Somos los cuentos que nos contaron, las historias que rescataron para que entendiéramos el mundo, los sueños a los que felizmente nos encaminaron. Somos las noticias que leemos y escuchamos, las series que vemos, las canciones que cantamos.
Y todas estas historias, con las que aprendimos y aprendemos el mundo, proceden y se conforman desde un relato hegemónico particular. El relato de un modelo económico y cultural occidental construido de espaldas a la naturaleza y a las bases relacionales que nos sostienen.
Un relato hegemónico en el que los individuos somos completamente autónomos e independientes respecto a la naturaleza y al resto de las personas. Un relato en el que las personas asumimos que las desigualdades y el deterioro ambiental tienen que ser admitidos como el orden normal de las cosas.
En este momento, en el que el miedo y la indefensión aprendida nos mantienen en un estado de desesperanza y apatía, de horizontes distópicos, de individualismo y de pérdida de capacidad de agencia, apreciamos una fuerte entrada de los discursos de odio sobre determinados colectivos que se identifican como “los otros”, “el enemigo”, “la causa de todos nuestros problemas” (migrantes, personas LGBTIQA+, mujeres feministas, etc.) y la negación de realidades como la violencia de género o el cambio climático. Relatos que tienen ahora mayor entrada y difusión debido a su legitimidad pública en ámbitos parlamentarios y mediáticos y a la existencia de internet y las redes sociales.
Pero podemos contarnos otros relatos que no se basen en el odio, la devastación y las injusticias. Podemos contarnos otros relatos en los que la vida no sea una certeza, sino una posibilidad que depende de que entendamos que somos agua y tierra y oxígeno, que somos diversidad, manos y cuidados, que somos memoria e historias.
Cuando desde InteRed nos pusimos a pensar en cómo y desde dónde crear nuevas narrativas de ciudadanía global para enfrentar estos discursos de odio en el aula, nos dimos cuenta de que existían ya miles de relatos e historias no contadas, invisibilizadas, historias de vida y de luchas colectivas lideradas por las mujeres desde que el mundo es mundo, para construir sociedades donde el cuidado de la vida y los derechos humanos fueran una certeza. Nos dimos cuenta de la necesidad y de la importancia de rescatar la memoria histórica de todas estas mujeres, acercándonos a las realidades de los barrios donde InteRed está interviniendo, a los movimientos migratorios internos durante la posguerra y las movilizaciones obreras y de vivienda que trajeron consigo, a las demandas por medios de transporte como el tranvía y el metro para acceder a la vida económica y social del centro de la ciudad, al papel de los mercados, las fuentes, los huertos, los espacios culturales y centros de salud desde donde las mujeres entretejían las luchas dirigidas a garantizar la sostenibilidad de la vida.
Recolectar, contar y cuidar estas otras historias de lucha dentro de los espacios educativos y de los barrios es también un ejercicio político de resistencia, de cuestionamiento a las lógicas hegemónicas, de posibilidad de soñar(nos) en colectivo y caminar de nuevo hacia la utopía.
Han sido muy diversas las formas desde las que se ha recuperado la memoria histórica de las mujeres en centros educativos y espacios sociales y culturales de los barrios de Puente de Vallecas, Villa de Vallecas y Carabanchel, donde el curso 22-23 InteRed y Misiones Salesianas hemos ejecutado el proyecto “Barrios que cuentan” financiado por el Ayuntamiento de Madrid.
Una de las actividades de mayor impacto fue la vinculada con el teatro. Dos grupos de teatro conformados por vecinas de los barrios de Vallecas (Las Teatrekas) y Carabanchel (La rueda, Teatro Social) diseñaron y representaron dos obras de teatro en las que se recuperaba la memoria histórica de esos barrios.
Las obras, protagonizadas por mujeres, mostraban problemáticas como las migraciones, los sucesos del 11M, la Guerra Civil Española, la construcción ilegal de viviendas, el rol de cuidadoras de las mujeres, la represión de la libertad sexual y de expresión, etc. reivindicando espacios de rebeldía y de cohesión social liderados por mujeres y esenciales para reforzar el tejido barrial.
Estas representaciones impactaron y emocionaron mucho al alumnado, que conectó las historias de las vecinas con las propias. Les permitió conocer sus raíces y entender cuáles fueron las luchas ganadas en sus barrios que posibilitaron que disfrutemos ahora de más derechos. Motivó su identidad de barrio y un sentimiento de pertenencia. El reconocer que esas historias eran sus historias les sirvió de acicate para seguir conformándose como agentes de cambio en sus barrios y comunidades educativas.
Entre las personas asistentes a las obras de teatro se repartió el comic Vida y Milagros en Carabanchel Alto elaborado por La Rueda, Teatro Social, que relata las vidas de mujeres que nacieron y/o vivieron desde la posguerra en el barrio de Carabanchel Bajo, en la zona de Comillas, a través de historias que no aparecen en los libros, y que permiten reconstruir la identidad de ese territorio y nos ayudan a entender cómo se construyó la vida y se luchó por los derechos básicos, generando orgullo vecinal.
Otra actividad vinculada a la recuperación de la memoria histórica de las mujeres fue la Ruta Guiada que se llevó a cabo con alumnado de Vallecas. En ella se recorrieron diferentes enclaves del distrito de Puente de Vallecas: el Estadio del Rayo Vallecano que permitió hablar sobre la sección femenina de ese equipo, con mayores premios que el masculino; una antigua fábrica, en la que existe una placa que conmemora a las mujeres obreras que murieron en un incendio, y en la que se generó un debate sobre las mujeres que trabajaban en las industrias; la antigua fuente, espacio de reunión de mujeres y jóvenes; el mercado, contextualizando los tiempos y espacios en los que se compraba para mantener a las familias; los cines que motivaron la charla sobre la vida cultural del barrio durante el siglo XX y la estatua que conmemora a la «abuela rockera» del barrio, que permitió conversar sobre el periodo de dictadura y transición.
Herstóricas llevó a cabo una investigación sobre la memoria histórica de las mujeres de Villa de Vallecas, con la que indagó y profundizó, desde diferentes enclaves del distrito, en las historias de vida y lucha de las mujeres a través de temas como el agua, las comunidades religiosas, los transportes, la educación, el arte y la cultura, las luchas vecinales, las vallecanas y los estereotipos literarios, entre otras. Partiendo de la investigación, elaboraron un manual didáctico para el aula con actividades con las que se permite al alumnado de la ESO analizar estas temáticas, investigando y adoptando un papel activo desde y hacia el exterior del centro educativo, incorporando salidas a los barrios para indagar con el vecindario sobre diversos temas que afectan a su día a día.
Sin duda, educar gracias a la memoria histórica de las mujeres es educar frente al odio. Es permitir que la gente joven conozca las historias que nadie les contó y que les conectan con la fuerza de lo colectivo y comunitario. Es permitir que sientan la necesidad de formar parte del cambio para que sus colegios y barrios sean espacios más justos, equitativos y sostenibles.
Merecen, merecemos, contarnos estos otros relatos.