La entrada de las prácticas artísticas contemporáneas en la escuela no es ninguna novedad. De hecho, el que haga más de una década que todo tipo de colectivos, desde instituciones culturales a organizaciones de la sociedad civil, estén llevando a los centros educativos estas prácticas es lo que, de alguna manera, ha motivado la presentación de la PNL para dar sustento material y formativo a este tipo de acciones.
La PNL, presentada por la diputada Manuela Villa, del PSOE, pretende registrar y reconocer los proyectos de prácticas artísticas que ocurren en los centros educativos promovidos por agentes externos y, o, desde los propios centros; habilitar vía de comunicación entre estas entidades y las instituciones; generar un espacio de colaboración entre las consejería de Cultura y Educación del Gobierno Regional; crear programas específicos de ayudas a artistas y escuelas para hacer los proyectos y fomentar espacios de investigación y reflexión entre artistas, centros y público. Al mismo tiempo, pretende la promoción la formación del profesorado en el CRIF Las Acacias y en los centros territoriales de innovación y formación (CTIF) para que se reconozca el esfuerzo formativo de las y los docentes que participen y establecer fórmulas de reconocimiento público para los colegios que pongan en el centro de sus proyectos pedagógicos las prácticas artísticas contemporáneas, de manera que puedan acceder a personal y recursos económicos que les permitan realizar esta labor.
Este último punto, como también el de la formación, es uno de los puntos clave de la PNL, así como de las peticiones que desde los centros se hacen a los poderemos públicos a la hora de poner en marcha este tipo de proyectos, en buena medida fomentados por la iniciativa privada y con un tiempo limitado de funcionamiento, precisamente, porque los recursos económicos y la posibilidad de contratar personal son escasos. Esta es, al menos, una de las varias conclusiones de una investigación reciente llevada a cabo por la Fundación Daniel y Nina Carasso, representada ayer en la Asamblea de la mano del responsable de Arte Ciudadano, Carlos Almela.
Entre la conclusiones de la investigación cualitativa, docentes tanto de Madrid como de otras comunidades autónomas destacaban la necesidad de una mayor y mejor formación del profesorado, así como lo fundamental que resulta el soporte institucional para poder realizar estos proyectos. El reconocimiento, no tanto social, como material- Como comentaba MArta González de Eiris, directora del CEIP Manuel Núñez de Arenas, de Madrid, «aspiro a que proyectos como el nuestro tengan más proyección. Nos es que yo quiera prestigio, pero sí que se le dé valor a lo que hacemos, que se le dé la misma importancia que al bilingüismo. Valor y recursos».
Para Manuela Villa, promotora de la PNL, la abstención del Partido Popular es una buena noticia: «Es en sí mismo todo un logro, estoy contenta», señala la parlamentaria. «Me parece que hemos abierto una puerta para que pasen cosas», asegura, «es un tema que puede llevar a consensos».
En la Comunidad de Madrid se vienen desarrollando ya muchos programas ligados a las actividades de arte contemporáneo en la escuela como pueda ser el proyecto LÓVA, que dio sus primeros pasos y tuvo a su valedor principal gracias a Pedro Sarmiento, recientemente fallecido; o Levadura (proyecto de resisdencias artísticas), la red Planea de cetros educativos apoyada por la Fundación Daniel y Nina Carasso; Deslizar, proyecto de investigación liderado desde el Museo del Prado o pAula, desde el Reina Sofía.
Los beneficios de la inclusión de este tipo de experiencias en los centros educativos, en muchos casos en entornos socioculturales deprimidos, son muchos y potentes. Desde la mejora de los resultados académicos del alumnado, hasta la de la convivencia entre chicas y chicos. El fomento del espíritu crítico o del pensamiento creativo, también, así como la posibilidad de tratar contenidos curriculares a través de las diferentes prácticas educativas. Hasta el punto que hasta la OCDE ha puesto en el punto de mira precisamente la competencia en pensamiento creativo y en la próxima oleada del informe PISA intentará medir sus logros.
Además, la generación y sustento de nuevos públicos, tal vez más alejados de este tipo de arte, o la mejora de los mimbres con los que trabajan maestras y profesores así como mejorar la estabilidad laboral y profesional de muchos artistas que han visto en el campo de la colaboración con centros educativos una forma de crear cultura y arte contemporáneo.