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El tan esperado acuerdo alcanzado ayer en la Conferencia Sectorial de Educación gusta, pero no tanto. De nuevo el Ministerio deja en manos de la responsabilidad de las comunidades autónomas, como dijo Alejandro Tiana, secretario de Estado, el mejor modo de organizar lo que queda de curso.
Cierto es que se dieron claves como que la evaluación sea continua y tenga muy presente el desarrollo del alumnado hasta el mes de marzo y, también, qué se ha podido hacer desde entonces hasta junio. De nuevo, como ya reza la legislación vigente, la repetición de curso será una medida excepcional. Excepcionalidad que, hasta ahora, ha llevado al país a liderar el porcentaje de repetidores y repetidoras en Europa.
El «acuerdo» que llega tarde
La ministra Celaá anunción que se había llegado a un acuerdo con las consejerías de Educación para llevar a cabo las acciones pertinentes para terminar el curso. Declaraciones a lo largo del día de hoy de diferentes representantes autonómicos parecen desmentir este acuerdo inicial. Andalucía, Murcia, Madrid y País Vasco aseguraron que no se adheriran a él. No parece que la respuesta, pues, vaya a ser unitaria por parte de las administraciones.
En cualquier caso, los docentes consultados para realizar este reportaje coinciden en que lo anunciado anoche por la ministra, aunque llega tarde, es sensato y deja en manos del profesorado la toma de algunas decisiones importantes, principalmente, sobre cómo y quiénes pasarán al curso siguiente.
Para Guadalupe Jover, profesora en la Comunidad de Madrid, el acuerdo es moderadamente bueno. Valora la confianza explicitada en la comparecencia de los altos representantes del Ministerio, pero echa en falta, tras conocer cómo su Consejería se descuelga de parte del acuerdo, que este hubiera sido más tajante y afirmase que no se podía adelantar contenido del tercer trimestre.
Ainhoa (nombre ficticio, prefiere no dar a conocer su identidad), es maestra de primaria, explica que el acuerdo le permite, ahora sí, reforzar los conocimientos que han trabajado hasta ahora con sus alumnas y alumnos pero, dice, compañeros en su centro, de su mismo ciclo, no están dispuestos simplemente a repasar los contenidos, quieren avanzar. La disparidad a la que se van a enfrentar el próximo año los y las docentes que acojan al nuevo alumnado será importante.
Toni Solano, director del IES Bovalar cree que el acuerdo avala «las decisiones que tomamos desde el princpio» en su centro. Allí se planteó, desde el primer,momento reforzar los aprendizajes que se habían alcanzado hasta marzo, no avanzar y no penalizar a quienes no tenían acceso fácil a equipos informáticos o conexión a internet.
La dificultad a la hora de homogeneizar las respuestas docentes ante las situaciones del alumnado se antoja insalvable. Solano explica que en su centro se dio orden de no dar materia nueva, a pesar de lo cual las familias han estado avisando de que algunos docentes lo hacen. Para solventar esta situación, afirma, se ha recordado al profesorado que no puede pedir que todas las chicas y chicos respondan de manera análoga ante una situación que ha superado las capacidades del sistema de equilibrar las desigualdades de su alumnado.
Para Fernando Trujillo, profesor e investigador de la Universidad de Granada, con el acuerdo, el Ministerio y las comunidades autónomas han optado por no hacer frente a sus responsabilidades y no sufrir, de forma directa, las consecuencias de cómo acabe el curso y empiece el siguiente. «Nos han dejado solos», resume Guadalupe Jover. Han dejado al profesorado, de nuevo, solo para resolver una situación que no es, ni mucho menos, solo educativa. La respuesta, mediante políticas sociales, que pueda estrechar las brechas de desigualdad no termina de llegar, aunque sea cierto, como dijo Isabel Celaá ayer en el congreso, que la brecha social no puede solucionarse en 24 horas.
El país de la repetición
Ainhoa actualmente trabaja con niñas y niños de 6º. Tiene 26 alumnos. «No me hace falta hacer un examen para poner las notas», asegura. No es la excepción. A pesar de las extraordinarias circunstancias, a estas alturas del curso, todo el profesorado sabe, aproximadamente, cuál es la evolución de cada estudiante.
