El equipo de orientación educativa (EOE) quetrabaja en estas dos localidades, El Viso del Alcor y Mairena, está compuesto por tres orientadoras y un AL, además de un médico compartido con otro EOE. Tiene bajo su supervisión 12 colegios de infantil y primaria y cerca de 400 chicos y chicas con diagnóstico. Esta cifra hay que tomarla con cierta prudencia, porque hay una lista de espera (en algunos caso de hasta dos años) para que el equipo pueda tener una entrevista con algunos chicos para establecer un dictamen.
Este es el cuadro que dibuja Yolanda Kop, presidenta del AMPA Bastilippo, del CEIP Albaicín, de El Viso. Llevan años enviando comunicaciones a la Delegación Provincial de Educación e, incluso, al Defensor del Pueblo de Andalucía para que esta situación se subsane. Y lo haga de una cierta manera, es decir, quieren que cada pueblo cuente, como mínimo, con su propio EOE para que sus profesionales puedan trabajar con mayor holgura y puedan dar servicio a niñas y niños.
Pilar (nombre ficticio, prefiere mantener su anonimato y evitar problemas) trabaja en uno de estos centros. Corrobora las palabras de Yolanda aunque con un punto más de pesimismo, o de realismo, según se mire. Comenta que hace casi dos décadas ella ya estaba peleando con la administración para que eliminaran barreras físicas de un centro para que una alumna con silla de ruedas no tuviera problemas de accesibilidad. Tantos años después siguen con la misma pelea, la inclusión del alumnado y la mejora del servicio educativo.
Tanto Pilar como Araceli Suárez, presidenta de Fapoan, la entidad que aglutina a la mayor parte de orientadoras y orientadores de Andalucía, ponen como ejemplo de buenas prácticas en orientación a Navarra. Ambas fueron a la Comunidad Foral a conocer, ya hace años, el sistema de los equipos de orientación de allá y ambas miran con cierta nortalgia la cantidad de personal con que se contaba allá para hacer el trabajo que ellas han de hacer con la mitad.
Suárez, desde Fapoan, aboga por hacer un cambio radical en el sistema actual. Este consiste en que un más o menos reducido equipo de personas atiende a varios centros educativos de una zona determinada. Lo que ella defiende es que las y los profesionales no sean externos a los centros, sino que trabajen en ellos, en los colegios, algo similar a lo que ocurre en los institutos. Y aunque entiende que sería casi imposible que hubiera una persona por colegio (aunque sería lo deseable, tanto para ella como para Pilar o Yolanda), sí cree que es posible, por ejemplo, que hubiera un profesional cada dos centros educativos.
Es un sistema parecido, por no decir igual, al que hace unos meses adoptó la Comunidad Valenciana a pesar de las reticencias de muchos de sus equipos de orientación de primaria. Para Araceli, la crítica que se le hace a este sistema, es decir, la posible pérdida de trabajo en equipo entre los diferentes profesionales, es solo relativa, puesto que se pueden establecer cuatro días de trabajo en los centros educativos a la semana y uno de reunióon entre las y los orientadores para comentar los casos, por ejemplo. Una reunión del equipo cada semana o cada dos semanas, incluso una al mes, comenta, podría solventar esta posiuble pérdida de trabajo en equipo.
Pilar cree que con la normativa actual relativa a la inclusión en los centros educativos, «el orientador debería estar en en el centro en vez de venir una vez a la semana». Con el sistema actual y el número de profesionales contratados, «la mitad del trabajo no pueden hacerlo porque no tienen tiempo». Algo que puede entenderse si se escucha a Araceli Suárez explicar cómo un orientador en un instituto puede estar atendiendo a 260 chavales mientras que uno de un EOE puede estar atendiendo a tres centros educativos y que se le acumulen 700 niños y niñas.
Otro de los problemas que le encuentra al sistema actual es que al repartir los EOE por zonas se pierde una información importante y es la relativa al número de niños y niñas por colegio,»no es lo mismo un línea uno que un línea cuatro».
