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En la Unión Europea, una buena parte de sus profesores no universitarios tiene más de 50 años de edad y solo una reducida proporción tiene menos de 30 años. Usando datos de Eurostat referidos a docentes de nivel pre-primario, primario y secundario para el año 2021, un 38% de esos docentes está en el primer grupo de edad, mientras que solo algo menos de un 9% está en el segundo. En el caso de España, las proporciones no están lejos de las anteriores: un tercio de los docentes está en el primer grupo y un 8% está en el segundo. Por tanto, puede afirmarse que se está produciendo un progresivo envejecimiento del profesorado, que puede también observarse en otros países. Es uno de los fenómenos que ponen de manifiesto la diversidad en cuanto a edad que hay, y continuará habiendo, entre el personal docente de nuestros centros educativos, diversidad que lleva a que estos sean, y continúen siendo, lugares de trabajo multigeneracionales.
Esta situación merece ser tenida especialmente presente, entre otras razones por su potencial impacto en la calidad de la educación. Esta depende de que los docentes colaboren entre sí y, en particular, de que colaboren para aprender entre sí. La situación presentada anteriormente ofrece la oportunidad de que un número notable de profesores más mayores y experimentados (entre ellos, los que están jubilados) y un número considerablemente más reducido de jóvenes profesores noveles colaboren y aprendan mutuamente.
Una investigación realizada con metodología mixta entre docentes con diferentes edades y variada experiencia profesional se ha ocupado de indagar en las relaciones profesionales entre docentes de distintas generaciones e incluso en las diferencias y semejanzas que pueda haber entre ellos, puesto que estas pueden condicionar y afectar dichas relaciones. Los datos han sido recogidos entre docentes de centros educativos no universitarios dedicados a impartir, siquiera parcialmente, enseñanzas de régimen general. En el caso de los estudios cualitativos, los datos fueron recogidos entre docentes noveles jóvenes (hasta los 30 años de edad y no más de 6 años de experiencia), docentes veteranos con edad avanzada (desde los 50 años de edad y al menos 10 años de experiencia) y docentes jubilados más mayores en cuanto a edad (desde los 60 años de edad y al menos 10 años de experiencia). En el caso de los estudios cuantitativos, los datos fueron recogidos entre docentes de todas las edades y con cualquier grado de experiencia (aunque han sido diferenciados intervalos de edad y años de experiencia profesional). Esos datos han sido recogidos mediante grupos de discusión y entrevistas en el primer tipo de estudios y mediante cuestionario en el segundo tipo de estudios.
Puede decirse que el centro de atención de nuestra investigación ha sido el desarrollo profesional intergeneracional. Preguntas centrales de nuestro estudio fueron las siguientes:
- ¿Hay desarrollo profesional intergeneracional? ¿En qué medida?
- ¿En qué consiste?
Nuestro interés no estaba tanto en explorar si profesores pertenecientes a generaciones diferentes se desarrollaban profesionalmente y en qué consistía ese desarrollo profesional, sino también, sobre todo, en explorar hasta qué punto profesores de distintas generaciones se desarrollan profesionalmente entre sí y en qué consistían esas experiencias en que unos y otros hacen aportaciones mutuas (no necesariamente simétricas) que promueven el aprendizaje de quienes participan en ellas.
Llegados a este punto, conviene empezar aclarando qué se está entendiendo por desarrollo profesional y qué se está entendiendo por intergeneracional. Aunque no es un concepto ajeno a las controversias y hay mútiples definiciones, por “desarrollo profesional” podríamos entender, en sentido amplio, la sucesión de experiencias de aprendizaje relevantes en la carrera profesional y beneficiosas para esta. Los docentes participantes consideraron especialmente importantes las experiencias de aprendizaje e incluso que estas fueran continuas, por repercusión en la labor que realizaban y sus resultados.
