Clara Sanz es ya la ex secretaria General de Formación Profesional. Su labor el frente de dicho departamento seguramente se recordará por la transformación del modelo de formación profesional español con un altísimo consenso entre los diferentes implicados.
Con un escueto mensaje en Twitter, la ex secretaria General de FP anunciaba su salida del Ministerio.
Desde el primer gobierno de coalición del PSOE con Podemos en 2018, esta diplomada en Magisterio, licenciada en Historia Moderna y Contemporánea y máster en orientación profesional se convirtió en el motor del cambio de la formación profesional española. El hecho de que el Ministerio pasase a incluir la FP en su nombre fue toda una declaración de intenciones que ella supo capitalizar mediante la negociación con los agentes sociales hasta conseguir la aprobación de la actual Ley de Formación Profesional.
El texto de la ley ha supuesto un cambio importante en algunas de las dinámicas de esta etapa como una construcción modular que buscaba la posibilidad de ir subiendo peldaños en la escalera formativa al ritmo que cada cual pudiera imprimir para alcanzar los diferentes niveles hasta conseguir un título profesional.
También la unificación de empleo y educación bajo un mismo paraguas decisorio que permitió impulsar en buena medida los centros integrados en los que jóvenes estudiantes y profesionales con experiencia pudieran encontrarse.
Desde el inicio de aquella legislatura, el primer Gobierno de Pedro Sánchez quiso dejar clara la apuesta por esa etapa con importantes encuentros en los que participó el propio presidente. También con la inversión para la creación de decenas de miles de plazas públicas.
Otra de las apuestas importantes de Sanz, así como del Gobierno, fue la acreditación de la experiencia profesional de las y los trabajadores sin titulación específica. Una cifra que, aunque se fijó en tres millones, finalmente hubo de ajustarse.
El hecho de que la gestión recayese en las comunidades autónomas y que estas decidieran diferentes vías para dichas acreditaciones, en más de un territorio supuso importantes retrasos en los plazos comprometidos.
Los esfuerzos para aumentar las plazas públicas de formación profesional no parecen haber sido suficientes para frenar una privatización que ha llegado a este sector de todo tipo de empresas poco o nada relacionadas con la educación.
Además de un crecimiento casi desbocado de la oferta de estudios a distancia, online o semi-presenciales de una calidad difícil de cuantificar.
En cualquier caso, es difícilmente negable que durante seis años ha desarrollado una importante labor y ha trabajado incansablemente para transformar la formación profesional, con un conocimiento muy profundo de su materia.