Casi todo el mundo se ha acostumbrado a ver raiders por todas partes. En moto o en bici, con enormes mochilas a la espalda llevan pedidos de comida por toda la ciudad. En los últimos tres años, eso sí, ha habido cambios importantes. En un viaje similar al ocurrido con el sector del taxi y su pelea con empresas como Uber o Cabify, la restauración está comenzando ese viaje a la uberización del sector. Ya no contactas con un restaurante «normal», con mesas y sillas, camareros o maitres. Ahora solo lo haces con una cocina, una «cocina fantasma». Se trata de locales en los que se instalan muchas empresas de restauración. Una especia de «coworking» culinario.
En Madrid ya hay decenas de estas cocinas, buena parte de ellas dentro del anillo de la M-30, realizando trabajos que más tienen que ver con lo industrial que con lo culinario. Una de las más problemáticas hasta ahora está al norte, en el distrito de Tetuán. Decenas de «marcas» alquilan las instalaciones de estas cocinas fantasma que tienen, finalmente, una chimenea de 25 metros trabajando a destajo. Un negocio que ha proliferado durante el confinamiento sobre todo y que amenaza con dar quebraderos de cabeza a las comunidades de vecinos. En el caso de la cocina de Tetuán se encuentra, de hecho, en el bajo de un edificio residencial.
En la otra punta de la ciudad, en el distrito de Arganzuela, se encuentra el CEIP Miguel de Unamuno. La AFA del colegio está en pie de guerra, junto con los vecinos. Casi de la noche al día se enteraron de que iban a convivir con una de estas cocinas fantasma que albergaría hasta 12 empresas diferentes. Y cuando decimos convivir, es literal. La cocina fantasma comparte pared con el patio del colegio.
Las familias están preocupadas por lo que entienden que es una actividad que pondrá en peligro a sus hijas e hijos por diferentes motivos. Uno, el aumento del volumen de tráfico que tendrá la manzana del colegio. Está situado en calles de un único sentido y un solo carril. Por la ubicación de las cocinas, repartidores y proveedores estarán constantemente pasando por delante del centro. Las familias opinan que esto supondrá problemas con los ruidos y la contaminación, tanto de las cocinas como de los vehículos (se espera un aumento de 468 vehículos más diariamente en las inmediaciones); problemas también con la posible llegada de los humos de las cocinas al patio del colegio y a las aulas (todavía tendrán que mantener la ventilación de las clases por culpa de la pandemia el curso próximo) y, claro, la posibilidad de atropellos al aumentar tanto el tráfico en las inmediaciones del centro.
Desde la empresa que ha alquilado la nave y la ha acondicionado para alquilar hasta 12 cocina, Francisco Rey, uno de sus tres cofundadores, asegura que están cumpliendo escrupulosamente la normativa que impone el ayuntamiento para el tipo de licencia que han solicitado. Asegura a este medio que en el último Pleno del consistorio han propuesto un cambio de sentido de las calles para evitar problemas con la entrada y salida de vehículos de la nave. Al mismo tiempo, asegura que de las cuatro chimeneas instaladas no saldrá ningún humo nocivo para las y los niños del centro educativo. «Comprendo la preocupación (de las familias); nosotros también tenemos familia, también tenemos barrio», asegura.
Según consta en la página web del Ayuntamiento, el pasado 9 de junio, en el Pleno del Distrito de Arganzuela el Grupo Municipal de Vox, presentó una solicitud para que el Área de Medio Ambiente y Movilidad «modifique el sentidode un tramo de la calle Juana Doña, con el fin de mejorar la accesibilidad al CEIP Miguel de Unamuno».
Hace unas semanas, el AFA, junto a asociaciones de vecinos de diferentes distritos de la ciudad (Retiro, Chamartín, Tetuán, todos dentro de la M-30) presentaron 32.000 firmas en el Ayuntamiento para que paralizara la aprobación de este tipo de licencias. En Barcelona se ha hecho después de recibir la queja de dos asociaciones de vecinos por los mismos problemas.
Noelia Cabezas es una de las madres del centro. Asegura que desde el consistorio que dirige José Luis Martínez Almeida, solo han recibido una respuesta: inacción. Hace unos días representantes de las familias y vecinos del centro educativo pudieron hablar con el propio alcalde, en la calle. Le expusieron la problemática en la que se encuentran. Este les aseguró que tienen las manos atadas. El Plan de Ordenación Urbana (de 1997) posibilita la apertura de este tipo de negocios. Martínez Almeida les aseguró que desde el Ayuntamiento se harán inspecciones continuas. «Tenéis las puertas abiertas de la Junta (de distrito) y (del área) de Urbanismo; cuando haya consecuencias es cuando podemos actuar. A priori, nosotros estamos obligados a dar esa licencia», dijo el alcalde a una representante del colectivo.
Días antes, madres y padres del centro se habían reunido con los responsables tanto de la Junta de Distrito como del Área de Urbanismo para transmitirles su preocupación por la apertura de estas cocinas fantasma en las inmediaciones del centro. La propia Noelia Cabezas asegura que no les dieron solución ninguna, más allá del compromiso de actuación en el caso de que ocurriese algo. Ante la situación, que las familias califican de «impasividad» por parte de la Administración local, han interpuesto un contencioso-administrativo contra el Ayuntamiento por la concesión de la licencia. Al mismo tiempo han abierto un crowdfunding para recaudar dinero para llevar adelante el proceso.
«La postura de la plataforma es clara, la producción de comida a destajo para su reparto a domicilio en estas instalaciones pondrá en riesgo la salud de los alumnos y vecinos por el aumento de tráfico, ruido y contaminación, en una zona que debería ser segura para los niños y residentes y no convertir el centro de la ciudad en un polígono industrial», aseguran las familias en la nota de prensa sobre el contencioso contra el Ayuntamiento de Madrid.
Francisco Rey se muestra preocupado si el contencioso prospera y su licencia se ve paralizada o echara por tierra. «Me preocupa mi situación personal» al quedarse sin trabajo y endeudado, además de, dice, incumplir la palabra dada a las diferentes empresas de cocina con las que están hablando para que se instalen en la nave. «Siento que se está llevando muy lejos», asegura.
Noelia Cabezas asegura que no tienen nada en contra de esta empresa; lo que reclaman es que el Ayuntamiento cambie la normativa para evitar que este tipo de negocios, de carácter industrial, sigan properando en el centro de la ciudad, sobre todo, cerca de centros educativos.
Rey, por su parte, afirma que seguramente han comunicado mal, tanto ellos como otras empresas del sector, qué es lo que hacen en sus locales. Algunas de estas cocinas fantasma llevan, dice, un lustro operando y no han tenido problema ninguno hasta que han saltado a los medios.
Todo esto después de que el pasado 27 de abril el Pleno del consistorio aprobara, por unanimidad, la puesta en marcha de un Plan integral de áreas de protección de la salud de la infancia. Un plan que prevé, entre otras cosas, una auditoría de los entornos escolares que «determine los niveles de contaminación, limpieza, salubridad, seguridad», «limitar el aparcamiento y el tráfico en las áreas del entorno» o la puesta en marcha de «medidas específicas de limitación y pacificación del tráfico en los entornos escolares».
Al cierre de esta edición, el Ayuntamiento de Madrid no ha querido o podido dar su punto de vista sobre la situación que se generará en el centro educativo y el vecindario.