Por la singularidad de la investigación, la segunda noción será objeto de mayor atención. Pero aclarar que se está entendiendo por “intergeneracional” requiere aclarar previamente qué se está entendiendo por “generación”. Este es un concepto vidrioso, usado a menudo pero imprecisamente. Ha sido objeto de diferentes conceptualizaciones, lo que corresponde a su complejidad y múltiples significados que se le asocian. Aquí podemos definirlo en sentido muy amplio como grupo de edad que ha compartido (y continúa compartiendo) a la vez experiencias y circunstancias comunes, lo que lleva a compartir también creencias, valores o actitudes. No obstante, los participantes en el estudio, como ha ocurrido en otros, han entendido una generación en un sentido más amplio y difuso, aunque ligado anterior.
Brevemente expresado, una generación ha sido entendida como noción que sirve para caracterizar a un conjunto de personas amalgamando edad, estadio vital, cohorte (esto es, grupo que ha nacido en un intervalo de tiempo similar) y periodo histórico vivido. Más aún, la generación es percibida en términos de mayor o menor proximidad o distancia hacia otros con relación a una conjunción de esos criterios, tomando la edad como principal referencia. Así, fue común dieferenciar solo entre docentes más jóvenes y docentes más mayores (sin hacer referencia a categorías como boomer, “generación X” o “milenial”), como también ha ocurrido en otros estudios realizado fuera del ámbito de la educación.
A continuación, podrá ser de ayuda diferenciar entre los términos “multigeneracional” e “intergeneracional”, que a veces son considerados sinónimos y cuyas diferencias a menudo no resultan claras. Lo primero sobre lo que merece llamar la atención es que ambos suelen aplicarse a relaciones: esto es algo importante que hay en común entre ellos. Sin embargo, el tipo de relaciones a las que uno u otro están referidos puede servir para diferenciarlos. Pueden considerarse relaciones multigeneracionales aquellas que conciernen o afectan a personas o grupos de diferentes generaciones, mientras que consideraríamos relaciones intergeneracionales aquellas que específicamente se producen entre personas o grupos de diferentes generaciones. Así, por ejemplo, cabe pensar en que puede haber una relación de sucesión entre generaciones (esto es, una sucederá a otra) que las afectará, pese a que haya pocas relaciones entre tales generaciones o estas relaciones sean poco relevantes. Incluso cabe pensar en que las relaciones entre personas o grupos dentro de una determinada generación pueden atañer o afectar a las personas o grupos dentro de otra generacion diferente, pese a que no haya relación entre los primeros y los segundos o esa relación sea poco relevante. Las relaciones intergeneracionales van más allá de estas relaciones. Pueden ser caracterizadas destacando que hay interacción e influencia mutua entre personas y grupos pertenecientes a diferentes generaciones, a menudo para realizar tareas conjuntas y así lograr metas comunes (o sea, colaborar), lo cual implica tomar conciencia de las diferencias, pero también las similitudes, entre los participantes.
Numerosos centros escolares son claramente multigeneracionales e incluso podrían ser considerados intergeneracionales, siquiera en alguna medida. Pero ¿por qué? En un mismo lugar, cotidianamente conviven e interactúan personas y grupos que, a menudo de manera tácita, asociamos a diferentes generaciones: estudiantes, por un lado, y profesores (incluidos los más jóvenes), por otro. Incluso se piensa a veces que la distancia generacional entre unos y otros es cada vez mayor. Más aún, cabe pensar que, dentro de cada uno de esos grupos y otros ligados a los centros educativos (como las familias), también hay personas y grupos vinculados a diferentes generaciones: por ejemplo, diferentes generaciones de estudiantes, diferentes generaciones de padres o diferentes generaciones de profesores. En particular, escasamente han llamado la atención las generaciones identificables entre los docentes y las relaciones que las caracterizan. En principio, todos estos agentes (incluido el conjunto de docentes) tienen una tarea central compartida (a saber, la educación) y han de perseguir metas comunes. Sin embargo, estas metas comunes y la cooperación para alcanzarlas pueden ser más limitadas de lo que consideraríamos deseable, y la segregación podría estar más extendida de lo que pueda suponerse. En tal caso, las relaciones multigeneracionales estarían más presentes que las relaciones intergeneracionales.
