En una de las últimas reuniones en las que contamos con la presencia de Pepe Domínguez, escuchamos una de sus frases recurrentes: «Quiero molestar hasta 5 minutos después de muerto»… Esa frase, modestamente revolucionaria, le define muy bien (no del todo, sus facetas son tantas…) como persona y como activista. Con sus antagonistas podía ser tranquilo, respetuoso, amable, incluso, socarrón muchas veces. Pero insobornable en su compromiso ético, social y político, e inasequible al desaliento en su impulso y en su tarea a favor de la Justicia Social y de una Educación que garantice el éxito educativo de (sin excepciones, sin límites) todas y todos.
José Domínguez Rodríguez nace el 16 de octubre de 1932 en Alcázar, un pueblecito de la Alpujarra granadina. A los 12 años ingresa en el seminario diocesano de Granada. Estudia filosofía en Bélgica, en los años 49-50 y, allí, el contacto con el exilio le lleva a replantearse profundamente sus ideas, como nos cuenta en el epílogo del último libro, todavía sin publicar:
“… Al escuchar las críticas y las preguntas que planteaban todas estas personas sobre el Nacionalcatolicismo y el franquismo, mi mundo mental empezó a desmoronarse. No tenía respuestas para las preguntas que me planteaban los demás y me planteaba yo mismo. Cargado de interrogantes sin respuesta, empecé a vivir un proceso personal de dudas, incertidumbres y perplejidades, ampliado en las décadas siguientes y en el que sigo inmerso después de setenta años”.
En 1960 se afilia oficialmente a la Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC) en Almería y colabora en la creación de la Editorial ZYX. Desde 1964 a 1984 está en primera fila en las actividades formativas de la HOAC y en la búsqueda de soluciones a los conflictos con el Régimen y con la jerarquía de la Iglesia. Al mismo tiempo, ejerce como profesor de Teología en Almería y Sevilla, y como profesor de Griego y Latín en el Bachillerato Superior y en el PREU en tres colegios de la Iglesia.
Durante esos años, imparte multitud de cursos de formación de militantes. Esa formación significó para muchas personas la toma de conciencia de una fe comprometida con la emancipación de la clase obrera y de los oprimidos. La metodología de “ver, juzgar y actuar” fue muy eficaz en esa formación. Incluía cursos sobre Marxismo y Cristianismo; Anarquismo; Fe y Ateísmo; Historia del movimiento obrero, etc.
A finales de los años setenta y principios de los ochenta las relaciones con la Iglesia se hicieron cada vez más difíciles. En febrero de 1976 publica un librito titulado De la escuela católica a la escuela laica (del que en tres meses se venden más de 90.000 ejemplares). En él defiende la escuela pública, propone la socialización de la escuela católica y su desaparición progresiva. Este es un motivo más para el enfrentamiento total con la jerarquía católica.
En 1984, se presenta a la última convocatoria de oposiciones a catedráticos de instituto y aprueba con la segunda mejor nota. Su primer destino como catedrático de Filosofía es en Puertollano (Ciudad Real). Allí se afilia a FETE-UGT, fiel a su tradición familiar. En los noventa, fue vocal de la Comisión Ejecutiva Regional de FETE-Madrid durante ocho años.
En el curso 1987-1988 llega a Getafe (Madrid), en comisión de servicios, como jefe de estudios, para poner en marcha el actual IES Laguna de Joatzel.
Desde el primer momento se incorpora al consejo de dirección del Centro de Profesores de Getafe, función que ejerce hasta que el PP los suprime en Madrid, en el año 2006. Forma parte del grupo “Educación en el Siglo XXI”, espacio de debate de dicho Centro de Profesores.
