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El acceso a internet cada vez más generalizado en todo tipo de dispositivos, al que se suma los meses de confinamiento, han puesto al alcance de cualquiera, en cualquier momento, una enorme cantidad de contenido pornográfico al que llegan los y las jóvenes sin demasiado problema y en un porcentaje enorme: el 70% según el estudio hecho público hoy por Save the Children.
Como es habitual, la ONG aboga por la entrada masiva de la educación afectivo-sexual al sistema educativo como uno de los métodos más eficaces para evitar algunas de las consecuencias que puede suponer que la juventud española se «eduque» gracias a la pornografía. Riesgos que van desde el afianzamiento de los roles desiguales de género hasta la adopción de prácticas de riesgo en sus relaciones, a que no pidan consentimiento sobre algunas de las que desarrollan o a que se vea a la otra persona como un objeto.
Por supuesto, la formación e información sobre el uso de las tecnologías también tiene un papel importante a la hora de que los y las jóvenes accedan a cierto contenido o a la frecuencia con que lo hacen.
Según los datos recogidos por Save the Children para hacer el estudio (Des)información sexual: pornografía y adolescencia, la media de las y los jóvenes que han visto pornografía alguna vez es del 62,5%. Como siempre, las medias esconden diferentes realidades. Mientras que los chicos lo han hecho en un porcentaje del 87,5%, ellas están en el 38,9. La ONG también ha preguntado a personas bajo el epígrafe de «otra identidad». En su caso, de media, han visto pornografía el 75%. Hay que tener en cuenta que estos porcentajes no hablan de la frecuencia en la que se ha visto, sino si se hay hecho alguna vez.
Prácticamente, el 54% de las personas encuestadas accedió por vez primera a la pornografía antes de los 12 años. El resto, por encima de esa edad. De manera que la edad media es de 12. Algo antes en el caso de los chicos y algo después en el de las chicas.
Sobre la frecuencia de consumo, el 70% de los y las jóvenes han visto pornografía en los últimos 30 días. El porcentaje de chicos es del 81,6% y el de las chicas el 40,4%. Los chicos hablan de consumo prácticamente diario, mientras ellas se remiten a semanal o mensual. Entre las personas no binarias también hay mucha frecuencia.
Entre los datos curiosos, podría destacarse que los jóvenes de rentas más altas acceden con mayor frecuencia a este contenido, así como aquellos que se declaran católicos y no creyentes frente a quienes profesan alguna otra religión.
En cuaquier caso, lo más habitual que la introducción en estos contenidos sea por el grupo de iguales (51% de las veces) en un primer momento. Las y los jóvenes también acceden por haber visto contenido sexual en la televisión y las películas, así como por anuncios en Internet en los pop-ups, por ejemplo, en portales de descarga gratuita de series y películas.
En otras ocasiones se llega a él por culpa de algún familiar, generalmente del sexo masculino y también adolescente y, según señala Save the Children, únicamente en el caso de las chicas, aunque sea en un porcentaje pequeño (1,3%), han recibido contenido pornográfico sin invitación o contacto previos.
Cerca de un tercio de las personas encuestadas parael informe (28,5%) aseguró que llegó a la pornografía mediante la búsqueda activa. Ciertamente después de haber pasado por alguno de los puntos anteriores.
El consumo suele hacerse en la intimidad y, principalmente, cuando la persona no se encuentra en una relación. En el caso de los chicos heterosexuales lo hace porque la pornografía está fundamentalmente dirigida a ellos, mientras que en el caso de las chicas heterosexuales, el acercamiento se produce para «aprender qué se espera de ellas» durante las relaciones sexuales. Las personas del olectivo LGTBI suelen buscar referentes.
Al menos, la inmensa mayoría de quienes han participado en el estudio tienen claro que hay mucho contenido violento en la pornografía. De media lo dicen el 72%. Si se mira a cuántos chicos lo dicen, el porcentaje es del 70,3; el de la chicas, del 73,5, y el de las personas con otra identidad, el 73,3%.
Del mismo modo reconocen que hay prácticas de riesgo en la pornografía. De media lo dice el 72,5%. Por contra, el 10,2 no reconoce esta violencia y el 20,2 no sabe expresarlo, según recoge el estudio.
El estudio también da espacio a cómo la pornografía puede influir en la construcción del deseo de chicas y chicos o sobre las conductas de riesgo como el uso o no de métodos de protección, el contacto con personas desconocidas por internet o el intercambio de contenido.
Para la elaboración de este informe, Save the Children ha contado con la participación de 1.753 chicos y chicas de entre 13 y 17 años que lo han hecho, bien respondiendo a una encuesta o bien, participando en talleres.
Save the Children, como en otras ocasiones, aboga por la educación afectivo-sexual dentro del sistema educativo, una de las mayores carencias del español, para hacer frente a los consumos de pornografía de la adolescencia, para evitar prácticas de riesgo o que se reproduzcan insistentemente los estereotipos y mandatos de género. En el texto del informe, también detalla el importante papel que tienen las familias, en las que, cuanto mayor es la comunicación, más se reduce la exposición a este tipo de contenidos y a los riesgos que pueden traer aparejados. Y para ponérselo más fácil, la ONG ha elaborado una guía específica para que padres y madres puedan abordar estos temas.