Escaparates
Durante estos días, en un año normal, aún estaríamos hablando sobre las valoraciones y repercusiones de la celebración del Mobile World Congress (MWC) en Barcelona, el congreso más importante del mundo en tecnología móvil. La normalidad se rompió en 2020, cuando el 12 de febrero el máximo responsable y CEO del MWC, John Hoffman, anunció su cancelación. Aquellos temores y precauciones fueron un acierto y un avance de lo que estaba pasando. Ahora Hoffman anuncia que se celebrará a finales de junio, con exigentes medidas de seguridad: PCR negativas, pruebas cada tres días, controles de temperatura. Considera que la tecnología ha sido indispensable durante la pandemia. Ha dado acceso a servicios vitales como la atención médica, el trabajo, la educación y la comunicación. En todo caso, la prevista edición del gran escaparate mundial que es el MWC para finales de junio sigue de actualidad. Algunas importantes empresas tecnológicas cancelan su participación presencial. Se vuelve a repetir el febrero de 2020, con su inicial goteo de ausencias. Veremos cómo acaba todo.
Prospectivas
En un año normal, ahora se seguirían haciendo balances de las últimas novedades tecnológicas y su repercusión en la economía y en otros campos. En medio, podríamos haber escuchado prospectivas del futuro desde un presente tecnológico. Se resaltarían los proyectos de las políticas digitales públicas en marcha aplicadas a la educación, con loables esfuerzos en algunas Comunidades Autónomas, grandes sumas de dinero invertidas o no, para dotar de ordenadores portátiles a alumnado en una especie de “café para todos”. Las autoridades ministeriales y de cada Comunidad han decidido diferentes actuaciones para solucionar la llamada brecha digital.
Mientras las empresas han seguido enviando informaciones sobre novedades y proyectos a quienes habitualmente hemos asistido al MWC, la pandemia de la COVOD-19 nos ha ido dibujando un marco tecnológico acelerado por la necesidad. Aquellos avances de la última edición, en el 2019, ya deben figurar en un capítulo de la historia antigua, y haber formado parte de nuestras máquinas domésticas hasta convertirlas en reliquias ante la imparable aceleración que supone el penúltimo invento del mundo digital.
La tecnología móvil está en constante movimiento. El mundo es móvil y las emociones y las razones mueven el uso de máquinas por parte de las persones, con efectos muy importantes que, a menudo, es comprueban cuando todo ya está hecho.
Realismos
El teletrabajo, los formatos audiovisuales producidos por nosotros, la multipantalla, los diversos artefactos y productos ergonómicos, las habitaciones llenas de máquinas y teléfonos móviles cada vez más grandes (hace tiempo que los de muchos adolescentes no caben ni en una mano ni en ningún bolsillo) nos han convertido en las mismas personas pero quizá más biónicas, con disparidad de criterios sobre imágenes digitales y físicas, adaptaciones diversas a realidades mediatizadas por el cambio de costumbres, las ventanas digitales siempre abiertas y el estrés provocado por la atención plena a todo a la vez, en un interminable calendario que enlaza las reuniones virtuales con personas diferentes sin levantarse de la silla, un paseo ininterrumpido por medio mundo. Podemos estar conviviendo con la llamada Fatiga Zoom.
Efectos
¿Hemos pensado en la cantidad de minutos dedicados a tantos temas y personas en formato digital desde el 14 de marzo de 2020? Sobresaturación ante una pandemia que, ahora mismo, ha cambiado el modelo de trabajo, de movilidad y de relaciones con un formato que lo abarca todo: el digital. Hemos aprendido mucho en esta aldea más global que nunca, debido a una pandemia demasiado extendida. También somos capaces de olvidarlo pronto, adaptarnos a nuevas realidades o volver a las antiguas.
El trabajo en las aulas con la tecnología en general ha sido constante, con una interactividad que buscaba captar y mantener la atención del alumnado, con la adaptación a una situación desconocida hasta ahora. En cierta medida y con ritmos diferentes, se debería avanzar hacia un aprendizaje híbrido, dentro de una transición que ha de adaptarse a una realidad dejada al descubierto por la COVID-19. Es lo que en otros espacios hemos denominado como la trazabilidad educativa de presentes con futuro.
