Sandra Cuevas lleva 21 años tratando adictos al juego. Psicóloga de la asociación de tratamiento de adicción al juego Ajupareva, en Valladolid, Cuevas mira cada día a la cara de los efectos del juego en la población. En los casos más extremos lo ve en la cárcel de Villanubla, donde acaban algunos ludópatas por robos o estafas para pagar deudas o seguir jugando. Durante la conversación, la psicóloga advierte reiteradas veces de lo fácil que es caer en el juego (no necesariamente en la ludopatía), lo difícil que es detectar la adicción para las personas cercanas a un ludópata e introduce una variable de género: las mujeres también juegan, explica, aunque pueda parecer que no porque están invisibilizadas, porque ellas mismas se invisibilizan por el estigma social que tiene para una mujer gastarse el dinero “de sus hijos” (según las juzga la sociedad, aunque para ellos no apliquen estos criterios) y porque sus motivaciones para jugar son diferentes a las de los hombres, normalmente ligadas a la soledad y en edades más avanzadas.
¿Por qué jugamos?
Se han hecho muchos estudios. Los más jóvenes sobre todo empiezan a jugar para intentar conseguir dinero. Sobre todo los hombres, porque hay una diferencia muy clara con las mujeres. Las mujeres lo hacen para llenar su vacío, su soledad o sentimiento de depresión en muchos casos. Los hombres lo hacen también por la excitación del juego y esa visión económica. En una encuesta que hemos pasado al grupo joven que tenemos nos decían que la mayoría jugaban por superar el aburrimiento –algo que llama la atención en un joven–, por tener más dinero y porque lo hacían todos sus amigos. Ahora lo ven como una forma de ocio, sobre todo las apuestas deportivas. Quedan, van a apostar… La mayoría no acabará siendo ludópata, pero alguno sí. Empiezan jugando juntos, pero acaba yendo solo.
Dices que las mujeres tienen diferentes motivaciones para empezar a jugar. ¿A qué se debe?
La mujer empieza a jugar por un vacío, por un sentimiento de soledad. Tienen un estigma importante y para ellas reconocerlo es mucho más difícil. Vienen un 9% de mujeres a la asociación y sabemos que el número de ludópatas es mayor, no hay más que ir a un bingo por las mañanas. La ludopatía es una cosa más de hombres, en mujeres está peor visto. Ahora está cambiando, pero ellas solían venir solas, mientras ellos vienen con su pareja normalmente. Y las mujeres vienen más mayores.
Y juegan a distintos juegos.
Juegan sobre todo al bingo y a las máquinas, aunque esto menos porque las ve todo el mundo en el bar. Es verdad que ahora están surgiendo ludópatas del bingo online. En las charlas que doy en institutos cuando saco un bingo online muchos chavales me dicen: “A eso juega mi abuela”. De ahí surgirá un nuevo problema, aunque ojalá me equivoque.
¿Por qué está socialmente peor visto para ellas?
Hay un estigma importante porque se las ve más como viciosas, derrochadoras, malas madres si tienen hijos. Entre los profesionales incluso el año pasado comentábamos el caso de una mujer y los propios compañeros preguntaban dónde estaba el hijo y quién hacía la comida. Nosotros mismos nos dimos cuenta de que esto no se hace con los hombres. Hay un estigma, está peor visto que las mujeres se jueguen el dinero. Esto está cambiando porque hay mujeres que están saliendo en los periódicos o las teles y esto es clave para facilitar el tratamiento a muchas más.
¿Hay un perfil de riesgo o unas características que te hagan más proclive a caer?
Hay factores de riesgo, como la baja autoestima cuando una persona no se quiere. Cuando son personas que no saben decir no también, algo que tenemos que trabajar con los chavales cuando son jóvenes. Son personas con una alta impulsividad que hay que trabajar durante la terapia. Tienen estados depresivos, búsqueda de sensaciones nuevas, el ambiente familiar influye también, aunque ahora esto no es tan importante. Nos llega gente de familias asentadas, pero que buscan nuevas sensaciones y que les excita el juego. Pero sobre todo son personas que no saben tolerar la frustración y ante cualquier problema empiezan a jugar. Aunque el perfil del ludópata ha cambiado mucho en los últimos años. Antes era una persona muy narcisista, egocéntrica. Ahora son chavales con una personalidad muy estructurada, pero con una inmadurez y un pensamiento fantasioso que les lleva a la ludopatía.
¿A qué diría que se debe este cambio en el perfil? ¿A una mayor facilidad de acceso al juego?
Hay una facilidad de acceso terrible al juego, todos los sitios tienen casas de apuestas cerca de los institutos y los lugares de ocio de los chavales. Este es otro de los problemas, se asocia el juego al ocio y los chavales quedan para apostar. La facilidad para jugar –se puede apostar un euro–, el horario de apertura –las casas de apuestas están abiertas todo el día–, el móvil también, no me puedo olvidar, se puede apostar en cualquier momento, lugar y hora. Siempre pongo el ejemplo de que antes había que poner una disculpa para irse jugar. Un jugador de tragaperras tenía que inventarse algo para estar fuera tres horas. Pero un jugador online no tiene que inventarse nada, puede estar en su casa con el móvil al lado de sus padres apostando sin que nadie se entere.
¿Cómo definiría la ludopatía en cuanto a su impacto social?
