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Esta sería la radiografía que enseña el estudio que Jorge Calero y Álvaro Choi, investigadores de la Universidad de Barcelona han realizado para la Fundación Sociedad y Educación. Existe un trimestre y dos de diferencia entre este perfil de alumno y el perfil del alumnado catalanohablante.
Los informes PISA recogen datos relacionados con la vida de alumnas y alumnos, sobre sus familias, qué niveles socioeconómicos y culturales tienen, su sexo, qué idioma se habla más en sus casas y su lugar de residencia. También sobre el tipo de centro en el que están matriculados. También si son de origen extranjero. La prueba en Cataluña se hace en catalán.
El de la inmersión lingüística en Cataluña es siempre un asunto polémico y complicado. Al punto de que este es el primer estudio que analiza si existe o no una relación causal entre la diferencia de rendimiento de quienes hablan mayoritariamente en castellano o en catalán en su entorno dado que en el centro educativo las enseñanzas son en catalán.
Los estudiantes castellanoparlantes tienen resultados inferiores a los de sus iguales catalanoparlantes en lectura y en ciencias en las pruebas PISA. Esta es una de las primeras conclusiones que ha explicado Jorge Calero, profesor de la Universidad de Barcelona y uno de los dos responsables, junto a Álvaro Choi, de este estudio.
Esta diferencia “es más intensa, ha explicado, en algunos colectivos”. Lo es más para los chicos (en realidad entre chicas no hay diferencias significativas), entre quienes estudian en la escuela pública, entre quienes no viven en la ciudad de Barcelona y en el tercil superior del índice socioeconómico y cultural.
Para Calero, la política de inmersión lingüística del gobierno catalán no es un modelo de éxito, puesto que “genera perdedores claros”. Para algunos puntos, la diferencia en la puntuación con respecto a sus iguales que son catalanoparlantes, está algo por encima de los 10 puntos de media.
Para este economista de la educación, estas diferencias de puntuación pueden tener repercusiones en la permanencia de estos estudiantes en el sistema educativo, es decir, que puede ser que esté influyendo en las tasas de abandono escolar temprano (AET). Ha criticado el hecho de que se haya asumido esta política de inmersión sin tener ninguna evidencia científica en relación a los posibles problemas o beneficios que puede comportar en los resultados académicos de alumnas y alumnos.
De hecho, cree que sería interesante, a la luz de sus resultados, que se replantee la política lingüñistica haciendo “un debate racional”.
“Diferencias poco significativas”. Así las define Elena Sintes, socióloga de la Educación y jefa de proyectos de la Fundación Jaume Bofill. Para esta investigadora, establecer la relación causal que han establecido Calero y Choi en este tema es muy complicado dado que la cantidad de factores que influyen en los resultados académicos que existe una gran variabilidad que hace, virtualmente imposible, asegurar esta relación entre lengua vehicular y resultados académicos.
Para poder estar seguros de la causalidad, según Sintes, habría que saber si todos los docentes de todo el alumnado examinado siempre hablaba en catalán en todas las materias cursadas desde los 6 años y los 15 (momento en el que se hace la prueba PISA), así como conocer el modelo de inmersión de cada uno de los centros por donde hubiera estudiado el alumnado.
“Se atribuye a la lengua, dice Sintes, un efecto que seguramente haya sido provocado por otros aspectos”.
Esta socióloga opina que el estudio parte de la idea de que el sistema de inmersión catalán es homogéneo en el tiempo y en todos los centros y territorios. “Sabemos por estudios que no es homogéneo”, asegura. Como ejemplo dice que en “ESO muchos centros usan el castellano porque se adaptan al alumnado”, fundamentalmente al de origen migrante. Opina que la hipótesis de la que parten los economistas no ha sido contrastada.
En cualquier caso, tanto Calero y Choi, como Sintes, tienen clara la necesidad de que se siga investigando en este sentido para ahondar tanto en este resultado principal del estudio como en otros que, según la socióloga, «contradicen a investigaciones» previas y, además, «una observación puntual no da pie a un titular tan contundente».
Para los economistas responsables del informe, es necesario seguir investigando para conocer en profundidad los posibles efectos negativos de la política, en este caso lingüística, y así guiar la acción de las administraciones con la evidencia científica.
El estudio se ha realizado con la muestra de PISA, inicialmente de 1.769 estudiantes. De estos se ha sacado, por una parte, a aquellos que estudian en centros privados por la imposibilidad de conocer en qué idioma trabajan en clase, y a aquellos que entraron en el sistema educativo catalán después de los 6 años. De esta manera, todos los resultados corresponden a adolescentes que han pasado toda su educación obligatoria, hasta los 15 años, bajo el sistema de inmersión.