Alertas
Hace unos días un hospital fue noticia porque confiscaba los teléfonos móviles a las persones enfermas que se tenían que trasladar a un nuevo centro sanitario. Dejaban de tener contacto con el mundo exterior y así evitaban saber la opinión de sus familiares sobre el traslado, en momentos de una pandemia en que las pantallas móviles han sido el cordón umbilical entre enfermos y familiares, en especial en los últimos momentos de la vida. Muchas voces criticaron aquel acto, no demasiado lejano del ámbito educativo, donde las prohibiciones del uso de los teléfonos móviles están muy presentes. Máquinas más potentes que muchos ordenadores siguen ocultas en los bolsillos, en las mochilas o en cajones específicos mientras aquel papel no usado en tiempos de confinamiento resurge en los pupitres con tanta fuerza como antes. Un aparato para hablar, interactuar a distancia con objetos de la casa domótica o con vehículos, reproductor de música, central de servicios, aparato de radio, de TV, cine, tienda, tarjeta de crédito, billete de transporte, videollamadas, producción de material audiovisual, servicio de mensajería instantánea, agenda, planos y cartografía, guía turístico, localización, lectura de prensa, diccionario, traductor, máquina de escribir, despertador, linterna, alertas y demás funciones, está sujeto a demasiadas restricciones y prohibiciones dentro de las aulas, cuando fuera es todo lo contrario.
Aprendimos mucho, nos adaptamos, los esfuerzos fueron constantes, el mundo digital se impuso. Algunos pensaban que podría ser un efecto positivo de una situación muy desgraciada pero quizá todo fue accidental y efímero.
No hace mucho, personal de atención sanitaria urgente grabó el accidente mortal de tráfico de un joven cantante famoso y lo subió a las redes antes de que se enteraran sus familiares. Aquel reportero ocasional, guiado por la emoción de la primicia informativa, no se dejó llevar por ningún tipo de periodismo ciudadano, al contrario. Razones no faltan para condenar acciones que, en otros planos y ambientes, suceden a menudo. Ante cualquier incidente, altercado, personaje famoso o suceso, hay muchas personas que priorizan la grabación a una posible ayuda humana solidaria. Y todo, cuanto antes mejor en la red, siempre desde el punto de vista de quien lo ha grabado, sin ninguna contextualización ni razones para su difusión. El acto reflejo y emocional para por encima del por qué lo hago y para qué. Más allá de los inmediatos likes y la posterior viralización.
Dos ejemplos de temas para trabajar en las aulas a la hora de formarse en la utilidad de la tecnología móvil y en sus límites éticos. La emoción del momento y el poder de la máquina pasan por encima de razonamientos lógicos, antes de actuaciones en formato audiovisual que podrían generar daños a otras personas.
Tampoco podemos olvidar que la brecha digital se podría haber reducido mucho con el uso educativo del potente teléfono móvil del que dispone la mayoría del alumnado.
Cambios
Podríamos reflexionar sobre los cambios que han venido para quedarse en la educación como efecto de la pandemia, aunque algunos ya se fraguaban desde hace tiempo. Lástima que la COVID-19 nos ha ayudado a verlo todo más claro. O no. Desde la experiencia profesional y personal, trasladamos algunos aspectos y tendencias para mirar más allá en la educación e interactuación con la llamada Generación Z:
- Máquinas para todos: la salvación de la brecha digital parece que, en algunas Comunidades Autónomas, se soluciona con políticas de una máquina-una persona, sean cuales sean sus circunstancias y los efectos de su posterior gestión, compleja con tantos frentes como se abren. Y todo pagado con dineros públicos. Hay familias que preguntan para qué quieren un ordenador personal en préstamo para su hijo o hija cuando ya tienen y traen a clase el suyo propio. Quién les ha preguntado antes si lo necesitaban o no. Y a qué obedece este ingente gasto público, cuáles son las auténticas razones que justifican las emociones provocadas por el deslumbramiento de una máquina para casa y para todos, con personas que la necesitarán y otras que no. El sentido común, el razonamiento personal, la contextualización ofrecida por los centros y el hecho se ser voluntario cogerlo, a menudo ha demostrado el poder de la lógica, la equidad y la solidaridad de muchas familias y alumnos.
