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Sinopsis
Este relato se remonta al tercer año de la era Showa. En Japón se reformó el sistema electoral, se estableció el sufragio universal y se celebraron las primeras elecciones de la nueva ley. En 1928, en una pequeña aldea pesquera de Japón, con poco más de cien casas, la joven y moderna maestra Hisako Oishi empieza a dar clase a doce niños, los veinticuatro ojos que serán testigos de su primer año formativo como profesora. Al principio, los métodos de enseñanza poco ortodoxos de la nueva maestra, su sentido del humor y su aire de chica de ciudad provocan cierto recelo en la comunidad, aunque pronto niños y adultos caen bajo su encanto. Sin embargo, unos años después, la guerra cambiará sus vidas para siempre… Publicada en 1952, Veinticuatro ojos es la novela más célebre de Sakae Tsuboi, una conmovedora historia antibélica sobre una mujer que, en los años cuarenta, defiende la libertad de pensamiento y el derecho de las niñas a recibir una buena educación. En Japón se ha adaptado dos veces al cine y a varias series de televisión, y sigue siendo constantemente reeditada. En 2022 ha sido reeditada por Ediciones Nocturna y traducida por Rumi Sato.
Sakae Tsuboi nació en la isla de Shôdoshima, Japón. Tras finalizar la escuela primaria, empezó a trabajar para ayudar a mantener a su familia y en 1925 se mudó a Tokio, donde contrajo matrimonio con el escritor Shigeji Tsuboi, al que luego encarcelaron y torturaron por sus ideas de izquierdas. Con su debut en 1938 inició una popular y prestigiosa carrera literaria que culminaría con Veinticuatro ojos (1952), su novela más premiada. Murió en 1967, el mismo año en que se la nombró ciudadana honoraria de la prefectura de Kagawa.
Reseña
El nombramiento de la joven maestra Hisako Oishi formó un revuelo en la pequeña población de el cabo ya que no cumplía con las costumbres establecidas por anteriores maestras. Llegó pedaleando una bicicleta, cosa que no era costumbre en las mujeres, vestía de forma occidental y sus ideas eran más progresistas que las de las anteriores maestras. Estas sencillas circunstancias se ganaron el rechazo de familias y de los niños y las niñas.
“La gente se echó a reír como burlándose de la maestra. A ella le golpeó una oleada de vergüenza al comprender que la consideraban ajena a los asuntos de la aldea”
El maestro con el cual compartía la escuela estaba igualmente decepcionado, no esperaba tener una compañera tan moderna ya que él era más bien extraño, no se preocupaba de su aspecto y comía casi de lo que le regalaban los lugareños, su afán era guardar dinero, estaba casado pero no tenía hijos y vivía en la propia aldea.
La maestra disponía de métodos que se acercaban a los niños, se interesaba por ellos y por sus familias y poco a poco se fue haciendo con la simpatía y el agrado de todos los alumnos y también de los habitantes de la aldea, era una buena persona.
La clase tenía doce alumnos y alumnas y de ahí viene el título del libro, son los veinticuatro ojos que van a observarla en su primer año de trabajo. “La maestra se puso a pensar en cómo congeniar con los niños de aquella humilde aldea donde no había otra finalidad que trabajar”.
La maestra “pequeña” como familiarmente la llamaban fue conquistando el corazón del alumnado y la clase funcionó muy bien, aunque continuamente la advertían de sus innovaciones y que tuviera cuidado no fueran a perseguirla por comunista y tomarla presa al igual que otro maestro que tenía métodos más innovadores.
Lo diferente en educación siempre cuesta aceptarlo por las administraciones educativas, los que siguen el libro y métodos tradicionales no tienen ningún problema, ni aquí ni en Japón.
La maestra Oishi consideraba al alumnado como personas en proceso de formación y se acercó a cada uno atendiendolos en todas sus necesidades. Cuando se fue de la aldea les siguió la pista y sufrió mucho con la incorporación de su alumnado al ejército, tenía muy claro que una guerra solo servía para matar personas.
Decía Misako, una antigua alumna: “Cuando me enteré de que usted iba a volver a la aldea, me sentí tan feliz que se me saltaron las lágrimas. Que aprendan de una misma maestra dos generaciones de madre e hija ocurre en muy raras ocasiones… Parece que nuestra clase fue uno de los grupos más excéntricos de la escuela desde su fundación”.
Es un libro precioso, se lee muy bien y pone de manifiesto la cultura japonesa. Pienso que puede recomendarse en Secundaria y analizar las distintas culturas y a la vez puede servir de reflexión tanto a los docentes como al alumnado, en beneficio de una buena educación sin diferencias.