar muchos consejos…mientras no te canses de las propuestas y te distraigas con otras páginas.
Cada día aparecen estímulos en forma de novedades que pueden añadirse a la lista de frentes tecnológicos abiertos. La educación está en medio pero también la sociedad en general. Son cambios continuos que afectarán a lo que conocemos hasta ahora, quizá distracciones pero también la necesidad de adaptaciones constantes a innovaciones, que tendrán aspectos positivos y negativos: ahora, en primera línea, los efectos actuales y los que vendrán con la (IA) Inteligencia Artificial (según el cofundador de Microsoft, Bill Gates, La IA cambiará el mundo laboral). El ChatGPT (Chat Generative Pre-trained Transformer) es un ejemplo de éxito que estimula la actual competencia entre las grandes empresas tecnológicas, un chatbot que, de entrada, cambiará la forma de buscar información, con el masivo uso por parte de estudiantes, y la generación de preocupaciones y dudas entre el profesorado, que le obligará a poner en marcha estrategias para el fomento del aprendizaje activo y la comprensión profunda de aquello que se ha de llevar a cabo, a cambios en las demandas de trabajos y actividades, a partir de las respuestas del chatbot para diseñar trabajos; navegadores y buscadores que aportarán resultados más exactos y completos, más próximos a los intereses de la persona que busca; respuestas actualizadas, nuevos servicios y nuevas funciones en las apps, motores de búsqueda facial que ya generan preocupaciones. Los avances han de ser motivadores para el profesorado porque proporcionan nuevos marcos interesantes que, si no entran en las aulas des de dentro del sistema educativo, pasará como ahora: lo introducirán desde fuera. No olvidemos que el mundo hoy es pura tecnología.
Lector, lectora, ¿aún no han llegado inputs o alertas más interesantes que este texto al dispositivo personal? No, atenderlos no serían distracciones. Quizá son nuevos centros de interés más atractivos. Como para ir y después volver. Si es así, todo puede esperar.
Posibilidades
Aislarse en una burbuja, en una ermita, cueva, habitación o cualquier otro espacio (virtual o físico) es posible. Partimos de que captar la atención en la sociedad actual hoy es un gran negocio y conseguirlo, aún más. La publicidad monetiza mientras nos gana la atención y nos distrae, se experimentan y se sofistican mil y una formas para advertirnos de que miles de mensajes están aquí. Es la economía de la atención. Dedicaciones recientes como influencers, tiktokers, youtubers, instagramers, entretenedores de todo tipo y de otros van ganando adeptos, persiguiéndonos también para generar caja. Pasar el tiempo, distraerse con bromas y vídeos propios o ajenos, a menudo elaborados para la ocasión y compartidos entre todos, visionando cambios constantes de planos, producciones encadenadas con más superficialidades que acercamientos a realidades próximas nos consumen algunas horas del día. Hay adicciones que ya son normalidades. Preocupaciones con efectos de todo tipo en el presente y en el futuro. El resultado de tanto tiempo invertido debe ser útil y rentable. O, como mínimo, inspira a jóvenes y grandes. Según una encuesta reciente para saber cuál sería la profesión más deseada por los estudiantes, aquí en el Estado Español dicen que es la de influencers; en otros países, piloto de avión, escritor, bombero, emprendedor, poeta, abogado, maestro, médico, científico, programador, jugador de fútbol. Como para reflexionar profundamente.
En los centros educativos, atender es una necesidad que varía (tanto entre profesorado como entre el alumnado), si bien el foco puede cambiar para adaptarse a los planteamientos pedagógicos de cada momento. Expertos como Daniel Goleman remarcan la importancia de educar la atención desde los primeros años. Así de conseguiría entrenar y desarrollar la habilidad para ignorar las distracciones. Una propuesta que exige descubrir la metodología para aplicarla a cada caso, dentro de las aulas y fuera, en nuestras vidas. Quizá la moda, el negocio, la creencia plena y la crítica del mindfulness forman parte de la solución de moda (con muchos millones de euros en juego) para algunas personas. Bienvenida sea. En todo caso, la distracción genera inquietud y efectos colaterales, dentro y fuera del aprendizaje, sobre todo cuando no se considera un efecto más de nuestro tiempo porque ya es habitual, visibles en nuestra vida diaria.
