El 14 de septiembre de 2021 moría en un accidente ciclista el sacerdote Rüdiger Becker a los cincuenta y nueve años, atropellado por un turismo que circulaba con exceso de velocidad cuando Becker paseaba en bicicleta. Era el director y presidente de la Fundación Evangélica Neuerkerode (Evangelische Stiftung Neuerkerode), sita en la Baja Sajonia, en Alemania, una entidad pionera desde 1868 en proponer un modelo convivencial y laboral formado en gran parte por personas con discapacidad intelectual, que actualmente engloba diversas entidades y localizaciones, con más de 3500 empleados. Las dieciséis empresas diaconales que forman la fundación proporcionan una variedad de servicios sociales, de enfermería, de terapia educativa y médica que atienden a 4500 personas especiales, con discapacidad intelectual y, también, personas con discapacidad física.
A principios del siglo XXI, cuando Becker se incorporó en la dirección de la fundación, pensó en el potencial pedagógico del cómic para poder mostrar el trabajo que estaban desarrollando y pensó que el ciento 140º aniversario de la creación de la fundación podría ser una fecha ideal para su publicación. Pero, llegó 2008 sin que se hubiera concretado, quizás por no arriesgar con una apuesta innovadora para una institución a la que acababa de incorporarse, la realidad es que la iniciativa quedó archivada, aunque no para siempre: lo volvió a intentar, esta vez como una de las actividades conmemorativas del 150º aniversario de la creación de la institución. Los dos primeros autores a los que se les propuso no lo aceptaron por diferentes motivos, y fue el tercer nombre de la lista que sí lo hizo, un autor que hasta ese instante tenía ya varias publicaciones, aunque nunca firmadas en solitario. Quizás, al final, la decisión era una apuesta por los dos lados del proyecto.
El sello Reservoir Books del Grupo Editorial Penguin Random House publica en febrero de 2024, por primera vez en castellano, el cómic Aprendiendo a caer (Der Umfall, 2018), con guion y dibujo de Mikael Ross y color de Claire Paq, con traducción de la edición española a cargo de Esther Cruz Santaella. Ross no solo aceptó el reto planteado, sino que pasó cerca de dos años y medio viviendo de forma intermitente en la comunidad de Neuerkerode, en concreto en una localidad donde viven alrededor de 800 personas con discapacidad y trabajan unas 1000 al cuidado de ellas, con perfiles profesionales de todo tipo. El lugar es un pequeño pueblo y el número de personas que viven sin ningún tipo de discapacidad es reducido, la gran mayoría del personal de las diferentes empresas que trabajan viven en las poblaciones cercanas.
Teniendo en cuenta el carácter institucional del pedido en sí, el encargo tenía una condición peculiar en este tipo de circunstancias: la total libertad para crear el cómic, respetando la decisión artística escogida del autor. En primera instancia, Ross utilizó un método periodístico de observación e interacción con preguntas y tratando de compartir tiempo con los verdaderos protagonistas del lugar. En seguida se propuso explicar sus historias de forma realista, pero sin que se pudiera identificar la historia de una en concreto, para preservar su intimidad. Por lo que el resultado final del cómic se puede decir que se inspira en numerosos casos reales de personas con las que interactuó el autor a lo largo de su estancia en la comunidad.
El título original del cómic, Der Umfall, se puede traducir como «el accidente» y evoca a la acción que es el detonante de la historia. El protagonista de la historia es Noel, un adolescente con discapacidad intelectual que vive solo con su madre. Todo su mundo cambiará cuando esta se golpea la cabeza en el cuarto de baño en una caída fortuita y, finalmente, fallece debido al golpe. Lo siguiente que veremos es como se incorpora el joven a la comunidad, su proceso de integración y formación, mientras pasa su particular duelo. El cómic nos permite mostrarnos las escenas, las conversaciones, las decisiones del personaje protagonista y el elenco de personajes secundarios que le rodearán en su nuevo hogar, así como su interacción con los trabajadores del lugar.
Todo ello, permitirá que conozcamos, a través de la observación de sus comportamientos y diálogos, las diferentes idiosincrasias de sus compañeros y vecinos, mostrando las diferentes experiencias e historias personales a través de la ficción y no narradas empleando un estilo documental. El resultado final esperado podía (y lo hizo) ayudar a que la sociedad, en general, comprendiera cómo funcionaba realmente esta ubicación, un pequeño pueblo donde todas las casas están abiertas y las personas no tienen limitada su movilidad, por ejemplo, en el sentido de que no hay los riesgos que podrían tener en una ciudad de mayor tamaño, con todo lo que implica el tráfico, el ruido, la interacción con la ciudadanía, etcétera. La narración gráfica podía contribuir a aplacar las críticas de los que promovían una integración total sin conocer realmente cómo funciona el lugar, y sin comprender las problemáticas resultantes en la realidad cotidiana.