La situación para los colegios de El Viso y de Mairena se ha vuelto lo suficientemente complicada como para que hayan pasado de enviar escritos a hacer acciones de protesta directamente en los centros educativos para que la administración escuche su mensaje y haga algo al respecto.Y lo que comenzara como una reclamación hecha desde la primera de las poblaciones, ha pasado a ser una reivincidación conjunta de las AMPA de ambas.
Los EOE de Antalucía tienen una carga importante de trabajo que no solo tiene que ver con redactar los dictámenes que pueden dar lugar a la aparición de necesidades educativas especiales o a un diagnóstico clínico por parte de los servicios de atención temprana (que también están en una situación muy precaria en buena parte del país).Capítulo a parte merecería esta cuestión. Explica Suárez que la o el orientador abren la evaluación psicopedagógica; en el caso de que detectasen, por ejemplo, rasgos del espectro autista, harían una derivación a pediatría y de ahí, en su caso, a salud mental. «Sin juicio clínico no se cierra la evaluación psicopedagógica», es decir, el chaval o la chavala no aparece en las estadísticas como con necesidades educativas especiales. Viendo la situación generalizada en los centros de atención primaria y de los servicios de salud mental de todo el país, se pueden entender las listas de espera.
Además de esto, han de gestionar becas, hacer las evaluaciones o llevar a cabo los tránsitos: los de las escuelas infantiles a los CEIP y en estos, de infantil a primaria, así como las que se producen entre primaria y secundaria. Pilar explica que ahora en su centro están con los primeros y esto supone que su orientador esté «desconectado» un mes del centro porque está en las escuelas infantiles de la localidad.
La administración, según cuenta Yolanda, no deja de pasarse la pelota de una instancia a otra e insisten en el hecho de que los recursos se aumanten en función de las necesidades que se detecten (si es que aumentan, claro) o en el caso de que la población escolar de la zona sea especialmente vulnerable. En ambos pueblos, cuenta esta madre, no hay tanta población en dificultades, de manera que no les conceden más recursos por esta vía, al tiempo que el hecho de que las y los profesionales del EOE no den más abasto supone que no se tengan todos los diagnósticos que podrían tenerse. Una pescadilla que se muerde la cola y que ejemplifica en cierta medida la situación del sistema público de orientación educativa de toda la Comunidad de Andalucía.
Araceli explica cómo este curso tiene en su despacho el caso de un chaval de Bachillerato al que ha detectado dislexsia, un trastorno que debería haberse detectado en primaria, o incluso en infantil, si los equipos de orientación hubieran tenido capacidad para hacerlos. Para ella es fundamental abrir caminos de colaboración con la administración para estudiar la manera de mejorar este servicio. «Está claro que faltan profesionales», asegura. «Hay que analizar cuál es el modelo»
No es utópica y entiende que tener una profesional de la orientación por centro educativo «a lo mejor no se puede sostener económicamente», pero si no se estudia a fondo la situación de los centros educativos no se podrá alcanzar, si quiera, un término medio entre el ideal y la realidad actual.
Algo similar explica Pilar. Entiende la situación en la que están las familias, entre otras cosas, porque según cuenta, la administración les asegura que sus hijas e hijos estaran perfectamente atendidos en los colegios de la zona cuando, en realidad, no hay recursos humanos suficientes para ello. Y madres y padres se encuentran con esta realidad una vez que han realizado la escolarización. «Para conseguir un PT o un PTIS más es una guerra, un pulso con la Delegación»; una situación que les lleva a organizarse con lo poco que tienen y de la manera que pueden.
Tanto Pilar como Araceli tienen claro que sus reivindicaciones, así como las de las familias, tienen un objetivo primordial que es el alumnado y su mejor desarrollo a lo largo de su escolarización. Que tengan más profesionales de la orientación, así como PT, PTIS o AL es importante para que se objetivo sea posible. Pilar se muestra muy realista y asegura que muchas veces, las peleas de las familias adolecen de no conocer cómo funciona la administración y «a veces el esfuerzo cae en saco roto» por este motivo.
«El objetivo final es el alumnado, asegura Pilar, que siempre sale perdiendo. Perdemos el rumbo con tanta burocracia», sentencia.