El educador y escritor James M. Lang aportaba su visión y consejos sobre atención y distracciones en una entrevista reciente (en formato vídeo y también transcrita en este enlace). También el citado Goleman, además de otros expertos que analiza qué pasa. Una mirada introspectiva a nuestras costumbres y forma de vivir, a nuestras aulas y a las personas más próximas nos puede aportar una radiografía para trazar posibles actuaciones que pasan por nosotros. Siempre pensando que la distracción puede formar parte o aparecer como un intermedio temporal en la actividad o una desviación a menudo no fácil de evitar.
Propuestas
Si aún no han surgido distracciones en la lectura de este texto, ofrecemos algunos consejos sobre este fenómeno que nos ocupa, más ajenos que propios. Son propuestas para convivir con menos distracciones o las mismas, sometidas al debate y al derecho a no acertar:
- Importancia de educar la atención selectiva ante la multitarea, la costumbre de hacer varias actividades a la vez y de forma rápida, consumir mensajes como si fueran urgentes, sin pararse ni reflexionar sobre qué hacemos, ni tampoco sobre cuáles serían los resultados con más atención y dedicación, por ejemplo a aquello que es importante y no urgente.
- Centrarse en el discurso de la persona de la que aprendemos o que nos habla, a la que escuchamos o leemos, antes de desconectar y pensar en nuestra respuesta, o en qué se ha de elaborar o entregar.
- Establecer obligaciones personales, con objetivos y finalidades concretos en el aprendizaje. Que el alumnado vea la secuencia completa y qué puede pasar si no atiende y se despista.
- Plantear interrogantes, dudas, retos, preguntas concretas y estímulos para elaborar trabajos, una vez contextualizado el marco global (que se ha de escuchar y entender).
- Utilizar las tecnologías cuando importan en la planificación de las clases, aportan valor y son necesarias tanto para aprender como para lo que sea necesario. Son atractivas y distraen pero, a la vez, son una ventana al mundo. Nunca prohibirlas, mejor limitarlas con normas convincentes, educar desde el uso para evitar el abuso.
- Planificar el reparto de los tiempos de las clases y de la vida, no dejarlo todo para el final. También, pautar los espacios físicos y virtuales ayuda a generar y mejorar conexiones, centra la atención en el proceso para legar a nuevas producciones.
- La atención hoy dura poco. Se puede alargar cuando las propuestas conecten con el interés del alumnado y los hagan partícipes de forma activa en el diseño y realización de las actividades. Importa el aprendizaje significativo y competencial. La escuela no puede ser una experiencia pasiva ni lejana.
- Tener en cuenta las expectativas e intereses de los estudiantes. Conectarlos con el curriculum y las clases ayuda a evitar distracciones y fomenta la atención.
- Explicar y debatir sobre cómo los dispositivos y sus contenidos nos captan la atención y nos distraen. Su atractivo y condicionantes influyen más en nuestra forma de pensar y de actuar cuando no somos capaces de enfrentarnos a ellos con criterios propios, sin dejarnos arrastrar por sus estímulos constantes.
- Demostrar que aquello que se ha de aprender es importante y duradero, la base para entender conceptos posteriores y al mundo, aunque normalmente no aparezcan en las redes sociales ni lo traten los influencers de moda. La distracción provoca una inversión extra de tiempo y una falta de comprensión del conjunto.
- Reflexionar en grupo sobre nuestras distracciones, valorarlas y llegar a códigos que nos ayuden a evitarlas o a convivir con ellas, sin aislarnos ni perder de vista los entornos en los que vivimos.
- El papel fundamental de la convivencia en la familia y su ejemplo para fijar pautas y momentos de atención, cuidar la salud mental y emocional, aprender a convivir con la frustración, educar en el uso de la tecnología y aprender a superar situaciones con resiliencia.
Si habéis llegado hasta aquí sin distracciones, este texto quizá os ha captado la atención. Si no ha sido posible, ningún problema. Otros intereses se han interpuesto en el camino. Todo en un flujo continuo, con estímulos que también pueden servir para aprender. Bienvenidos sea.