También en Getafe, se incorpora enseguida al Colectivo de Renovación Pedagógica Escuela Abierta, en donde participa en sus actividades y en todas las Escuelas de Verano con sus siempre sabias y atinadas aportaciones. En las comidas colectivas nos hace partícipes de los frutos de su huerta: uvas, higos, ciruelas y tomates. Así descubrimos su faceta de hortelano. Participa en los grupos de trabajo de Escuela Abierta y es uno de los impulsores de la creación del “Grupo de Jóvenes Educadores” (ahora denominado GAC, “Grupo de Aprendizaje Colectivo”) en 2001. En este colectivo de jóvenes educadores, por el que han pasado muchos profesores y profesoras comprometidos con la transformación de la educación, continúa con su actividad formadora, no solo acompañando a los jóvenes, sino disfrutando también con su forma diferente de hacer las cosas. No ha faltado a ninguna reunión, ni siquiera a la última que fue en noviembre de 2021.
Se jubila como profesor (“le jubilan”, decía él) en 2002, con setenta años, pero su pasión por la educación y la formación docente le acompañan hasta el final. Sigue participando en los Movimientos de Renovación Pedagógica, como ponente en Escuelas de Verano, jornadas, encuentros… por toda España. Algunas de sus múltiples charlas y conferencias están publicadas en dos Cuadernos de debate de la Federación de MRP de Madrid con los siguientes títulos: “Currículum democrático para una escuela democrática” (2005); “Eliminar el fracaso escolar. Garantizar a todos el éxito educativo” (2007).
Participa en la Fundación Ángel Llorca desde su creación y en 2005 se incorpora al Colectivo Lorenzo Luzuriaga.
En todos los colectivos aporta la riqueza de su reflexión, de su enciclopédica formación, de su sabiduría. Todos los que hemos compartido con él alguna de sus múltiples actividades y militancias nos hemos sentido privilegiados por tener entre nosotros a una persona de la talla humana e intelectual como Pepe.
Con 84 años pone un broche (no final… nunca ha dado su tarea por terminada) especial a su actividad intelectual y formadora, elaborando y presentando su tesis doctoral. La tesis supone un compendio (nunca cerrado para él) de toda su producción intelectual y formadora y una propuesta global de un modelo de educación que se anuncia ya en el título, y que recoge también una vieja aspiración utópica de los Movimientos de Renovación Pedagógica, pero que él ha sabido transformar en una propuesta de innovación para el futuro:
“Formación inicial de un cuerpo único de educadoras y educadores para una educación básica unitaria, holística, universal y emancipadora: un grado común y másteres especializados”
Cuando, tras dos cursos de doctorado, en la Universidad Complutense de Madrid y una elaboración de tres años, con la inestimable ayuda de su esposa, Bosque, y de Adrián Aguayo, defiende la tesis en la Universidad de Granada. Recibe la calificación de cum laude y el aplauso unánime no sólo de amigos, compañeros, seguidores, alumnos…, sino también de la “Academia”, como a él le gustaba denominarla.
En los últimos cinco años, trabaja en la elaboración de dos libros en torno a un nuevo paradigma curricular, con un equipo de varias personas. De hecho, esta metodología de someter sus textos a grupos de trabajo y de reflexión era su favorita. De esta forma Pepe no sólo socializaba sus conocimientos, sino que valoraba en mucho la crítica y las aportaciones de otras personas a sus escritos, con una humildad muy poco propia del ego de otros autores.
Con este equipo realizó la última reunión de su vida, el 28 de febrero, con una salud que todos reconocimos como terminal. Y el viernes 4 de marzo de 2022 murió, a los 89 años; fallecimiento que, no por esperado, ha sido menos doloroso para todas las personas que le conocíamos.
