Los cambios sociales de los últimos años en el Estado español han propiciado que cada vez más personas expresen su identidad trans durante la infancia y la adolescencia. Además, es en el entorno educativo el primer lugar donde la muestran y, por tanto, donde se pueden sentir más vulnerables. Sin embargo, prácticamente no existen pruebas científicas sobre los alumnos LGBT+ en los primeros estadios del sistema educativo y sus necesidades y dificultades cuando están en la escuela, donde pasan buena parte del tiempo.
Por eso un equipo investigador del Departamento de Psicología de la URV ha realizado un estudio sobre las personas trans, las dificultades a las que se enfrentan, las necesidades que tienen tanto estos estudiantes como las escuelas y qué acciones educativas puede emprender el sistema educativo español para mejorar su atención y tratamiento. El estudio, titulado Trans students. Difficulties, needs and educational actions in Spain, la ha publicado la revista científica Gender and Education.
Los resultados salen del consenso de 72 personas que participaron en el estudio divididos en cuatro grupos: activistas trans, familias activistas de menores trans, profesionales de la salud (medicina, psicología y trabajo social), y profesorado de educación primaria y secundaria (que había tenido experiencia con alumnado trans). Con estos 72 participantes (que provenían de diferentes partes de España) se utilizó el método Delphi, muy utilizado en estudios de marketing, y que permite, a partir de diferentes rondas de intervenciones, obtener de forma fiable la opinión por consenso de un panel de expertos sin que se hayan confrontado entre sí. Por tanto, se evita la influencia de unos sobre otros.
Aunque había algunos aspectos en los que los grupos participantes diferían, los cuatro estuvieron de acuerdo en que la falta de comprensión sobre la diversidad de género en la comunidad educativa es la dificultad más importante que deben afrontar las personas trans en el sistema educativo. También hubo consenso sobre algunas necesidades en los centros: la utilización de los lavabos, llevar ropa de acuerdo con el género sentido y ser nombrados por el nombre que la persona desea. Otros problemas habituales son: discriminación implícita y explicita por parte de los compañeros de clase de la persona trans; dificultades en las clases de educación física, o el hecho de que el rendimiento académico de los estudiantes trans puede ser bajo debido a la persecución que sufren.
Todo ello, según apuntan los investigadores, entronca con dos necesidades: que el profesorado y los compañeros de aula reconozcan la identidad de los estudiantes trans y que se hagan y cumplan estrictamente los protocolos para que no se produzcan casos de acoso escolar y ciberacoso escolar .
Más desconocimiento que mala fe
«La mayor parte de centros educativos no tienen ni las herramientas ni el conocimiento para favorecer la inclusión del alumnado trans, pero esto no quiere decir que haya una intencionalidad negativa por parte del centro», sostiene Jorge Dueñas, el investigador del Departamento de Psicología que ha liderado el estudio, y para el que «la situación en España es bastante avanzada en relación a otros países». Dueñas firma el artículo junto a las también profesoras de la Facultad de Psicología de la URV Fabia Morales-Vives, Elena Castarlenas y Gisela Ferre-Rey.
Una cuestión delicada es si la persona trans debe explicar su identidad de género en el resto del aula, ya que posiblemente la situación sea muy diferente si se trata de una persona que se incorpora al centro o si ha hecho la transición estando en el centro, es decir, si por ejemplo al finalizar el curso era María y al empezar el curso siguiente es Mario. Según Dueñas, la clave es evitar que la persona sienta ninguna presión: “Cuando se realiza la transición de género en un centro educativo, si la persona trans y su familia lo deciden pueden explicarlo al resto de la clase, pero en todo caso debe ser una decisión de la persona trans”.
Para hacer posible este acompañamiento, es necesario que familias, estudiantes y, especialmente, maestros y profesorado tengan los conocimientos adecuados sobre diversidad sexual y de género. «No es necesaria una formación compleja ni se necesitan muchos recursos económicos, sino que entiendan que no hay una correlación entre el sexo biológico y la identidad de género, que es una construcción social», dice Dueñas. De la misma forma, añade, «hay que desterrar tanto la reproducción de roles de género como el paradigma que las personas trans viven en un cuerpo equivocado». Es decir, “no todas las personas trans necesitan alterar su cuerpo ni pasar por intervenciones quirúrgicas” y al mismo tiempo “hay que evitar reproducir los estereotipos de género en el alumno trans porque esto también genera sufrimiento”.
Se trata, pues, de que los centros educativos dejen expresar la identidad de los alumnos, por ejemplo, permitiéndoles utilizar los lavabos deseados según su género sentido o vestirse sin limitaciones de género. También se les debería escuchar sobre qué necesidades tienen y reconocerlos explícitamente, por ejemplo, con el nombre que desean. «A veces es tan sencillo como preguntar», apunta Dueñas.
Acciones para7 mejorar
El estudio también identifica las acciones que pueden ayudar a mejorar la satisfacción académica de las personas trans en los centros educativos. Por ejemplo, no colocar el foco de atención a las personas trans; promover la escucha activa de la comunidad educativa a los estudiantes trans y sus familias; generar conciencia sobre las consecuencias de la discriminación y la agresión; formar a las familias en diversidad sexual utilizando herramientas pedagógicas especialmente adaptadas; realizar una reunión previa entre la familia y el profesorado para establecer la mejor forma de intervenir en el proceso de transición, tomando como punto de partida la decisión del estudiante trans o de su familia sobre comunicar su decisión; asegurar la visibilidad de referentes trans positivos; o disponer de información científica de calidad y adaptada a todo tipo de público (investigación científica adaptada con fines informativos).
«Es cierto que de los errores se aprende, pero ningún estudiante debería pasar por el error en el tratamiento que pueden hacer las escuelas», apunta Dueñas. En este sentido, el estudio quiere ser un primer paso necesario para mejorar la experiencia de los estudiantes trans en el sistema educativo español, que por primera vez incorpora una muestra de distintos colectivos y profesionales y no una opinión extrapolable.