Esta madrileña afincada en Almería y licenciada en Ciencias Ambientales cursó el Certificado de Adaptación Pedagógica al acabar la carrera pero el mundo de las oposiciones no le convenció. Cambió de rumbo laboral para, años más tarde, tras convertirse en madre, retomar su interés por la pedagogía desde otra óptica. Descubrió el método Montessori, se formó, y se ha convertido en una de sus principales divulgadoras. Su libro Montessori en casa (Plataforma) ha sido todo un éxito, y en las redes sociales cuenta con cientos de miles de seguidores. Cristina Tébar presenta nuevo libro: El huerto en casa al estilo Montessori, también publicado por Plataforma.
Las ideas de Maria Montessori, de 100 años de historia, aún se consideran innovadoras. ¿Por qué?
Fue una mujer muy avanzada a su tiempo. Afrontó la observación del desarrollo infantil con mucha humildad, poniéndose al mismo nivel que el niño, y eso hizo que lo que descubriera fuera revolucionario. Hay pocos científicos que hayan observado a los niños desde esa perspectiva, tan humilde, y no desde la torre de marfil en la que muchas veces estamos los adultos.
Estamos viviendo una ola de innovación educativa y Montessori vuelve a estar en la boca de todos.
Sí, se ha puesto de moda. Cuando empecé a interesarme por el tema, y pensé en crear mi blog, hace cuatro años, apenas encontraba textos en español que hablaran de Montessori, la mayoría estaba en inglés. Entonces poca gente sabía quién era fuera del ámbito educativo. Ahora la conocen mucho más.
Tiene 140.000 seguidores en su página de Facebook y no paran de subir.
La verdad es que hay mucho interés. Cuando empecé la mayoría de lectores eran de Cataluña, Madrid y el País Vasco, pero ahora ya pertenecen a toda la geografía española.
¿Cómo funciona su blog?
Cada semana publico un post en el blog. Y a quienes están suscritos, les propongo retos para trabajar y la gente explica su experiencia.
Un vistazo a la biografía de Maria Montessori resulta apasionante. Fue la primera mujer médico de Italia. Su método fue prohibido por Mussolini. Residió largas temporadas en Barcelona. Estuvo exiliada en Holanda y durante la Segunda Guerra Mundial viajó a la India donde creó una escuela de formación. ¿Qué destacaría?
Todo lo que ella tuvo que moverse por el mundo no fue por iniciativa propia. Huyó de las guerras. Eso le marcó mucho. En la India tuvo contacto con Gandhi y fue poniendo el foco no solo en que los niños se desarrollaran de manera autónoma, sino en que pudieran crecer como seres humanos plenos en un entorno de paz.
¿Qué fue lo que más le atrajo del método Montessori cuando empezó a interesarse por él?
Al principio, los materiales. En mi época de estudiante siempre se me habían dado mal las Matemáticas. Cuando vi que se podían ver y tocar flipé. Más adelante me fue interesando también toda la parte filosófica. La idea de que el niño nace con un maestro interno, y que hay que dejar que se desarrolle. Esa visión de respetar el desarrollo del niño, no estorbarle demasiado.
En los últimos años muchas escuelas han incorporado parte del método Montessori, sobre todo en la Etapa Infantil. ¿Cómo valora la actual presencia de Montessori en la educación reglada? ¿Echa algo de menos?
Depende de cada escuela, pero de manera general lo que percibo es que en la mayoría de los casos sólo utilizan materiales. Falta apoyar eso con la filosofía y la manera de tratar al niño. Lo más importante es que el adulto tenga preparación, no se consigue de la noche a la mañana. Es un trabajo personal.
¿Podría concretar?
Por ejemplo, cuestiones como gestionar los conflictos. Se sigue poniendo a los niños en el rincón de pensar, castigándoles u obligándoles a que se den un beso tras una pelea, cuando tal vez no estén preparados para ello.
¿El rincón de pensar no es bueno?
Es una manera de imponer al niño que piense sobre lo que ha hecho, pero puede que no cuente con el apoyo necesario para ello, y no entienda bien porqué está ahí.
¿Qué alternativa ofrece Montessori?
La mesa de paz. Los niños hablan sobre lo que ha pasado, y sobre cómo se han sentido. Hay un mediador. Se intenta llegar a una solución del conflicto.
¿Y ese maestro interior del que hablaba Montessori se respeta en la educación que se ofrece mayoritariamente a niños y niñas?
No. Normalmente se intenta que todos los alumnos encajen en el mismo molde. Se supone que los niños de una misma clase tienen que aprender lo mismo de la misma manera, cuando no todos los niños tienen el mismo interés ni los mismos ritmos de desarrollo.
Lleva a sus hijos a una escuela Montessori en Almería, ¿está contenta?
Mucho. Se respira un ambiente muy familiar porque el centro tiene pocos alumnos.
Sigue siendo una opción minoritaria.
Son centros privados, que además no pueden ser homologados al sistema español porque no se ajustan a todos los requisitos, como el hecho de mezclar en el aula a niños de diferentes edades. Se acreditan como colegios extranjeros. En el caso de la escuela de mis hijos, se ha catalogado como un colegio británico.