Nos gustaría seguir hablando de Pepe Domínguez, no solo de su vida y trayectoria, sino de tantas de sus facetas que hemos conocido y disfrutado, con una personalidad poliédrica como era la suya… Pero para no alargarnos mucho más, escogeremos, casi de forma aleatoria, algunos de sus rasgos…
Como su interés y facilidad para mantener siempre la relación y la amistad con las muchas personas con las que contactó y trabajó a lo largo de su vida. Lo hemos constatado muy directamente en los días de su hospitalización y tras su fallecimiento. Viejas amistades de sus tiempos de la HOAC; sus antiguos alumnos y compañeros de Almería, Granada, Málaga y Sevilla, pero también los más recientes de sus años en el Instituto. Sus nuevas y duraderas amistades desde que se integra en el mundo de la educación pública y de los Movimientos de Renovación Pedagógica de todo el Estado…
Sus dotes de buen conversador que propiciaban el mantenimiento de tantas relaciones, con esas anécdotas cargadas de humor que enriquecían la conversación. Compartir mesa o tertulia con él era una celebración y también un aprendizaje. Nos comunicaba su entusiasmo hablando sobre lo que iba leyendo, escribiendo y reflexionando. Estaba bien informado de lo que sucedía a su alrededor y en el mundo. Siempre dispuesto a comunicar y compartir su saber, sus escritos y sus lecturas.
Su capacidad (voracidad, deberíamos decir) lectora, proverbial, incansable. En su extensa biblioteca se encuentran miles de libros de muy diferentes disciplinas en las que estuvo interesado: educación, filosofía, sociología, política, literatura, religión… Y muchos de ellos subrayados y con comentarios al margen. Esto se plasma en sus escritos, por la cantidad de citas y menciones a autores y referentes intelectuales y por la amplia bibliografía que los acompañan.
Y no dudaba en retrasar una de publicaciones, si se enteraba de algún libro que pudiera aportar ideas a la obra que tenía entre manos. En ocasiones había que ponerle límites para que pudiera cerrar sus escritos.
Y si intensa era su actividad lectora, su capacidad para escribir y su producción escrita podemos calificarla de infinita… Su gran acervo personal de todo tipo de saberes, su afán por ser didáctico, comprensible, unidos a su deliberado propósito de no olvidar ningún dato, ni matiz, en aras de una precisión y una ética rigurosas, producía unos escritos siempre ricos…. y largos, muy largos. Era una broma proverbial entre los que tratábamos con él, apostar cuántos folios tendría el documento “breve” que le habíamos pedido.
Si pudiéramos hacer un repaso completo a su extensa carrera como escritor e intelectual podríamos encontrar centenares de textos suyos: ponencias, artículos en diferentes revistas de referencia pedagógica, libros, cuadernillos (algunos editados por la propia Federación de MRP, a la que además solía donar los ingresos de la venta de sus publicaciones), colaboraciones con otros autores …
Hemos nombrado la ética, y la ética era el valor más importante no sólo en su vida, en su actividad profesional, en su militancia, sino que para él era también el eje primordial que debe informar la acción y el pensamiento en cualquier ámbito humano y, por tanto, en el educativo.
Una de sus preocupaciones intelectuales era, como él decía, desahuciar al okupa que todas las personas llevamos dentro. Ha desarrollado esta idea en varios de sus textos, queriendo expresar la necesidad que tenemos de desaprender y desprendernos de los prejuicios y valores negativos que interiorizamos durante nuestros procesos educativos y de socialización en un sistema educativo en crisis, que él calificaba a menudo de academicista, instruccionista, tecnocrático y al servicio del modo capitalista de producción y consumo.
Pepe Domínguez, tan amistoso, tan familiar, tan terrenal, tan interesado por todo lo humano, era también un visionario, como algunos grandes intelectuales, un adelantado a su época. Estamos convencidos de que el futuro le dará la razón en muchos de sus postulados. Ya en vida, ha sido un referente en el pensamiento pedagógico renovador de nuestro país, y esperamos que con su valioso legado pueda seguir siéndolo para otras educadoras y educadores.
Las personas que hemos conocido a Pepe en cualquiera de sus espacios de participación, no podemos hablar de su legado, sin reconocer la influencia que ha obrado en nuestro propio intelecto. Ha dejado una huella imborrable, tanto por su talla humana e intelectual, como por su pasión por la vida, la transformación social y la liberación de los oprimidos.
Ha devuelto a nuestras vidas el horizonte de la Utopía y… lo que es mejor: ha pensado, contado y dejado por escrito, pormenorizadamente, los pasos necesarios para llegar a ella…
Gracias, Pepe. Seguiremos molestando en tu nombre.