El mismo autor indica en sus entrevistas que «el objetivo del cómic era entretener, pero reconozco que puede ayudar a las personas que no conozcan este lugar a que comprendan su contribución a la sociedad, o a que reflexionan sobre esta situación las personas que no conviven o no tengan alguien cercano con discapacidad. En Alemania, si tienes una discapacidad mental no puedes decidir sobre tu vida: o es tu familia o, en su defecto, el estado quién decide. No eres libre, no puedes decidir sobre tu vida. En Neuerkerode conocí personas de diferentes edades, procedencias y motivaciones. Encontré a personas mayores que no se pueden autogestionar ya solos en absoluto, también a jóvenes con discapacidad que sus padres valoraron que allí estarían mucho mejor y, también, a personas que había vivido con sus padres hasta que estos fallecen. Es justo reconocer la dedicación ingente que realizan los progenitores, y el miedo implícito y perenne que sopesa sobre ellos, ante la pregunta de qué pasará con su hijo discapacitado cuando ellos no estén. Viendo esta historia pueden sentirse reconfortados de que pueden vivir en un lugar con una calidad de vida digna».
Un maravilloso ejemplo de esta situación lo encontramos en otro cómic de hace una década publicado por Norma Editorial: ¿Quién le zurcía los calcetines al rey de Prusia mientras estaba en la guerra? (Pendant que le roi de Prusse faisait la guerre, qui donc lui reprisait ses chaussettes?, 2013), con guion de Benoît Zidrou y dibujo de Roger Ibáñez, que realiza un trabajo prodigioso en el aspecto gráfico. La historia narrada en este caso es tan simple o tan compleja como la vida cotidiana del día a día de una madre viuda de setenta y dos años, Catherine, que vive con su hijo Michel de cuarenta y tres, que lleva más de la mitad de su vida con una discapacidad intelectual profunda provocada por un accidente de circulación en su juventud. Un niño muy pequeño atrapado en el cuerpo de un hombre robusto. Emociona observar el temperamento, sacrificio y dedicación de una madre que, físicamente, está más en condiciones que la cuiden a ella. El miedo latente traspasa las viñetas al lector, observando la preocupación de la fatigada madre pensando en qué pasará con su hijo el día que ella ya no esté.
Pareciese como si en el cómic Aprendiendo a caer, el autor alemán presentase un modelo de integración y de calidad de vida innovador que diera respuesta a esa pregunta de Catherine, y que puede alentar a personas en situaciones similares o a familiares próximos a pensar que puede haber una forma diferente de vivir, en un mensaje esperanzador para pensar que puede haber un futuro factible y digno. Y lo hace con un estilo gráfico propio, heredero de autores franceses a los que el mismo Mikael Ross reconoce como inspiradores, nombres de la talla de Blutch, Christophe Blain, Joann Sfar o Lewis Trondheim.
Afortunadamente, después del reconocimiento de Aprendiendo a caer en Alemania ganando los premios más importantes del país, este cómic ya ha sido traducido a diez idiomas y está en fase de preproducción de una película. Aquí nos llega en castellano más de seis años después de su publicación original, especialmente catapultada también por los éxitos internacionales de sus trabajos posteriores, de los que cabe destacar especialmente el cómic El joven Ludwig. Los años de aprendizaje de Beethoven (Goldjunge: Beethovens Jugendjahre, 2020), también publicado en castellano en 2022 por Reservoir Books.
Y todo ello, trabajando en Berlín, en un país sin una tradición en el sector del cómic en comparación con otros países, aunque con referentes destacados en las últimas décadas. En la rueda de prensa de presentación de Aprendiendo a caer, el autor reflexionaba precisamente sobre la posibilidad de que en un futuro pudiera realizar un cómic dedicado a narrar las atrocidades que realizaron los nazis con las personas con discapacidad intelectual, que en este cómic solo aparece como una referencia, después de haber conocido a una anciana de noventa y seis años en Neuerkerode, todavía lúcida, que le explicó como se salvó de la purga por esconderse un tiempo en el bosque. Sus amigos no lo consiguieron, todos fueron víctimas del holocausto.
Las vivencias del joven Noel en Aprendiendo a caer y el estilo narrativo escogido por Mikael Ross contribuyen a que el lector tenga ganas de buscar más información del lugar, ahora que conocemos de primera mano cómo se vive en la localidad. El objetivo original del malogrado Rüdiger Becker se ha cumplido con creces. Lamentablemente, nos ha dado una lección también con su muerte en un accidente de tráfico: de que en cualquier instante y en cualquier lugar, puedes tener una circunstancia que lo cambie todo, a ti o una persona a la que quieras.