Paisajes locales
Mientras preparo mi colaboración para El Diario de la Educación, en las avenidas de la ciudad que habito encuentro carteles gigantes fijos y en los autobuses del servicio público; en ellos, la gobernadora festeja la entrega de computadoras a niños de escuela secundaria (12-14 años) y estudiantes universitarios.
Con la decisión política presumen pasos adelante para romper la inequidad y facilitar el acceso a bienes que en otros momentos estuvieron negados. Los discursos rezuman optimismo. Supongo que los aplausos serán mayoritarios, pues en efecto, muchos niños y jóvenes viven en familias que carecen de recursos para conseguir un equipo de cómputo nuevo. También hay quienes cuestionan la donación universal por regresiva, pues entrega lo mismo a todos, cuando las condiciones de partida y la inequidad ya están instaladas.
Para mi artículo de octubre elegí comentar un reporte reciente sobre los progresos en el logro de la meta 4 entre los Objetivos de Desarrollo Sostenible: el Informe de Seguimiento de la Educación en el Mundo 2023. La articulación entre lo que veo en la pantalla y en las calles citadinas es inevitable.
En el informe encuentro abundantes argumentos a favor de examinar ese tipo de actos gubernamentales, que pueden tener en su origen un cariz progresista, pero que tampoco ocultan dos rasgos: su clientelismo electoral y la ausencia de un proyecto donde insertar la medida, de tal suerte que, en efecto, revierta inequidades o, por lo menos, construya desde la escuela una base firme hacia la equidad.
Me pregunto si los tomadores de decisiones en países como el mío, México, se toman en serio su trabajo y se disponen para gestiones eficientes y eficaces, con pertinencia pedagógica y viabilidad financiera, en especial cuando proceden de ámbitos ajenos a la educación y son usados como fichas intercambiables, donde lo mismo ocupan una posición en educación como en otros sectores.
En el Informe mundial 2023 se desmontan pequeños mitos fruto de yerros gubernamentales, evidencias documentales y empíricas, así como de campañas empresariales. Cerca de nosotros, Perú, por ejemplo, con su programa “Una portátil por niño” (nombre repetido en otros países), distribuyó un millón de portátiles sin ligarlas a un proyecto educativo; la consecuencia: no mejoró aprendizajes.
El acceso a los aparatos tecnológicos no aumenta per se posibilidades de aprendizaje; en cambio, se ha fundamentado que un exceso en la relación de los estudiantes con las pantallas puede disminuirlo, porque distrae y tiene varios efectos negativos.
¿Cuánto tiempo más perderemos con políticas gestadas con palos de ciego u ocurrencias?
Los informes mundiales
Los Informes de Seguimiento de la Educación en el Mundo son reportes anuales publicados por la UNESCO (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura). Se centran en diversos aspectos de la educación y ofrecen una mirada global, así como recomendaciones para abordar los desafíos educativos y promover el logro del Objetivo de Desarrollo Sostenible 4: garantizar una educación de calidad, inclusiva y equitativa, y promover oportunidades de aprendizaje a lo largo de la vida para todos.
Como se sabe, cada año se enfoca en un tema. Esta vez, se plantea una pregunta relacionada con la tecnología: ¿es una herramienta en los términos de quién?
No hay novedades con la equidad; por ejemplo, certifica las disparidades y desafíos que enfrentan diferentes áreas geográficas del orbe. La correlación entre los ingresos de los países y sus sistemas educativos son evidentes.
¿Deberían los países y sus autoridades leer informes globales sobre la educación y otras áreas? ¿Es pérdida de tiempo?
Las estadísticas y datos son relevantes para trazar radiografías; las recomendaciones, valiosas, para que los equipos de gobiernos nacionales y locales definan soluciones para cada contexto. Así, por lo menos, creo que deberían tomarse. Como fuente de información y orientación para los responsables de la formulación de políticas, los profesionales de la educación, los investigadores e interesados en el avance mundial.
¿Deberían los países y sus autoridades leer informes globales sobre la educación y otras áreas? ¿Es pérdida de tiempo? Los Informes de Seguimiento de la Educación en el Mundo tendrían que ser leídos, sin duda. Tienen una utilidad práctica significativa, para ilustrar, para abrir preguntas y horizontes, para concebir políticas educativas y cursos de acción, porque se nutren de información basada en evidencias; porque puede ser valioso para la sensibilización, planificación y gobernanza.
En el resumen del Informe, en seis enunciados se agrupan las “ideas clave”:
a) No abundan pruebas adecuadas e imparciales sobre el impacto de la tecnología educativa.
b) La tecnología ofrece la esperanza de educación a millones de personas, pero excluye a muchos más.
c) Algunas tecnologías educativas pueden mejorar ciertas modalidades de aprendizaje en determinados contextos.
d) El ritmo rápido de cambio tecnológico dificulta la adaptación de los sistemas educativos.
e) El contenido en línea ha aumentado sin regulaciones de calidad y diversidad.
f) La tecnología suele adquirirse para llenar un vacío sin tener presentes los costos a largo plazo.
El documento interpela a los gobiernos con cuatro preguntas: ¿resulta este uso de la tecnología educativo apropiado para el contexto nacional y local?, ¿excluye a los estudiantes este uso de la tecnología educativa?, ¿es escalable esta tecnología educativa?, y ¿este uso de la tecnología fomenta un futuro sostenible?
Reflexiones finales
La inequidad en el acceso a la tecnología es un problema global. Incluso en países de ingresos bajos, como Surinam o Togo, el acceso de los más ricos rebasa el 80 %, en cambio, el acceso de los más pobres es igualmente raquítico.
Las soluciones mediáticas usuales en nuestros contextos, como regalar tabletas o computadoras y entregar becas, suelen terminar en pirotecnia. Luces, entre comillas, para los gobernantes, pero con resultados contradictorios o falaces.
Las evidencias del Informe de Seguimiento 2023 ofrecen argumentos para desconfiar de todos esos programas que engordan discursos sin alimentar prácticas formativas. Producto de la ignorancia, buena fe, oportunismo electoral u otras motivaciones, no transforman la educación, la enseñanza o el aprendizaje. Desconocen o soslayan que es la escuela, en su totalidad, la que educa, los espacios de instrucción y de convivencia, el equipamiento pedagógico, la formación de maestros, la gestión directiva; la riqueza del hábitat pedagógico. Que en eso debe invertirse mucho más de lo que ahora se hace. El Informe de Seguimiento 2023 advierte: “Se necesitan objetivos y principios claros para garantizar que el uso de la tecnología resulte beneficioso y evitar posibles perjuicios”.
Ya están las computadoras en casa de miles de niños colimenses y mexicanos. Ahora nos sentaremos a esperar el proyecto pedagógico. Ojalá la espera no sea tan larga y llegue antes que las computadoras caduquen o los niños se vayan de la escuela.