- Cambios provocados por la máquina entregada: algunas políticas públicas para favorecer la cultura digital en educación, de entrada suelen ser positivas, con grandes esfuerzos e implicación de diferentes profesionales. En todo caso, ahora hay que saber su implementación y apuesta por el uso, efectos y su continuidad en las aulas y en casa. Cómo conviven centros, personas y máquinas (propias o en préstamo) con la apuesta para gestionar compromisos, conocimientos, habilidades, emociones y razones con proyecciones de futuro.
- Complementariedad de máquinas: el móvil, aquel objetivo inicial del MWC, nos provoca sentimientos, nos genera adicciones, nos sumerge en los efectos planificados por sus creadores pero tenemos la obligación de razonar ante el alumnado y ayudarles a racionalizar su uso, comenzando por nosotros mismos. Compatible con el ordenador portátil: cuándo utilizar uno u otro, o los dos a la vez. O ninguno.
- Espacios: ahora que se habla tanto de modificaciones de espacios personales, familiares y laborales debido al teletrabajo, sería interesante incidir en este tema en los centros educativos y en el ámbito de nuestro alumnado: diseño de edificios, movilidad necesaria, ergonomía, etc. Algunos dicen que habían convertido la cama en centro de trabajo, debido a las interferencias entre las personas de la casa. Un tema que se puede ampliar a su incidencia en los hábitos formales e informales en ropa, higiene y habilidades sociales, estas a menudo más virtuales que presenciales. Sin olvidar los efectos en determinados espacios sociales con situaciones vitales al límite, donde las colas del hambre cada vez son más largas para poder sobrevivir en el llamado primer mundo.
- Producciones: la planificación educativa con máquinas a menudo pide productos racionales y olvida los emocionales, personales y espontáneos, que suelen ser más creativos y transmisores de la forma de ser del alumnado. Cuando se cuelgan en las redes, la retroalimentación a los contenidos personales también puede servir para el análisis de mensajes y sus efectos. La participación comunicativa continua y en horizontal forma parte de un tipo discursivo multimedia con matices que sirven para aprender si se analizan ante el grupo. ¿Es compatible esto con el curriculum más tradicional, impuesto pero alejado de la vida actual? Con tantos lenguajes como tenemos y usamos, a veces olvidamos educar en los que más se utilizan porque solo priorizamos los académicos y curriculares.
- Seguimiento de tendencias, en cultura, comunicación y ocio: ¿la tecnología cambia vidas o la vida cambia la tecnología? Además de la influencia de docentes y alumnos en las aulas, las tendencias exteriores han de ser objeto de análisis y aprovechamiento dentro porque son diversas, de todo se puede aprender y se deben tener los ojos abiertos para aprovecharlas y saber leerlas. Las muchas horas invertidas por alumnado y adultos en los videojuegos, juegos en línea, juegos de azar, en seguir a millonarios Streamers (en Twitch o Youtube), en eSports (ayudan a trabajar técnicas de quipo y de grupo), a influencers y a otras personas, que también pueden ser científicos o expertos en temas diversos, no han de estar ausentes del hecho educativo global, cuando muchos alumnos pasan más horas semanales allá que no dentro de un aula, de la que también pueden huir hacia aquel mundo. Vivimos momentos apasionantes, llenos de posibilidades que obligan a un proceso adaptativo que nos descubre y nos brinda nuevas oportunidades, por ejemplo la nueva red social de moda a la que de momento se accede con invitación: Clubhouse.
- La seguridad, ciberseguridad y privacidad de datos en espacios virtuales: en las herramientas para tantas videoconferencias, en archivos y carpetas compartidas, restricciones de acceso o no, en fraudes digitales, cámara abierta o cerrada en clases virtuales, en la huella digital y, sobre todo en la protección al menor, y los menores a sí mismos.
Razones, emociones, móviles, educación en un entorno con tecnologías diversas: partimos de una realidad demasiado competencial como para ignorarla. Aquello que pasa dentro y fuera de las aulas forma parte del mismo mundo, con tantos cambios que nos obligan a una mentalidad abierta y a una adaptación constante, es decir, móvil.