En la actualidad asegura que unos 6 «podrían» repetir curso. Cuatro de ellos no lo harán porque ya son repetidores y tendrán que pasar seguro a la secundaria. Los otros dos son duda, y habrá que esperar a su informe, y después a lo que diga su equipo directivo. Cree que el peso final, en ciertos casos, está en las familias que pueden recurrir a la inspección educativa para que hable con el centro. Para evitarse problemas, cabe dentro de lo posible que acaben yendo a secundaria.
«¿Quiénes somos? El país con la tasa de idoneidad más inadecuada de Europa (detrás de Luxemburgo), con un 68% de media» del alumnado en el curso en el que debería estar. Estos son los mimbres con los que, asegura Fernando Trujido, hay que contar. Y más, si se atiende a que no todos los territorios están igual. Ceuta, Melilla y Aragón tienen porcentajes peores de idoneidad. Cataluña es la comunidad mejor posicionada, con un 79%, es decir, el 21% del alumnado no está en el curso que le corresponde.
Desde el punto de vista de Trujillo, cambiar el marco mental en el que funciona buena parte del profesorado está entre lo difícil o lo imposible.
David es profesor en Madrid. Prefiere no dar sus apellidos. Desde su punto de vista, la repetición este año se verá frenada, en buena medida, por la burocracia que se instaurará a través de los informes individualizados. Justificar, en la situación actual, la necesidad de esta repetición, se va a volver mucho más complicado para un docente. Ejemplifica, eso sí, algún caso que él mismo tiene, con un chaval migrante, que no tiene las competencias para seguir el camino académico en la secundaria y, si no repite este curso, se quedará sin la posibilidad de seguir por la vía de la FP básica para poder avanzar.
El informe que no lo cuenta todo
La ministra anunció que cada alumno deberá contar con un informe personalizado en el que se detallen las dificultades que presenta para, así, dejar constancia a los compañeros siguientes del alumno. Estos informes, que se realizan todos los años, en principio, no contemplan toda la información que obra en poder de cada docente. Información, en la mayor parte de los casos, sensible y que, con suerte, se transmiten unos unos a otros a lo largo del curso siguiente.
Toni Solano comenta que habrá que estudiar la manera de «pasar» esta información sensible si es que no hay posibilidad de que el personal docente, al menos, pueda volver a los centros a cerrar este curso. Apunta a reuniones telemáticas cifradas, con el personal de orientación, para hacer este traspaso de información. Esta, apunta, puede que no se haya contemplado a la hora de crear los formularios o puede que tenga que ver con la práctrica diaria en el aula.
Para David realizar un informe personalizado por cada alumno resulta prácticamente imposible. Él tiene unos 100-110 a su cargo. Otros tienen cerca de 300. Debería dedicar buena parte de su tiempo, de aquí a final de curso, a redactar estos informes, dejando de lado buena parte del repaso de su materia. Por no hablar de que el material con el que realizar la evaluación contínua (exámenes, trabajos, calificaciones), en principio, no deberían salir del centro educativo. Es decir, que hoy por hoy, deberían ser inaccesibles para la totalidad del profesorado.
Aunque el informe pretende poner las cosas fáciles para el tránsito del alumnado a otros cursos y etapas, precisamente este tránsito ha sido una de las piedras de toque del sistema educativo. Las tasas de repetición, que ya aparecen en primaria, aumentan enormemente al inicio de la secundaria. Ainhoa señala la complicación que supone el confinamiento. A estas alturas del curso suelen desarrollar las reuniones con el equipo docente del instituto de referencia de su colegio. En estas reuniones pueden hablar con los profesores sobre las dificultades que atraviesan niñas y niños. Este año será imposible.
Ratios, orientadoras, inestabilidad de las plantilla
El final del curso ya parece más o menos aclarado, a pesar de las dificultades y del hecho de que algunas administraciones educativas autonómicas hayan anunciado que no se adherirán a todos los puntos del acuerdo supuestamente alcanzado durante la Conferencia Sectorial.