Considero que es uno de los mayores problemas que tenemos con nuestra juventud. Están perdiendo cantidades de dinero terribles, y no es solo la consecuencia económica. Es a nivel personal, escolar, social. El juego patológico, la adicción, tiene unas consecuencias terribles. Se aíslan de los demás, pierden trabajos… son personas muy formadas las que vienen con este problema y acaban perdiendo absolutamente todo por el juego. No todos van a acabar como jugadores patológicos, pero los que lo hacen es terrible. Llegan [a la terapia] con un sentimiento de tristeza, de culpa, de soledad… Con unas deudas muy diferentes de los que juegan a las tragaperras, mucho más grandes en las apuestas deportivas, pese a que a menudo son estudiantes que no tienen dinero. Acaban pidiendo préstamos, tarjetas de créditos que tienen que pagar los padres.
¿Por qué son más grandes las deudas? ¿Porque es más fácil jugar?
Se empieza a jugar como forma de diversión para conseguir dinero por la facilidad que ofrece, y acabas jugando para recuperar lo perdido. El ludópata siempre está jugando. Si gana, para seguir la racha. Si pierde, para recuperar lo perdido. Nunca deja de jugar. El ludópata, aunque gane mucho dinero, se lo vuelve a jugar, además en el momento.
¿Hay señales a las que estar atento?
Hay signos de alerta que nos pueden hacer pensar que alguien tiene una ludopatía. Son cosas como la irritabilidad, hacerse más huraño, expresar menos emociones, comunicarse menos… que son típicos de cualquier adolescente también. Pero si son mayores de lo normal, por decirlo de alguna forma, y se juntan con la mentira y la ocultación que es una de las bases del ludópata, que miente mucho. Pero es muy difícil para una familia detectar, sobre todo, una adicción a las apuestas deportivas porque el chico sigue siendo una persona normal, haciendo vida, saliendo con los amigos… No se ve como una adicción y cuando aparece puede venir con más cosas, como que no haya ido a clase en todo el año o que haya suspendido todas. Además, se desarrolla muy rápido este tipo de ludopatía. Hay otras que tardan más, pero aquí el tiempo de latencia (desde que se empieza a apostar hasta que aparece la ludopatía) es muy corto.
¿Esto es característico del juego online, de la sociedad moderna…?
Hablamos de las apuestas en general. Es verdad que el online conlleva mayores riesgos por la accesibliidad, pero son todas. La velocidad de la apuesta es otro de los grandes peligros, pueden pasar dos minutos desde que se apuesta hasta que se sabe el resultado. No hay que esperar 90 minutos a que se acabe el partido. Van apostando en un partido de fútbol a un córner, una falta… Cada vez se puede apostar a más cosas y la posibilidad de ganar dinero muy rápido a un coste muy bajo está ahí. Y es verdad que se puede ganar, hay chavales que lo hacen. El peligro es que lo ganen, se lo vuelvan a jugar pensando que lo ganarán otra vez y lo pierdan.
¿Qué te parece el proyecto del Ministerio de Consumo relativo a limitar la publicidad de las casas de apuestas?
Me parece un buen principio. Espero que estemos ante un cambio inminente y se hagan cosas, ha habido reuniones importantes. La publicidad es uno de los principales factores. Aunque diferentes estudios dicen que no afectan tanto a los chavales, pero el bombardeo es terrible. Yo les suelo preguntar a los chicos si les parecería normal que durante los anuncios de una película en televisión les dijeran todo el rato que beban alcohol. Decían que no. Pues es lo mismo con las apuestas y las cuotas en los deportes.
¿Hasta dónde llegaría con la regulación de las casas de apuestas?
Es una respuesta arriesgada. Habría que limitar el horario al menos, que abrieran más tarde y menos tiempo. No pueden estar abiertas todo el día al lado de un instituto. Sería un comienzo. También restringir la entrada. Aunque se supone que piden el DNI, muchos menores nos dicen que siguen entrando, lo que nos hace pensar que no está tan restringida. Nos siguen llegando menores que juegan y el juego está prohibido.
Entiendo que será más fácil para los menores el online.
También te piden el DNI. Pero lo hacen igual, con el de un amigo o el de sus padres. Casi 140.000 chicos de entre 14 y 18 han jugado online en el último año, según el informe Estudes. Y el 20% de los menores de 14 ya han probado las apuestas de manera presencial u online, según la FAD.
¿Cómo se trata a alguien con problemas en el juego?
La primera parte del tratamiento es hacer una acogida. Y eso lo hace siempre un enfermo en rehabilitación y un familiar. Intentamos que sea una persona más o menos de su edad, que se asemeje un poco el perfil. Con esta acogida el paciente se siente identificado. La segunda parte es el estudio psicosocial, se hace una historia clínica, por qué juega y a qué. Se hace una batería de test, luego pasan a la consulta con el psiquiatra, que hace el diagnóstico y deriva a la psicóloga que corresponda. Y luego van a las terapias. Hay un grupo específico de mujeres, otro de jóvenes. Y desde hace tiempo hay un grupo de iniciación antes de las generales. Se hace para que les resulte más fácil. Pero la terapia base de la asociación es la de grupo. Luego tenemos las individuales, en las que trabajamos las distorsiones cognitivas que se dan con el juego, tipo “yo controlo el juego”.
¿Es la ludopatía una adicción más difícil de detectar por la propia persona que la sufre? Digo, por ejemplo los fumadores saben que son adictos. Luego harán algo o no por remediarlo. No sé si ocurre lo mismo con el juego.
La mayoría viene con un nivel de conciencia de la enfermedad muy bajo. La mayoría -en las apuestas deportivas sobre todo- creen que controlan el juego. Que saben de fútbol, de estadística. Casi todos vienen empujados por la familia, es muy raro que venga un adicto reconociendo que tiene un problema. Luego a veces están deseando que les pillen, pero reconocerlo y pedir tratamiento es muy raro, sobre todo por esa ilusión de control en cuanto al juego, especialmente los más jóvenes.