¿Cómo pueden los padres incorporar Montessori en el entorno familiar?
Recomiendo que los padres se empapen de la filosofía, y hagan ese trabajo personal de cambio de chip respecto a cómo nos han educado.
¿Cómo tienen que estar preparados los ambientes de la casa?
Hay que intentar que el niño tenga sus cosas al alcance. Que, por ejemplo, para coger su abrigo pueda cogerlo sin necesidad de pedírselo a un adulto. O coger un vaso de agua. Cosas sencillas que hacen que el niño sepa regularse, sea capaz de hacer cosas, no sienta que es un mundo de adultos. Que pueda tener una escobita para cuando se le caiga algo, recogerlo. Que se sienta capaz y pueda participar.
¿Cómo tiene que ser su habitación?
Si es para bebés, el área de descanso o sueño puede estar en el suelo desde los cuatro meses, para que pueda bajarse y subirse de la cama cuando quiera.
¿Pero eso es seguro?
Hay gente que pone una barrera en la puerta, por si se salen de la cama. La barrera permite que se queden en su habitación. Eso ocurre muchas veces, y hay padres que pueden decir: «¡Qué desastre, el niño se ha despertado en medio de la noche y se ha dormido en la alfombra!». Hay que cambiar el chip: si se ha dormido en la alfombra no estaría tan mal.
¿Por qué es buena la cama en el suelo?
Permite que el niño sea más independiente. Al no tener los barrotes, puede tener una visión más real del lugar en el que se encuentra. No se siente encerrado.
¿Cómo deberían ser los muebles?
Cómodos para el niño. Por ejemplo, no poner un armario súper alto porque el niño no llega y no es adecuado. Si el armario alto ya está comprado, en los cajones de abajo puedes poner la ropa a su alcance, que vea todas las camisetas, de manera que pueda escoger cuál se quiere poner.
¿Y cómo tiene que ser el área de juego?
Lo ideal es que los juguetes y materiales estén en estanterías bajas y que estén ordenados y separados. Intentar que no sea una caja con todos los juguetes dentro. Que sean menos juguetes, y que estén todo separados y cada cosa en su lugar. Así pueden ir adquiriendo el sentido del orden.
¿Qué actividades recomienda en casa?
Mucha vida práctica. Que los niños participen en las actividades de cocina y en la limpieza. Que tengan utensilios adaptados a su tamaño. Por ejemplo, cortadores para lechugas que no hacen daño o cuchillos de plástico. Escobitas y recogedores para recoger las migas, o cultivar un huerto casero y cuidar las plantas.
Montessori no era amiga de los premios y los castigos.
Los castigos pueden sustituirse por consecuencias. Hay que intentar ver la consecuencia natural de una acción. Por ejemplo, si el niño juega con los rotuladores y los deja abiertos, te puedo castigar sin cenar, pero no tendría ningún sentido. No existe ninguna relación entre los dos hechos. Una consecuencia natural sería dejar que los rotuladores se sequen y que el niño cuando vaya a pintar la próxima vez se los encuentre secos. El niño va a intentar hacer las cosas bien, no para evitar el castigo, sino para evitar la consecuencia.
¿Y por qué no se consideran buenos los premios?
Porque la motivación debería ser interna, no externa. Que el niño no espere un halago por hacer las cosas bien. Si hace algo bien, hay que intentar darle la vuelta. Si por ejemplo hace un dibujo, en vez de darle un halago vacío se le puede decir: «Ha quedado bonito, ¿te ha costado mucho esfuerzo? ¿Cómo lo has dibujado?». Comentarios que se centren en el esfuerzo que ha hecho el niño y en cómo se siente. En vez de estar a expensas de lo que dicen los demás, que él genere la motivación interna.
Para Montessori, el periodo sensible del lenguaje se establece de 0 a 6 años. ¿Es esta la edad para introducir un idioma extranjero?
Esa es la etapa en la que el niño puede aprender prácticamente cualquier idioma al que esté expuesto. Montessori hablaba de la mente absorbente. A partir de esa edad se aprende con más esfuerzo. Pero él tiene que ver que ese idioma le va a resultar útil. Si, por ejemplo, ve que para comunicarse con la profesora de una clase de inglés también puede usar el español, puede que esto no funcione tanto.
Los últimos hallazgos de la neurociencia, por otro lado, no recomiendan introducir la lectoescritura hasta los 7 años, ya que hasta entonces la parte lingüística no está suficientemente madura. ¿Es contradictorio con Montessori?
No tiene por qué serlo. En Montessori se ofrece contacto con las letras a los niños desde que entran en la escuela con 3 años, pero no significa que se espere que aprendan a leer y a escribir a esa edad. Cada niño llega a la lectoescritura cuando llega.
En su nuevo libro plantea cultivar un huerto en casa al estilo Montessori. ¿En qué consiste este enfoque?
El objetivo no es tener un huerto súper bonito, sino que los niños sean protagonistas. Seguramente se caerá agua y tierra por el suelo, pero lo importante es que los niños aprendan y participen de manera activa.