La complicación mayor, parece, se desarrollará al inicio del curso siguiente («y durante todo el curso», puntualiza Toni Solano). Guadalupe Jover, profesora en Collado Villalba (Madrid), cree que la situación actual de confinamiento ha sacado a la luz buena parte de los problemas con los que tiene que lidiar el profesorado, el alumnado y las familias habitualmente. Y que posiblemente, cuando acabe la situación de alarma volverá a quedar más o menos soterrado: desigualdades socioeconómicas, necesidades educativas grandes que no estaban cubiertas, situaciones familiares ahora impensables y un largo etcétera.
El hecho de que las ratios con las que lidian habitualmente las y los docentes continúen siendo las que son el próximo curso planteará un gran reto, aumentado ahora con el alumnado que presumiblemente no repetirá el próximo curso y que supondrá tener que hacer frente a ciertas lagunas de conocimiento. Para Solano, en un mundo ideal, deberían empezar el curso con ratios de 20 o 25 alumnos. En comunidades como la de Madrid, no es poco habitual que en secundaria se alcancen los 33 por clase.
Desde el Ministerio nadie aclaró en la rueda de prensa que se vayan a plantear recursos adicionales para hacer frente a los programas de apoyo educativo que se plantean para que el alumnado pueda recuperar las materias perdidas durante las próximas semanas. Las administraciones autonómicas tampoco. En un contexto en el que la crisis económica puede ser más importante que la de 2008, nadie puede descartar que no haya nuevos recortes en educación como los hubo en 2012.
A esto se suma que, en principio, en el mes de septiembre se produzca un proceso de rotación entre el personal docente que profesores como David prevén. Algo similar explica Ainhoa. Tal vez un 40 o un 50% de las plantillas se moverán a inicio de curso, ya sea por profesorado funcionario no definitivo, ya sea por ser ahora mismo profesorado interino. David cree que una solución posible sería que las administraciones hicieran lo posible para que el curso que viene todas las plantillas permaneciesen en los destinos actuales para garantizar, mínimamente, el seguimiento de los aprendizajes de millones de alumnos y alumnas.
Una preocupación, la del aprendizaje, que también tiene Fernando Trujillo. «Estamos garantizando la enseñanza», asegura, con las clases telemáticas, con las videoconferencias, los correos electrónicos o el uso de WhatsApp. Pero nadie está garantizando, afirma, el proceso de aprendizaje. Trujillo se muestra contrariado por la falta de decisión desde el Ministerio de Educación a la hora, por ejemplo, de no redactar un Real Decreto ley que modifique los decretos de enseñas mínimas.
Ya lo dijo la ministra en la rueda de prensa, los currículos son enciclopédicos. Algo que pretendían solucionar con la nueva ley educativa, pero que hoy se muestra como un problema urgente. Aún así, David asegura que políticamente tendría pocas posibilidades de sacar adelante un Real Decreto de estas características en el Congreso de los Diputados. Los apoyos parece que serían difíciles, puesto que los partidos nacionalistas podrían aducir invasión de competencias por parte del Gobierno central, al tiempo que la postura de PP, Cs y Vox, presumiblemente, sería también contraria.
El curso que viene empezará, pues, con el mismo personal en las aulas, con alumnos con más o menos carencias curriculares y las mismas dificultades, como mínimo, que venían teniendo. Sin contar, claro, cuántas familias habrán perdido sus fuentes de ingresos o algún miembro en estos meses. Realizar un trabajo individualizado de seguimiento de los alumnos será muy complicado después de que buena parte de las plantillas se hayan movido, con unos informes que no reflejan toda la casuística del alumnado y, además, sin el personal de orientación necesario para poder hacer un seguimiento. España cuenta con una media de un profesional de la orientación por cada 1.000 estudiantes. La recomendación es de uno por cada 250.
En el aire, el plan B de la EVAU en el que todavía no se está trabajando o las actividades de apoyo y tiempo libre de las que se habló en la rueda de prensa y que dependerán de la evolución de la pandemia y de las decisiones que se tomen desde el Ministerio de Sanidad. Algo que también flota sobre el presumible inicio de clases en septiembre. Clases en las que no cabe un alfiler difícilmente pueden hacer frente a las medidas de distancia social establecidas hoy por hoy.