El gasto total en i+d en la Universidad está por debajo del nivel que tenía en 2012. En 2015, últimos datos disponibles y ofrecidos en la mañana del jueves por la Conferencia de Rectores (CRUE), el conjunto de centros invirtieron 3.373 millones de euros en investigación y desarrollo. La cifra supone una ligera subida respecto al año anterior (un 5,8% más), pero sigue algo por debajo del que había en 2012 (3.381 millones de euros). El gasto en i+d supone un 36% de los presupuestos de los centros.
Los rectores creen que el sistema de investigación español es «sólido y capaz de resistir las tensiones que ha sufrido la universidad» por la crisis y los recortes, según explicó José Carlos Gómez, presidente de la comisión sectorial de i+d+I de la CRUE, que fue el encargado de presentar el informe. «Pero las tensiones se aguantan durante un tiempo, y por eso pedimos estabilidad, para no estar al albur del Gobierno de turno», advirtió, y pidió a los gobernantes coherencia. «Se habla mucho de la importancia de la i+d, pero no siempre van de la mano el discurso y los hechos», explicó el rector de la Universidad de Córdoba.
Gómez alertó también de que la falta de presupuestos del Estado está provocando que muchos proyectos de investigación se estén retrasando en su convocatoria, lo que está generando inquietud y amenaza con echar a perder todo el año. «Si no salen antes del verano, tendremos un problema», sostuvo, y citó en concreto el caso de la Agencia Estatal de Investigación, una entidad de nuevo cuño llamada a ordenar, estabilizar y liderar la investigación en España y cuya plena implementación está pendiente de los Presupuestos.
Buscarse la vida
En los años de crisis, las universidades han visto cómo las administraciones, principalmente las comunidades autónomas, han rebajado la financiación de los proyectos de investigación y también los presupuestos propios de los centros. Lo mismo ha ocurrido con la financiación de proyectos por parte de las empresas. Por todo ello, han explicado los rectores, las universidades han tratado de suplir esta caída y mantener el nivel investigador con fondos propios y buscándose la vida en convocatorias de proyectos europeos. «La situación ha sido dramática en algunos casos», sostienen desde la CRUE.
¿Se han sentido abandonadas las universidades por la administración durante la crisis? «Hemos hecho lo mismo que cualquier familia española, buscarnos la vida. Nos hemos sentido tan abandonadas [por el Estado] tanto como cualquier familia durante la crisis», respondió Gómez.
Manuel Pingarrón, secretario de la comisión sectorial de la CRUE, añadió que «la clase media investigadora [la que da cuenta de la calidad del sector de un país] ha sufrido realmente durante la crisis. Se han perdido grupos de investigación o han perdido mucha financiación y ha sido la universidad la que los ha mantenido en marcha», ha explicado. «Hemos cumplido un papel que no nos tocaba», le ha afeado a la administración su dejación de funciones.
Plantillas envejecidas
Una de las cuestiones que más preocupa a la CRUE es la situación de las plantillas investigadoras. Por un lado, dicen los datos que, pese a que hay más personal docente investigador (PDI) en 2015 que en 2014 (ha pasado de 101.174 a 110.022 personas en total), hay menos que se dediquen a la investigación (46.332 en 2014, 44.014 en 2015).
Por otro, a los rectores les inquieta el envejecimiento de las plantillas. «La edad media del personal universitario es muy alta», valoró Pingarrón. La tasa de reposición del 10% durante la crisis, que de facto era un 0%, junto a las escasas posibilidades que se se han dado a los investigadores jóvenes han influido en esa situación, explica la CRUE. «No nos vale con una tasa de reposición del 100%, hemos perdido muchísimos investigadores y personal de administración y servicios (PAS)», lamenta Gómez.
Tampoco ha ayudado a las plantillas que haya coincidido la crisis con la implantación del espacio europeo de educación superior, el plan Bolonia. Ante los cambios que se veían venir y el más que previsible empeoramiento de las condiciones laborales, muchos profesores e investigadores de sesenta y poco años optaron por prejubilarse, cuenta Gómez. En la Universidad de Córdoba, que él dirige, se perdieron 200 profesores de los 800 que había, un 25%. El daño fue cuantitativo, pero también cualitativo. Se fueron los líderes, cuenta Pingarrón, los que más difícil es sustituir.
Por eso «son absolutamente necesarias políticas de retorno de muchos jóvenes investigadores» que se fueron al extranjero, sostuvo Pingarrón. «El problema no es que se vayan, eso está muy bien», matizó Gómez, «pero queremos que vuelvan en las condiciones que ellos quieran, no de cualquier manera», añadió.
Pero el problema viene desde más abajo todavía. La universidad tiene muchos doctorandos, estudiantes de tesis, investigando —y en ocasiones dando clase— sin ningún tipo de ingreso por la escasez de las becas públicas (aunque ahora tienen la forma jurídica de contrato, siempre han sido becas). Para la CRUE esta situación es insostenible. «Los doctorandos sin cobrar no deberían existir», concede Gómez. La CRUE ve una posible solución a este tema en los proyectos colaborativos con las empresas, una posible solución para que los doctorandos puedan hacer sus tesis.
Los rectores instan, exigen al Gobierno que dé un paso adelante en materia investigadora. Porque, como dice su presidente, Segundo Píriz, «no es que los países ricos inviertan más en investigación, es que los países que más invierten en investigación son los más ricos». España está en el puesto 30 en inversión en investigación respecto al PIB, pero es el 9º país con más producción científica, presume la CRUE. «El sistema de i+d es sólido», cierran los rectores. ¿Pese a la administración?
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