En lo que se refiere a las relaciones identificables en el profesorado considerando su vinculación a diferentes generaciones, puede ser destacado lo siguiente entre los resultados de nuestro estudio. En general, los profesores participantes atribuyen notable importancia a las relaciones profesionales. Para que estas discurran de manera positiva y beneficien su labor, consideran muy importante que haya un buen ambiente de trabajo. Pero, a la vez, consideran importantes las relaciones profesionales negativas, puesto que les son asociadas efectos perjudiciales en la labor realizada y, además, resultarían especialmente contagiosas.
Ahora bien, no es claramente evidente que puedan ser identificadas unas relaciones de carácter intergeneracional. En general, los profesores noveles más jóvenes tenderían a interactuar más entre sí, los profesores veteranos más mayores tenderían a mantener relaciones más estrechas con compañeros con edades similares y los profesores jubilados tenderían a considerarse más unidos a quienes asocian a su misma generación. Estos últimos, ya sin un empleo como docentes, a menudo mantienen un vínculo con la educación e incluso un significativo grado de compromiso con la profesión que han desempeñado, pero ello habitualmente no se traduce en relaciones profesionales con docentes en ejercicio.
Las relaciones profesionales son consideradas importantes para la labor docente y la obtención de resultados, pero también, específicamente, para el aprendizaje profesional. Encontramos evidencias de que, al menos en cierta medida, profesores noveles más jóvenes aprenden de profesores experimentados más mayores y a la inversa, y de que unos y otros consideran valioso este aprendizaje. Por ejemplo, los primeros observan, hacen preguntas o piden consejo a los segundos, pero estos también hacen lo propio con aquellos. Más aún, hay reciprocidad (por ejemplo, si se pide consejo, este es proporcionado). Con todo, tendería a prevalecer la transferencia de aprendizajes, aprendiendo unos de otros. No esta claro que el aprendizaje se vaya construyendo entre ellos, aprendiendo unos con otros, lo cual puede acarrear limitaciones.
Que profesores de unas generaciones aprendan de lo que han aprendido profesores de otras generaciones es positivo para la tarea que tienen a su cargo y, a la postre sus destinatarios directos: el alumnado. Más concretamente, la educación y el alumnado al que va dirigida pueden beneficiarse no solo de que profesores noveles más jóvenes aprendan de profesores experimentados con más edad, sino también lo que los segundos aprendan de los primeros.
Sin embargo, los beneficios pueden ser mayores si, en mayor medida, todos ellos aprenden conjuntamente y, así, colaboran en la construcción de ese aprendizaje. Medidas como la mentoría (destacada por algunos de los participantes jubilados, sobre todo) y, en especial, algunas de sus formas (como mentoría en grupo), pueden ser especialmente útiles para desarrollar relaciones intergeneracionales entre docentes. Sin embargo, posiblemente hacer un uso lo más fructífero posible de medidas como esa podría demandar también cambios más amplios en la cultura de los centros escolares y el profesorado en general.
* Este artículo es resultado del proyecto «Desarrollo profesional Intergeneracional en educación: implicaciones en la iniciación profesional del profesorado» (DePrInEd) (código: RTI2018-098806-B-I00), Convocatoria 2018 de Proyectos de I+D+i «Retos Investigación», del Programa Estatal de I+D+i orientada a los retos de la sociedad, en el marco del Plan Estatal de Investigación Científica y Técnica y de Innovación 2017-2020. Financiado por el Ministerio de Ciencia e Innovación, Agencia Estatal de Investigación y Fondo Europeo de Desarrollo Regional